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Alfonsín, el discreto servidor
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Graciano Palomo

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Alfonsín, el discreto servidor

Todos ellos eran y son gentes de alta preparación técnica, con profundo sentido de la permanencia del Estado y del rol que la Corona juega en esa permanencia

Foto: El rey, Felipe VI, y la reina Leticia, observados por Jaime Alfonsín.
El rey, Felipe VI, y la reina Leticia, observados por Jaime Alfonsín.

El tiempo todo lo puede. Esta afirmación de don Claudio Sánchez Albornoz, el heraldo de Ávila, se hace más descriptible bajo el peso de los años.

Lo que antecede tiene que ver con la más que presumible jubilación de Jaime Alfonsín, toda una vida a la sombra del rey Felipe VI desde sus tiempos de Alteza Real. Nadie podrá negar a este abogado del Estado, silente, respetuoso y prudente, su entrega al servicio público al lado del jefe del Estado. Antes de ser cooptado por la Corona tenía un puesto de relumbrón en un banco multinacional y supongo que en algún momento habrá sentido la humana tentación de coger la calculadora para conocer el lucro cesante en un trabajo que no distingue entre día y noche, entre laborales y festivos.

Un servidor del Estado. He conocido a todos los jefes de la Casa desde la restauración monárquica. Desde aquel asturiano irrepetible, Sabino, conde de Latores, pasando por Fernando Almansa, Alberto Aza, Rafael Spottorno… al todavía vigente en La Zarzuela. Quizá el primero (Sabino) y el último (Alfonsín) son los que más podrían aportar de cara a la Historia para entender con justeza el devenir de la institución desde 1975 a nuestros días. Los dos han vivido al lado de padre e hijo los momentos más convulsos de la monarquía. El primero ya no tiene posibilidad de hacerlo —más allá de sus confidencias a periodistas e historiadores antes de irse al otro mundo—; el segundo no contará nada transcendente y lo intrascendente no conlleva interés más allá del chascarrillo de sobremesa.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el rey Felipe VI (d). (Reuters)

Todos ellos eran y son gentes de alta preparación técnica, con profundo sentido de la permanencia del Estado y del rol que la Corona juega en esa permanencia. Patriotas sin guiñol, aspavientos hueros o menoscabo de nada.

Hace escasas semanas tuve ocasión, junto con otro hombre clave en los alrededores de la familia real, Jordi Gutiérrez, entrañable colega, de pasar hora y media larga en los aposentos de Somontes. Ideas claras, información precisa y sentido de la responsabilidad. Saber escuchar.

Así se escribe la historia. No precisamente negra.

El tiempo todo lo puede. Esta afirmación de don Claudio Sánchez Albornoz, el heraldo de Ávila, se hace más descriptible bajo el peso de los años.

Jaime Alfonsín Rey Felipe VI Monarquía