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El retorno de Stalin
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Graciano Palomo

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El retorno de Stalin

La democracia tiene, entre otras muchas, esa virtualidad: desde un país democrático se puede ensalzar, incluso, la figura de uno de los genocidas, junto con Hitler, más despiadados

Foto: La bandera de Stalin colgada en el Ayuntamiento de Valencia.
La bandera de Stalin colgada en el Ayuntamiento de Valencia.

La noticia primero: el pasado jueves Ucrania (que sufrió como nadie el azote estalinista) anunció el hallazgo de 29 fosas comunes en su territorio en las que calculan fueron asesinadas más de 10.000 personas.

Por los hechos probados como el anteriormente descrito, nada tiene de extraño el sofocón que se han llevado algunos medios de información europeos cuando han visto fotografías reivindicando el legado de Stalin en edificios públicos (Ayuntamiento de Valencia) o carteles venerando la memoria del carnicero de Gori (Georgia) en la inmortal ciudad de Sevilla. La democracia tiene, entre otras muchas, esa virtualidad: desde un país democrático se puede ensalzar, incluso, la figura de uno de los genocidas, junto con Hitler, más despiadados de la Historia reciente del mundo. ¡Hasta llegaron a firmar un pacto para repartirse mutuamente la Europa del Este!

En realidad, ante esa "anécdota" que le parece al portavoz de Compromís en el Congreso, un tal Baldoví (el alcalde de su cuerda partidaria lo ha permitido), aparece o un desconocimiento interesado de lo que fue el excura georgiano —mató a más de cien millones de rusos, asesinó a sangre fría a más de 22.000 oficiales polacos en Katyn, entre otras hazañas— o una locura política altamente peligrosa. Precisamente el día en el que el mundo honra a los millones y millones de víctimas del sujeto. Fue Nikita Kruchev, que le conocía bien porque había servido perrunamente a sus órdenes, el primero que denunció ante el Pleno del Partido Comunista de aquel país, describiendo los crímenes perpetrados por un perturbado/paranoico que convirtió la antigua Rusia en un fabuloso cadalso.

Foto: El encuentro sobre Crimea, organizado por Ucrania (EFE)

El Parlamento Europeo no hace tanto tiempo que equiparó al comunismo y en nazismo. Regímenes que donde se instalan convierten al ser humano en 'detritus' degradando a las personas hasta los límites del horror.

Tengo noticias de que Stalin es todavía minoritariamente venerado en recónditos lugares donde llegó su mano exterminadora. Me sorprende que España, donde se ha olvidado que existieron hace mucho menos tiempo héroes asesinados de rodillas como Miguel Ángel Banco, convivan personas que, aunque también minoritariamente, dedican sus esfuerzos a ensalzar a un colosal exterminador.

Me sorprende aún más que responsables políticos en ejercicio que se autotitulan democráticos no hayan abierto la boca para condenar los hechos y los altares instalados en lugares públicos para honrar la memoria de uno de los grandes genocidas de la Historia.

La noticia primero: el pasado jueves Ucrania (que sufrió como nadie el azote estalinista) anunció el hallazgo de 29 fosas comunes en su territorio en las que calculan fueron asesinadas más de 10.000 personas.

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