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La universidad española agoniza
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Graciano Palomo

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La universidad española agoniza

Según Shanghái, solo 12 de los 90 centros universitarios que actualmente existen en España, aparecen entre los 500 mejores del mundo, y solo la Universidad de Barcelona está situada entre las 200 de mayor excelencia

Foto: El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)
El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)

El último informe de la "clasificación Shanghái" (Academic Ranking of World Universities), el principal indicador mundial que ofrece anualmente la universidad Jiao Tong, tras analizar los centros superiores del mundo, ofrece un tristísimo panorama de la universidad española que podría ser una fotografía mimética de ese inane ministro que las necesidades políticas de Sánchez ha colocado al frente de un asunto tan grave y de tanta transcendencia para el futuro de las nuevas generaciones de españoles.

Según Shanghái, solo 12 de los 90 centros universitarios que actualmente existen en España, aparecen entre los 500 mejores del mundo y solo la Universidad de Barcelona está situada entre las 200 de mayor excelencia. Esta desastrosa fotografía de la universidad española, que consume muchos dígitos del PIB, se repite año tras año y, cada doce meses, va a peor.

Los mismos vicios, las mismas debilidades. Burocracia, endogamia suprema, enchufismo, amiguismo, falta de rigor y esfuerzo.; ausencia total de meritocracia. De la competitividad ni hablamos; ya sabemos que el ministro Castells no cree en ella. Por lo tanto…

Foto: Dos niños juegan sobre el asfalto de la calle junto al colegio Asunción Rincón, en Madrid. (EFE)

El asunto no es de ahora, todo hay que decirlo. Sin embargo, no llegan las reformas y el enfermo empeora a medida que el letargo se ha instalado en profundidad. Tampoco las múltiples universidades privadas que hace más de cinco lustros funcionan en España (excluyo de las mismas la jesuita de Deusto y la de Navarra regentada por el Opus Dei) han ayudado en nada a salir del marasmo, incluso han empobrecido la situación.

Dentro de unas semanas tendría que ponerse en marcha —en cuanto al anteproyecto— la Ley Orgánica del Sistema Universitario. Una oportunidad para intentar al menos que los impuestos de los ciudadanos destinados a este importante objetivo no sigan marchándose por el sumidero.

Los que más sufren, desde luego, el desastre universitario son los propios alumnos quienes, obtenido un título, tienen que enfrentarse a la competencia de sus congéneres en un mundo extraordinariamente globalizado y pelear en el mundo laboral en clara desventaja.

Foto: Vuelta al cole. (EFE)

Todo lo anterior sin olvidar que hay un escaso porcentaje de profesionales universitarios —catedráticos, profesores titulados, investigadores, adjuntos, etc.— que cumplen sobradamente con el dinero que les pagan. Pero son la excepción. Porque si fuera la norma, 'Shanghái', que no es la Biblia pero casi, lo hubiera detectado año tras año en sus evaluaciones.

Es una de las reformas más urgentes que España y una clase política decente y responsable tienen que llevar a cabo sin pérdida de tiempo.

Soy pesimista. Claramente pesimista. Los intereses creados que anidan en refugios creados 'ad hominem' para garantizarse la supervivencia económica (que aumentan) lo impiden todo.

El último informe de la "clasificación Shanghái" (Academic Ranking of World Universities), el principal indicador mundial que ofrece anualmente la universidad Jiao Tong, tras analizar los centros superiores del mundo, ofrece un tristísimo panorama de la universidad española que podría ser una fotografía mimética de ese inane ministro que las necesidades políticas de Sánchez ha colocado al frente de un asunto tan grave y de tanta transcendencia para el futuro de las nuevas generaciones de españoles.

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