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Josep Martí Blanch

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Somos un rebaño, necesitamos pastor y perro

Insulto es lo de Pedro Sánchez con la mascarilla y abuso es lo de la Generalitat con el toque de tócame Roque

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
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El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha autorizado el toque de queda en Cataluña, tal y como había solicitado la Generalitat. También el límite de 10 personas para los encuentros y reuniones de carácter privado. El Gobierno catalán sigue siendo el número uno en el capítulo de restricciones. No tiene rival. Cuestiones epidemiológicas al margen, hay un intento de narrativa política en ser más papistas que el papa. Si Madrid es la cara, Cataluña la cruz. O al revés, como prefieran. Aunque la confrontación de modelo no es solo con Ayuso, también lo es con Pedro Sánchez. Lo que Pere Aragonès les dice a los catalanes es más o menos lo que sigue: aquí tenéis un Gobierno que se preocupa por la salud, no como en la Comunidad de Madrid. Y, a diferencia de Pedro Sánchez, nosotros no nos arrugamos ni le tenemos miedo a Ayuso.

Así que a la patochada de la mascarilla de Pedro Sánchez, los catalanes van a sumar a título individual restricciones severas de sus derechos más fundamentales en los próximos días. Y, a título gremial, nuevamente va a ponerse en jaque económico a los colectivos más afectados por las medidas restrictivas sobre limitaciones de aforos en la restauración y el cierre del ocio nocturno.

Los primeros de la clase desde el primer día de la pandemia, aquellos en los que el felizmente olvidado Quim Torra acusaba al Gobierno español de provocar la muerte de sus conciudadanos. También ahí había discurso político conviviendo con la necesaria mirada epidemiológica. Del España roba al España mata. Afortunadamente, quedan lejos todas esas indecentes bravatas.

Las nuevas restricciones, que necesitaban el aval de la Justicia, han contado con la oposición de la Fiscalía. Aunque ese posicionamiento no ha sido suficiente para que el TSJC impidiera su entrada en vigor. No será servidor quien enmiende la plana a los jueces. Llevamos tiempo suficiente en medio de una pandemia para saber que a la mayoría de los conciudadanos el debate sobre derechos y libertades les importa más bien poco. Tampoco lo que diga la ciencia les resulta muy relevante, si tenemos en cuenta el porcentaje de personas que no se sacaron la mascarilla en la calle cuando dejó de ser obligatoria. Tampoco hemos recuperado, por poner otro ejemplo que no sean los bozales, las cartas convencionales en los restaurantes y ahí seguimos con los QR de marras. Dígannos lo que tenemos que hacer, tenga sentido o no, es la posición mayoritaria entre los ciudadanos. Así que tampoco hay porque ponerse muy bravo porque a uno le encierren en casa por la noche sin que medie una justificación razonable de por medio.

Foto: Foto: Reuters/Susana Vera.

Pero pasa que lo de las libertades sigue siendo cosa seria aunque les importen a cuatro gatos. Y pasa también que el toque de queda no figuraba entre las recomendaciones que los expertos en salud que asesoran a Generalitat incluyeron como necesarias para hacer frente a la sexta ola. Y pasa, además, que desde la Consejería de Salud de la Generalitat se insiste en que esta medida no va con ellos. Añadiendo que, si quiere saberse de dónde proviene el interés por el toque de queda, hay que mirar a la Consejería de Interior y en su incapacidad para evitar los botellones juveniles.

Resumiendo: ¿no puedo con los botellones? Pues encierro a los catalanes en su casa. ¿Medida proporcional? Sí, si como parece la preservación y defensa de los derechos fundamentales nos importa un comino. Así que bienvenido sea el toque de tócame Roque.

Foto: Unos ancianos conversan protegidos con mascarillas en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

La propia secretaria de Salud Pública, Carmen Cabezas, reconocía ayer mismo en una entrevista en RAC1 que el toque de queda respondía principalmente al intento de controlar botellones y aglomeraciones nocturnas de jóvenes. Aceptaba explícitamente la autoridad sanitaria que, para atajar un problema de orden público menor como los botellones, no había reparo en lesionar derechos fundamentales. La pandemia todo lo cubre. Incluso los abusos y los insultos. Porque insulto es lo de Pedro Sánchez con la mascarilla y abuso es lo de la Generalitat con el toque de tócame Roque. Por muy avalado que venga por la decisión del TSJC.

Como uno no aspira a ingresar en el club del negacionismo, al que se envía con suma facilidad a quien discrepa de la oficialidad, reproduzco como atenuante la respuesta de Magda Campins, presidenta del Comité Científico Asesor para la Covid-19 en Cataluña, a la pregunta en una entrevista en 'elDiario.es' sobre qué le parece la aplicación del toque de queda nocturno a pesar de no figurar entre las recomendaciones de dicho grupo de trabajo:

“Va a tener poco impacto… Es una medida más de concienciación a la población, de decir que cuidado que estamos muy mal… de recordar cada día y a cada momento que estás en pandemia”.

Exactamente como las mascarillas en los espacios abiertos. Porque, claro, a todos se nos ha olvidado lo del covid y alguien tiene que recordárnoslo. Aunque sea a base de suspender, como en Cataluña, derechos fundamentales solo para hacernos memoria. No pasa nada. Somos un rebaño. Así que rindámonos y aceptemos que bien está que haya también pastor y perro. Feliz Navidad.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha autorizado el toque de queda en Cataluña, tal y como había solicitado la Generalitat. También el límite de 10 personas para los encuentros y reuniones de carácter privado. El Gobierno catalán sigue siendo el número uno en el capítulo de restricciones. No tiene rival. Cuestiones epidemiológicas al margen, hay un intento de narrativa política en ser más papistas que el papa. Si Madrid es la cara, Cataluña la cruz. O al revés, como prefieran. Aunque la confrontación de modelo no es solo con Ayuso, también lo es con Pedro Sánchez. Lo que Pere Aragonès les dice a los catalanes es más o menos lo que sigue: aquí tenéis un Gobierno que se preocupa por la salud, no como en la Comunidad de Madrid. Y, a diferencia de Pedro Sánchez, nosotros no nos arrugamos ni le tenemos miedo a Ayuso.

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