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Los indultos son la mejor medida contra el independentismo
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Los indultos son la mejor medida contra el independentismo

El 80% de los catalanes votó en las últimas elecciones a partidos favorables a la medida de gracia. ¿No tiene su opinión un valor añadido?

Foto: El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, acompañado por todo su Ejecutivo. (EFE)
El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, acompañado por todo su Ejecutivo. (EFE)
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El debate político exige siempre un muñeco de trapo al que se pueda patear sin ton ni son, con razón o sin ella, porque en el fondo da lo mismo. Es imprescindible, eso sí, que el pelele suscite tanta aversión como simpatía. Así, divididos por mitades, defensores y detractores puedan liarse a garrotazos dialécticos con total y pleno entusiasmo. Como acaba hecho trizas, en un tiempo prudencial hay que renovarlo. Justo acabamos de estrenar uno. El nuevo pelele es el indulto a los líderes políticos y activistas sociales soberanistas condenados en su día por el Tribunal Supremo por los hechos de octubre de 2017.

Desde el punto de vista político, no hay sorpresas en los posicionamientos. PP, Vox y lo que queda de Cs, vehementemente en contra, y el PSOE, Unidas Podemos y el resto de los partidos que garantizan la estabilidad parlamentaria del Ejecutivo, a favor. Tampoco sorprenden los argumentos mayoritarios con que se defienden una posición y otra.

Para la derecha, España está en venta por culpa de un presidente irresponsable dispuesto a malvender las costuras de la patria con tal de mantener los apoyos parlamentarios que le permiten seguir viviendo en la Moncloa. Además, no hay constancia de que los condenados hayan desistido de sus convicciones en un auto de fe convenientemente homologado y, por añadidura, la gracia del perdón significaría que cualquiera puede atentar cuando quiera contra la unidad de España para irse después de rositas como si sus actos revistiesen la misma gravedad que marcharse del bar sin pagar el café.

Para la izquierda, con las excepciones que quieran contar, que haberlas haylas, toca mirar al futuro y, para no alargarnos demasiado, basta con reproducir la poética y telegénica frase de inspiración 'bíblicocoelhiana' de Pedro Sánchez sobre la existencia de un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Consejo Europeo. (Reuters)

Los contrarios a este planteamiento atribuyen la bondad extrema y sobrevenida del presidente del Gobierno a sus necesidades parlamentarias. Lo cual equivale, como argumento, a inventar la rueda. ¡Pues claro que sí! Pero este no tiene por qué ser un argumento exclusivo y excluyente. Quizá tenga un algo o un mucho que ver también el hecho de que el PSC haya ganado las elecciones en Cataluña y que, consecuentemente, tenga la autoridad moral suficiente para prescribir, en nombre del constitucionalismo, la necesidad y oportunidad de los indultos para sanar la política y la sociedad catalanas.

Para determinar la utilidad social o no del indulto a los líderes independentistas, no está de más ver la composición del Parlamento catalán tras las últimas elecciones. De un total de 135 diputados, hasta 115 defienden esta posibilidad (PSC, 33, ERC, 33, JxCAT, 32, CUP, nueve, En Comú Podem, ocho) y solo 20 la posición contraria (Vox, 11, Cs, seis, PP, tres). En porcentaje de voto, las cifras serían las que siguen: el 77,9% de los ciudadanos que fueron a votar lo hizo por formaciones políticas favorables a la posibilidad del indulto y el 17,1%, a partidos contrarios (el resto, hasta llegar a 100, se lo llevaron los extraparlamentarios).

Toda España se vio afectada por los hechos de octubre de 2017, cierto. Pero si damos por buena la narrativa de que lo verdaderamente grave fue que se puso en riesgo la convivencia en Cataluña, intentando pasar por encima y conculcando los derechos de los ciudadanos no independentistas, deberíamos aceptar también que la opinión de los catalanes tiene, digámoslo así, un valor añadido.

Pues bien, que un 77,9% haya votado a formaciones políticas que apuestan por el indulto y que, de este porcentaje, un 23% corresponda al Partido Socialista, que solo puede ser acusado de anticonstitucionalista desde posiciones netamente demagógicas, no debería considerarse una cuestión marginal.

Foto: El 'president' de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés. (EFE)

Estos números apuntalan claramente la utilidad pública del indulto, uno de los supuestos sobre los que puede concederse, en la medida que el porcentaje de votantes que lo considera necesario resulta absolutamente abrumador. Y no únicamente desde posicionamientos soberanistas.

Sin duda, este argumento resultará poco convincente para quienes consideran que la opinión de los catalanes no debe importar más en este asunto que la del resto de españoles. Muy bien.

Foto: Foto: EFE.

Este numerosísimo colectivo quizá se convencerá de la bondad del indulto si traemos a colación las declaraciones de Elisenda Paluzie, presidenta de la hasta hace poco todopoderosa Assemblea Nacional Catalana (ANC), que sigue apostando —ya casi en solitario— por la unilateralidad como vía de acceso a la independencia y que anda exigiendo día sí, día también, que se recupere el espíritu de 2017 para hacer efectiva de inmediato la independencia.

Para Paluzie, los indultos, si llegan, representan un absoluto fracaso para el soberanismo porque son una decisión inteligente contra el soberanismo, en la medida que lo desarma políticamente de un modo definitivo. Cualquiera que conozca con detalle la realidad política catalana sabe que Paluzie, si no toda, lleva buena parte de razón en sus afirmaciones.

Foto: Vista de la fachada del Tribunal Supremo. (EFE)

No hace falta sumar más argumentos sobre las bondades del indulto como herramienta necesaria en la meticulosa y difícil tarea de recoser Cataluña. Aunque sí hay que recordar que los dos votos particulares del Tribunal Constitucional, fundamentados en la desproporción de la pena impuesta a los condenados, cuando este avaló la sentencia dictada por el Supremo, abren la vía para defender el indulto apoyándolo también en el supuesto de justicia.

Pero podría ser que estuviésemos errando el tiro. Y que cualquier argumento favorable al indulto esté condenado a caer en un saco roto porque detrás de tanta vehemencia contra la medida de gracia se escondan otros objetivos, como tantas veces sucede. Por ejemplo, que en realidad no se tratara de otra cosa que no desaprovechar la oportunidad de castigar el hígado de Pedro Sánchez y de su Gobierno para tratar de echarlo a la lona. Y que para conseguirlo valga incluso atacarlo con aquello que desde la perspectiva del interés general resulta totalmente razonable y justificable abordar.

El debate político exige siempre un muñeco de trapo al que se pueda patear sin ton ni son, con razón o sin ella, porque en el fondo da lo mismo. Es imprescindible, eso sí, que el pelele suscite tanta aversión como simpatía. Así, divididos por mitades, defensores y detractores puedan liarse a garrotazos dialécticos con total y pleno entusiasmo. Como acaba hecho trizas, en un tiempo prudencial hay que renovarlo. Justo acabamos de estrenar uno. El nuevo pelele es el indulto a los líderes políticos y activistas sociales soberanistas condenados en su día por el Tribunal Supremo por los hechos de octubre de 2017.

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