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Aprobada por error: PSOE y UP seguirán necesitando a los nacionalistas
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Josep Martí Blanch

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Aprobada por error: PSOE y UP seguirán necesitando a los nacionalistas

Que la aprobación de la reforma laboral haya sido posible por el error de un diputado del PP echa por tierra el discurso sobre el nacimiento de una 'nueva mayoría'

Foto: El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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El epígrafe que finalmente encabezará la reforma laboral de Yolanda Díaz (“Aprobada por error”) obliga a echar a la papelera parte de la literatura que se ha escrito estos días sobre el nacimiento de una nueva mayoría de gobierno y el entierro de la que propició la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020. Las alianzas que hasta ahora han funcionado en el Congreso tendrá altos, bajos y algún que otro bajón como el de ayer. Pero no hemos llegado todavía a un escenario de ida sin billete de vuelta. Socialistas, podemitas y nacionalismos volverán a guardarse las espaldas una temporada. Se necesitan. Los unos a los otros y los otros a los unos.

La agenda legislativa que PSOE y Podemos tienen en mente seguirá exigiendo el concurso de los independentistas. No ha nacido —otra cosa es confundir deseos con realidades— una alternativa a ese escenario. Lo prueba el hecho de que al final la reforma laboral haya sido aprobada gracias a la poca profesionalidad de un diputado del PP. Llegará el día en que la mayoría de la investidura rompa la vajilla, pero eso será cuando las urnas estén más cerca. De momento, hay que seguir compartiendo piso.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (Reuters/Juan Medina) Opinión

Otra cosa es que la reforma laboral haya demostrado que para las cosas que tutela Europa, y la reforma laboral era una, exista cierto margen para explorar y practicar geometrías variables y que eso, además, resulte particularmente interesante a Pedro Sánchez, sobre todo después de tomar nota de los resultados de Portugal premiando la moderación. Pero ya se ha visto cuán tremendamente arriesgadas resultan según qué aventuras. Las cosas como son. Sin el error del diputado de marras, Yolanda Díaz debería marcharse a casa y Sánchez tardaría en digerir el ridículo.

Los tiempos que vienen serán de calma y tempestad. Ambas cosas. A medida que vaya agitándose el fantasma electoral, más nubes que claros. Pero progresivamente. No de un día para otro. La necesidad es todavía la que es.

Sin el error del diputado de marras, Yolanda Díaz debería marcharse a casa y Sánchez tardaría en digerir el ridículo

De muestra, un botón. “Mañana volveremos a hablar”, dijo el jefe de filas republicano en el congreso, Gabriel Rufián, tras el agrio rifirrafe mantenido con la ministra Yolanda Díaz en el debate previo a la votación. Tocaba aplicar un poco de árnica a la hinchazón que afecta a la relación entre las izquierdas, no sea que la cosa se vaya definitivamente de madre. Así que Rufián sacó el tubo de pomada y la aplicó con moderación. Habrá que hablar, claro. Con gusto o sin él. Porque ni ERC puede pegar una patada definitiva al tablero, ni el Gobierno de Sánchez puede mandar a tomar viento a los independentistas.

Pongamos el foco en Cataluña para entender estos vasos comunicantes. Lo mismo que los republicanos han hecho con Yolanda Díaz en el Congreso —atacarla vehementemente por el flanco izquierdo para dificultar la operación cuajada de su liderazgo— lo vienen sufriendo los republicanos en el Parlament por parte de la CUP. Si en el Congreso la reforma laboral ha servido para que Rufián convirtiera a Sánchez y a Díaz en asalariados del Ibex 35, en el Parlament la CUP se esfuerza en hacer de Pere Aragonès un monigote al servicio de los fondos de inversión inmobiliarios.

Los anticapitalistas ya dejaron tirado al Gobierno de Pere Aragonès cuando la aprobación de los presupuestos de la Generalitat, que acabaron saliendo adelante con los votos de los comunes. Y por mucho que Aragonès haya seguido insistiendo en que la extrema izquierda independentista sigue siendo su socio de referencia, lo cierto es que eso no ha sido así ni un solo día. Los verdaderos socios del Gobierno de ERC y JxCAT son los comunes. Es con el hermano catalán de Podemos que Pere Aragonès saca adelante leyes y convalida decretos en el Parlament. Y cuando no, pacta la renovación de órganos estatutarios con los socialistas.

Pues bien, la líder de los comunes en el Parlament, Jéssica Albiach, ya ha hecho saber a los republicanos que su no a la reforma laboral de Yolanda Díaz puede tener consecuencias. La advertencia de Albiach consiste en hacer explícita la posibilidad de dejar de ser la muleta necesaria de los de Oriol Junqueras en el Parlament. Y sin el apoyo de los podemitas la legislatura catalana gripa el motor. Porque reconstruir los puentes con la CUP se antoja imposible.

Foto: Pleno del Congreso que debate y vota la convalidación de la reforma laboral. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión
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Así que Gabriel Rufián lleva razón cuando dice que mañana la mayoría de la investidura de Pedro Sánchez volverá a hablar. No les queda otra que, de momento, volver al redil en el que las ovejitas suman en número suficiente sin tener que fiarlo todo a diputados que se equivoquen votando. Vasos comunicantes entre el Parlament y el Congreso. No esperen de ERC que convierta su estadía en el Congreso en un apuñalamiento obsesivo y diario al Gobierno del PSOE-UP. Habrá más desencuentros, pero requerirá más tiempo para que lleguen a ser irreversibles. Toca quererse, ni que sea un poquito y por obligación. Todavía.

El epígrafe que finalmente encabezará la reforma laboral de Yolanda Díaz (“Aprobada por error”) obliga a echar a la papelera parte de la literatura que se ha escrito estos días sobre el nacimiento de una nueva mayoría de gobierno y el entierro de la que propició la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020. Las alianzas que hasta ahora han funcionado en el Congreso tendrá altos, bajos y algún que otro bajón como el de ayer. Pero no hemos llegado todavía a un escenario de ida sin billete de vuelta. Socialistas, podemitas y nacionalismos volverán a guardarse las espaldas una temporada. Se necesitan. Los unos a los otros y los otros a los unos.

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