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El PSC, el único pegamento entre las dos Cataluñas
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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El PSC, el único pegamento entre las dos Cataluñas

El congreso extraordinario viene a certificar que el papel presente y futuro del PSC es imprescindible para una Cataluña que se pretenda normalizada políticamente

Foto: El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta (d), y el líder del PSC en el Parlament, Salvador Illa. (EFE/Marta Pérez)
El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta (d), y el líder del PSC en el Parlament, Salvador Illa. (EFE/Marta Pérez)
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Congreso extraordinario del PSC este fin de semana para entronizar formalmente al nuevo jefe de los socialistas catalanes. Habrá, cómo no, reconocimiento al actual ministro de cultura y deportes, Miquel Iceta, regalándole la presidencia del partido a modo de pago por los servicios prestados entre 2014-2021 al frente de la secretaría general. Y, por supuesto, vítores, aplausos y coronas de laurel para su sustituto como nuevo mandamás, el que fuera ministro de salud al principio de la pandemia y ganador de las últimas elecciones catalanas, Salvador Illa. Todo ello presidido y bendecido por Pedro Sánchez, que el domingo se acercará a Cataluña para proclamar de nuevo que Illa es su hombre y, además, el futuro presidente de la Generalitat. Plas, plas, plas.

La intrahistoria da para poco: algunos cambios en la ejecutiva para ajustarla a los gustos del nuevo capitán del socialismo catalán y discursos complacientes sobre lo preparado que está el PSC para gobernar la Generalitat, el peso del municipalismo en el proyecto, la apuesta por una Cataluña que diga sí a proyectos como el de la ampliación del aeropuerto y, cómo no, la necesidad de que la coalición entre ERC y JxCAT acepte su inoperancia y de paso a un nuevo escenario que, oh, sorpresa, solo es posible con la participación —mejor aún, con el liderazgo— de los socialistas. El pescado está vendido si es que hay algún pescado que vender. El congreso no es más que un trámite que hay que cumplir para certificar orgánicamente que Salvador Illa es el hombre que manda en plaza.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), estrecha la mano del portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. (EFE/Mariscal)

Pero, más allá de las cosas del partido, sí hay elementos de reflexión general que vale la pena resaltar sobre la coyuntura política actual del PSC y su relevancia actual y futura para la progresiva normalización política de Cataluña, imposible sin su concurso.

El PSC, además de los comunes, es el único partido que en Cataluña trabaja desde una posición neta e indudablemente constitucionalista por superar la política de bloques (constitucionalista vs. independentista). Combate con convicción al independentismo desde el punto de vista discursivo y programático, pero asume la necesidad de naturalizarlo como actor político relevante con el que hay que convivir y negociar si asume la inviolabilidad del marco jurídico. Esto ha tenido su traslación al PSOE, encamado con ERC, y la plasmación práctica más evidente hasta la fecha han sido los indultos a los presos independentistas, amén de la negociación de los presupuestos generales del Estado y la puesta en marcha de una mesa de negociación Gobierno-Generalitat. Todo ello ha sido de utilidad para mejorar el clima político en Cataluña a pesar de que haya podido representar costes en el resto de España para el PSOE. Y no es solo mérito de la necesidad exigida por la aritmética parlamentaria en el Congreso, es también gracias al trabajo e influencia del PSC.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Alejandro García)

Los socialistas catalanes, tanto en la fase liderada por Miquel Iceta como cuando el discurso pasó a facturarse en la cabeza de Salvador Illa, no se arrugan en la defensa de sus convicciones constitucionalistas, pero siguen siendo sensibles para con las particularidades de la sociedad catalana. El último ejemplo es su voto en el Parlament a favor de la propuesta del PP de acabar con la inmersión lingüística, pero sin caer en el tremendismo y deshonestidad intelectual del PP, C’s o Vox de comparar la situación que se vive en Cataluña con la Alemania nazi, el 'apartheid' sudafricano o el espíritu de Ermua, nacido después de la ejecución a sangre fría de Miguel Ángel Blanco.

El PSC es, además, el único partido constitucionalista con posibilidades reales de gobernar Cataluña. Ni los Comunes, ni C’s, ni el PP, ni Vox están en condiciones ni siquiera de soñarlo. Y es consciente, además, de que, para conseguirlo, necesita ampliar su bolsa de votos con ciudadanos provenientes de todas las tendencias. Eso le obliga a seguir insistiendo en mantenerse en la posición de rótula entre dos mundos (soberanismo–constitucionalismo) en teoría irreconciliables para no perder ni un solo voto de los que ya tiene, pero atreverse a conquistar cuantos pueda provenientes del nacionalismo más tibio. Además, no es un asunto menor, recuperó en las municipales del 2019 su hegemonía en el área metropolitana de Barcelona y está bien posicionado para conservar, no solo su peso en las principales ciudades de esa conurbación, sino para volver a gobernar también la capital catalana, dado el desgaste que sufre el proyecto de Ada Colau, en cuanto acudamos a votar en las próximas municipales.

El futuro de la política catalana, en cualquiera de las variables que quieran contemplarse, tiene en el PSC un actor principal. La peor de las noticias para el independentismo fue que la resurrección de los socialistas catalanes se produjera sin atisbo de complejo sobre su españolidad, pero, al mismo tiempo, sin renunciar a tener en cuenta en todos sus posicionamientos —a diferencia del PP, C’s o Vox— la complejidad de la sociedad catalana desde el punto de vista identitario. Illa, en este sentido, no ha inventado nada y sigue transitando por el camino que desbrozó primero Miquel Iceta. El congreso extraordinario viene a certificar que el papel presente y futuro del PSC es imprescindible para una Cataluña que se pretenda normalizada políticamente, aunque eso cueste de entender en el resto de España y en muchas ocasiones entre las propias filas socialistas de otras baronías. Hay que reconocerle la virtud de trabajar con grises en una época de blanco y negro. Y eso, en Cataluña, tiene bastante mérito.

Congreso extraordinario del PSC este fin de semana para entronizar formalmente al nuevo jefe de los socialistas catalanes. Habrá, cómo no, reconocimiento al actual ministro de cultura y deportes, Miquel Iceta, regalándole la presidencia del partido a modo de pago por los servicios prestados entre 2014-2021 al frente de la secretaría general. Y, por supuesto, vítores, aplausos y coronas de laurel para su sustituto como nuevo mandamás, el que fuera ministro de salud al principio de la pandemia y ganador de las últimas elecciones catalanas, Salvador Illa. Todo ello presidido y bendecido por Pedro Sánchez, que el domingo se acercará a Cataluña para proclamar de nuevo que Illa es su hombre y, además, el futuro presidente de la Generalitat. Plas, plas, plas.

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