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La exhalación a plazos de Pablo Casado
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Josep Martí Blanch

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La exhalación a plazos de Pablo Casado

Nadie pudo parar a Donald Trump o a Boris Johnson. Y está por ver que los Frenos Feijóo sirvan para frenar a Ayuso

Foto: Simpatizantes de Díaz Ayuso se reúnen en la sede del PP. (Reuters/Juan Medina)
Simpatizantes de Díaz Ayuso se reúnen en la sede del PP. (Reuters/Juan Medina)
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Y entonces un gallego, con pinta de tranquilo hermano mayor, se arremangó y arregló el desaguisado. Cogió firmemente las riendas del partido. Dio sepultura al hermano que amenazaba con arruinar la casa del padre y pactó con su hermana pequeña que ella renunciaría a dirigir toda la hacienda y se conformaría con la parcela que ya le había sido dada en propiedad. Y fueron felices y comieron perdices. Chimpún.

Del cuento Disney del primer párrafo solo es verdad que Pablo Casado está fuera de la ecuación. Le queda al frente del partido que aún preside el tiempo que tarde en aceptar que ya no tiene pulso político y se resigne a firmar el autocertificado de defunción. De momento, como en todas las agonías, se aferra a la vida y prefiere exhalar a plazos. El mejor consejo que se le pueda dar es que vaya ensayando con una versión libre y en plural del 'Et tu, Brute?'. Sería algo así: “¿También vosotros?”.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE/Víctor Lerena)

Pero que Feijóo vaya a ser el hombre que liderará el Partido Popular a largo plazo y que Ayuso dé cumplimiento a su reiterada insistencia en que su sitio está en y solo en Madrid es harina de otro costal. Los problemas se atajan mejor de uno a uno. Convencida mayoritariamente la familia popular de que el problema más urgente es Pablo Casado, toca enterrarlo y adiós muy buenas. Y para ello era necesario que Feijóo y Ayuso simularan una entente duradera que disimulara la ambición de la segunda y permitiera al primero darse el gusto de soñar, ahora sí, en convertirse en un líder nacional. Así, con el nacimiento de una nueva pareja, se cierra el primer capítulo de la saga. El pescado está vendido a falta de la última escena: el último aliento y los títulos de crédito. Pero quedan más guiones por escribir y rodar.

Empezará otra vez el juego. Feijóo, acostumbrado a gobernar en una Galicia que políticamente sigue instalada en el bipartidismo imperfecto, no es 'a priori' el hombre ideal para la brega del tablero político español del presente. Puede pacificar puertas adentro, pero seguirá teniendo una bestia enjaulada en Madrid que sí domina y ha entendido las reglas que rigen en tiempos de exaltación. Los discursos que retratan a Feijóo como el único cosedor posible del roto popular, olvidan que el signo del presente es divisivo y que va a seguir siéndolo. Hay que coser a los propios, efectivamente, pero después hay que dividir al resto y llevarte tú la mayor parte. Y esta segunda parte del trabajo no es el estilo de Feijóo.

Nadie en el Grand Old Party pudo parar a Donald Trump y tampoco hubo freno posible para Boris Johnson en el club 'tory', por poner dos ejemplos. Así que está por ver que los Frenos Feijóo que imaginan ahora en el Partido Popular para la presidenta madrileña puedan limitar de un modo efectivo la ambición de Ayuso. Lo que desde luego no es creíble es que la presidenta de la Comunidad de Madrid se conforme con el espacio de poder que ya maneja. Debe aplicarse ahí la lógica del futbol sobre el entrenador confirmado en el puesto. Cuanto más se dice, más falso resulta.

Si Casado entrega finalmente las armas, y el partido queda en manos de una gestora hasta el próximo congreso, preparémonos para encuestas que determinarán que la verdadera líder de los populares es Ayuso. Si la solución es un congreso extraordinario, Feijóo no tendrá problemas para asumir el mando formal del partido. Pero viviremos la misma situación de encumbramiento de Ayuso de cara a la nominación del candidato para derrotar a Pedro Sánchez en las elecciones.

Entraremos en una fase de encuestas y más encuestas sobre el candidato favorito de los votantes de derechas, sobre quién tiene más posibilidades de ganar a Sánchez y al mismo tiempo frenar a Vox. Y ahí Ayuso tiene las de ganar porque ella y su equipo son quienes mejor entienden el signo de los tiempos. El principal problema de Feijóo es que siendo la solución para acabar con el problema Casado, tendría que dejar de ser él mismo para pasar a ser otra cosa y consolidarse como una alternativa creíble para taponar a Vox y ampliar la bolsa de votantes del PP. Feijóo es un líder estupendo para un bipartidismo que en España ya no existe. Pero está por ver qué tal resulta cambiado de pecera. Mientras que Ayuso ya ha acreditado que mantiene a los votantes populares y es magnética también para los que ya se han ido o piensan en irse al partido de Santiago Abascal. Otra cosa es si entra en juego la variable Justicia y Ayuso acaba teniendo problemas en los tribunales. Pero como los tiempos de las togas son muy diferentes a los de la política, ni siquiera eso serviría para sacarla del tablero.

Y entonces un gallego, con pinta de tranquilo hermano mayor, se arremangó y arregló el desaguisado. Cogió firmemente las riendas del partido. Dio sepultura al hermano que amenazaba con arruinar la casa del padre y pactó con su hermana pequeña que ella renunciaría a dirigir toda la hacienda y se conformaría con la parcela que ya le había sido dada en propiedad. Y fueron felices y comieron perdices. Chimpún.

Pablo Casado Alberto Núñez Feijóo Isabel Díaz Ayuso
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