Es noticia
Aragonès recibe con gusto el navajazo de la CUP
  1. España
  2. Pesca de arrastre
Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

Por

Aragonès recibe con gusto el navajazo de la CUP

El plantón de la CUP no es algo que el presidente catalán no se esperase y que —en cierta manera— no desease

Foto: La líder de En Comú Podem, Jéssica Albiach, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
La líder de En Comú Podem, Jéssica Albiach, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

No había duda alguna de que la extrema izquierda independentista se mantendría fiel a su tradición y clavaría un puñal en la espalda del Gobierno catalán más pronto que tarde. Finalmente, el navajazo en el costado de Pere Aragonès ha sido propinado por la CUP en la primera curva, apenas seis meses después de su investidura. Cómase usted estos presupuestos autonómicos y antirrevolucionarios con patatas, han venido a decir sus socios anticapitalistas en el Parlament al presidente de la Generalitat. Quien con niños se acuesta...

Pero sepan que nada es en política lo que parece a simple vista. Así que hay que añadir que el plantón de la CUP no es algo que el presidente catalán no se esperase y que —en cierta manera— no desease. Eso sí, siempre a condición de decir muchas veces lo contrario para que no pueda acreditarse que esta era su voluntad más íntima. Porque lo cierto es que Aragonès obtiene algunas ventajas añadidas, al margen de la tramitación del presupuesto, con las calabazas cuperas. Queda liberado, si así lo desea, del compromiso de presentar una moción de confianza cuando se cumplan dos años de su mandato, tal como acordó en el pacto de investidura, y, al mismo tiempo, rompe la cadena esclavista que él se autoimpuso voluntariamente y que le obligaba a no moverse fuera del círculo estrictamente independentista para gobernar. Gana el margen de maniobra que había perdido para no hacer enfadar a algunos de sus votantes. Al final del camino, no puede olvidarse que el objetivo que pretende alcanzar el dueto Oriol Junqueras-Pere Aragonès es que ERC sea la única referencia independentista en la Generalitat. Y para hacerlo posible, sin perder votos de la feligresía soberanista, que seguirán necesitando, hay que conseguir que la CUP y JxCAT lo abandonen sin tener que echarlos. De momento, ya lo ha conseguido con los primeros.

Foto: El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)

Se sabía también que los presupuestos seguirían adelante al margen de la decisión de la CUP y que podrían tramitarse y finalmente aprobarse. Ahí estaban, maqueados de domingo y haciendo cola, los comunes y los socialistas, cada uno con motivaciones diferentes, para prestar su apoyo al Gobierno catalán caso de que fuera necesario, como así ha sido. Los primeros, a cambio del apoyo de ERC a los presupuestos de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona. Los segundos tenían la esperanza de abaratar aún más el sostén de los republicanos a Pedro Sánchez y poder dar mayor volumen al discurso de que con ellos llegó la normalización política en Cataluña. Los comunes han ganado la partida. Su apoyo es, en términos políticos, más económico para ERC que el de los socialistas.

¿Y ahora qué? Pues lo previsto también desde hace tiempo. O, si lo prefieren, algunas certezas que no resultarán novedosas al lector y que se irán concretando a medida que pase el tiempo. Con la CUP fuera de la ecuación de apoyo al Gobierno de la Generalitat, se da un paso más en el camino de retorno al autonomismo de las instituciones catalanas. Los presupuestos de 2022 son un nuevo clavo en el ataúd del proceso, cada vez más y mejor sellado. Las cuentas son otra demostración práctica, una más, de la incapacidad del soberanismo de cooperar en un proyecto que solo puede girar alrededor de la oratoria —no la acción— independentista. Y este es un pegamento demasiado débil para tanta contradicción como genera la convivencia entre tres formaciones políticas con cosmovisiones distintas. El pozo está seco. Lo saben —lo sabían ya hace seis meses cuando se conjuraron para iniciar la legislatura— la CUP, ERC y también JxCAT.

Foto: Pere Aragonès, junto a Puigneró y Vilagrà. (EFE/Marta Pérez)

Apunten una certeza más. Toma impulso el progresivo enrarecimiento —¡sí, todavía más!— entre los dos socios que conforman el Ejecutivo catalán, ERC y JxCAT. Los segundos intentarán ahora insistir machaconamente en señalar a los republicanos como responsables de romper la unidad de acción independentista y de promover en toda Cataluña el modelo Ada Colau. Es un discurso tremendamente cínico por parte de quien no ve problemas de carácter ideológico en pactar políticas sectoriales con la CUP, que sí los vea en un acuerdo con los comunes. Pero así son las cosas. JxCAT considera que el votante independentista que le es fiel consiente los dislates de la CUP porque son, en el fondo, hermanos con ideas equivocadas, rarezas de familia. Mientras que los comunes son extraños izquierdistas equidistantes que diluyen la agenda nacionalista. Con esta muletilla, su esfuerzo se dirigirá a debilitar a Pere Aragonès ante el público independentista sin poner en peligro, de momento, la continuidad del Gobierno.

Esta falta de lealtad entre los dos socios —de doble dirección— irá creciendo a medida que pasen los meses y alcanzará su cenit coincidiendo con la antesala de las elecciones municipales a la vuelta del verano de 2022. Eso si la degradación no se acelera y el ambiente no se torna irrespirable antes de lo previsto. Los discursos que se escucharon ayer en el Parlament indican que una parte de JxCAT, la más correosa y que sigue viviendo en 2017 (el torrismo sin Torra), quiere hacer embarrancar y romper el Gobierno mañana mismo. Pero esta es una formación sin liderazgo (Carles Puigdemont ajeno al día a día, Jordi Sànchez —el secretario general— cada vez más contestado por los cuadros) y, por lo tanto, necesita mucho más tiempo para decidir cuestiones tan relevantes. Una cosa es la palabrería y otra la acción política decidida para cargarse un Gobierno del que se forma parte y que asegura el pan a un ejército de militantes.

La legislatura en Cataluña solo excederá de los dos años de duración —llevamos medio— con cambios sustantivos en la configuración de las actuales alianzas. ERC y JxCAT van a partir peras, bien anticipando las elecciones, bien rompiendo el Gobierno actual, que pasaría a manos de los republicanos en solitario y con JxCAT en la oposición. Lo razonable es pensar que aún queda un trecho por recorrer hasta llegar a ese extremo, pero en la política catalana todo es posible y no hay que descartar la vía exprés. Este es el escenario que unos y otros van construyendo y que forzosamente acabará por caer del árbol como fruta madura. Aunque también es cierto que en algunas ocasiones el fruto acaba por pudrirse sin soltarse de la rama.

No había duda alguna de que la extrema izquierda independentista se mantendría fiel a su tradición y clavaría un puñal en la espalda del Gobierno catalán más pronto que tarde. Finalmente, el navajazo en el costado de Pere Aragonès ha sido propinado por la CUP en la primera curva, apenas seis meses después de su investidura. Cómase usted estos presupuestos autonómicos y antirrevolucionarios con patatas, han venido a decir sus socios anticapitalistas en el Parlament al presidente de la Generalitat. Quien con niños se acuesta...

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Pere Aragonès
El redactor recomienda