Es noticia
La traición a los jóvenes españoles
  1. España
  2. Pesca de arrastre
Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

Por

La traición a los jóvenes españoles

Los 400 euros del bono cultural son una opípara última cena que les ofrecemos antes de quitárselo todo, incluida la ilusión

Foto: Varios estudiantes repasan antes del inicio de la evaluación para el acceso a la universidad en la Comunidad de Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Varios estudiantes repasan antes del inicio de la evaluación para el acceso a la universidad en la Comunidad de Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, ha explicado que a finales de enero estará listo el decreto que regulará la nueva dádiva estatal de 400 euros en forma de bono cultural para los jóvenes españoles que alcancen en 2022 la mayoría de edad. Los chavales podrán gastarlo en lo que les apetezca, dice el ministro, pero nada de toros, ropa y restaurantes. Tampoco, aunque no lo haya dicho la autoridad competente, podrá adquirirse por lo que parece pornografía, drogas y armamento. No esperábamos menos.

Como se nos considera militantes entusiastas del paletismo, se supone que habiéndonos explicado que los franceses e italianos vienen aplicando la medida desde hace años es más que suficiente para que nos quedemos asombrados ante la generosidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez con nuestro dinero. De tal forma que solo acertemos a añadir un 'oh, là, là' antes de levantar las copas para celebrar la medida al grito de 'cent’anni'.

Foto: El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Pero ya que se utiliza a Francia e Italia como argumento de autoridad, sería razonable que nos detallaran qué cambios en los hábitos de consumo cultural van a suponer esos 400 euros en el bolsillo de cada joven en el largo plazo. Básicamente, para asegurarnos de que estamos ante una inversión que va a rentarnos un gran beneficio en el futuro. ¿Qué resultados tangibles está dando en los países en los que se aplica, más allá de alegrarle el cumpleaños a un jovencito? De esto nada se nos cuenta. Y tampoco sorprende. A nuestra política —también a la de nuestros vecinos— lo que le gusta es dar titulares y, si la caja lo permite, repartir caramelos; no evaluar los resultados de las políticas públicas. Mejor esperamos sentados.

La crítica más facilona a la iniciativa es acusarla de electoralista y de pretender comprar voluntades con dinero público. Pero lo cierto es que, electoralista o no, el voto de la muchachada no está a la venta por esa cantidad de dinero. Más caros les salen los hijos a los padres y la mayoría apenas consiguen que retiren la mesa y se hagan la cama. Por ahí hay poco que estirar, si es que en algún momento los monclovitas han considerado que con este gesto van a poner a toda la chiquillada en fila ante las urnas cuando llegue el momento.

Foto: El ministro de Cultura, Miquel Iceta. (EFE)

Tiene todo el sentido la polémica sobre la exclusión de la tauromaquia del listado de actividades que podrán sufragarse con el bono. No hay ninguna duda de que se trata única y exclusivamente de una discriminación ideológica, máxime cuando existe una ley que la define como patrimonio cultural de España. Sería de recibo que, o bien se cambiara la legislación para ajustarla a esta decisión, o que las ayudas no fuesen únicamente para aquellas actividades que son del gusto del mandatario de turno. Así que tienen razón los empresarios taurinos en poner el grito en el cielo mientras las leyes sean las que son. Por el contrario, lo que no tiene ni pies ni cabeza es la actitud de los puristas de la alta cultura, críticos con la inclusión del videojuego en el listado de cosas que sí podrán adquirirse con el bono de dinero público. A ver, si un joven puede comprarse libros de Paulo Coelho, con más razón y buen gusto ha de poder adquirir también el 'Call of Duty' o el 'Hallo Infinite'.

La industria cultural no va a hacer ascos a la iniciativa y menos en tiempos de covid. La consignación en los presupuestos del Estado del cheque cultural para los jóvenes se ha fijado en 210 millones de euros, mientras que la aportación al PIB de los diferentes sectores vinculados a la creación cultural superaba con anterioridad al covid los 30.000 millones, según el Satélite de la Cultura del Ministerio de Cultura y Deportes. No es mucho, pero a nadie le amarga un dulce. Aunque, por poner las cifras en perspectiva, digamos que hay gente que tiene motivos para estar más contenta. Como los fondos de inversión propietarios de Pachá, por traer a colación un negocio vinculado particularmente a la juventud.

Uno no puede dejar de ver el bono como la última cena antes de traicionar a los jóvenes en su ingreso en el club de los adultos

Volviendo a los chavales, nos alegramos de que tengan un buen cumpleaños. Cuatrocientos euros a los 18 dan para mucho, sobre todo si uno ha nacido en una casa en la que ha aprendido que el dinero debe estirarse. Y estas casas son la mayoría en este país.

Pero, más allá de los corsés ideológicos que posicionan automáticamente a unos a favor y a otros en contra de la medida y de preguntarse si no hay necesidades más urgentes y selectivas a las que destinar 200 millones de euros, uno no puede dejar de ver el bono como una opípara última cena que ofrecemos a los jóvenes antes de traicionarlos en el momento en el que —formalmente— ingresan en el club de los adultos.

Foto: Bono Cultural para jóvenes: de cuánto dinero es, quién puede pedirlo y para qué servirá. Foto: Efe Zipi Aragon

Porque a esos jóvenes de 18 que irán cumpliendo rápido más años les cundiría más una reforma del sistema de pensiones que no pusiese en su espalda y sus magros sueldos —cuando los tengan— la responsabilidad de mantenerlo en pie, políticas ambiciosas para crear un parque de viviendas de alquiler que no hiciese cada vez más utópica la emancipación a una edad razonable, que los títulos de transporte a un precio bonificado no finalizaran a los veintipocos años o que el copago en farmacias de los medicamentos sufragados por la Seguridad Social dejase de beneficiar de un modo tan desequilibrado a los pensionistas en detrimento de los jóvenes.

Podríamos alargar la lista de cuestiones que, de llevarse a cabo, harían más fácil que esos jóvenes pudiesen seguir comprando libros, entradas para el teatro, recitales y cines más allá de los 18 y sin tener que esperar una regalía del Estado o a las ayudas indefinidas de padres y madres. Regalar el dinero público que no tenemos es tanto más fácil cuanto más ineficaz. Pero no seamos aguafiestas. Feliz cumpleaños y que lo disfruten. Que después vamos a quitárselo todo, empezando por la ilusión. Y sí, lo han adivinado. Hay jóvenes en casa.

El ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, ha explicado que a finales de enero estará listo el decreto que regulará la nueva dádiva estatal de 400 euros en forma de bono cultural para los jóvenes españoles que alcancen en 2022 la mayoría de edad. Los chavales podrán gastarlo en lo que les apetezca, dice el ministro, pero nada de toros, ropa y restaurantes. Tampoco, aunque no lo haya dicho la autoridad competente, podrá adquirirse por lo que parece pornografía, drogas y armamento. No esperábamos menos.

Pedro Sánchez Miquel Iceta
El redactor recomienda