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Josep Martí Blanch

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ERC no quiere ahorcar a Pedro Sánchez

Aragonès y la dirección colegiada que fija la estrategia de ERC no tienen ningún interés en propiciar un ahorcamiento político de Pedro Sánchez a tenor del escándalo Pegasus

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
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Un resumen de la situación sería este: a pesar de las novedades de las últimas horas, el presidente de Cataluña, Pere Aragonès, y la dirección colegiada que fija la estrategia de ERC no tienen ningún interés en propiciar un ahorcamiento político de Pedro Sánchez a tenor del escándalo Pegasus. Pero, ¡ojo!, tienen todavía menos ganas de acabar ahorcándose ellos mismos, y eso es lo que creen que sucedería si no fuerzan al presidente español a tomar decisiones de calado.

Aragonès está convencido de que no puede garantizarse la comprensión de su partido, ni la de los votantes que fluctúan entre sus siglas y las de otras formaciones políticas independentistas en las elecciones, ante un asunto tan grave como el del espionaje sin adoptar una actitud beligerante. Por eso no está en disposición de bajarse del burro de las exigencias al Gobierno español para que asuma responsabilidades. Se mantienen y mantendrán firmes en esa posición. Y con mayor motivo después de que la situación se haya agravado tras conocerse que el propio Pere Aragonès figura en la lista de los ciudadanos espiados por el CNI.

El presidente catalán recibió ayer mientras almorzaba y sin alterarse lo más mínimo la noticia de que su nombre figuraba en la lista autorizada por el juez del Tribunal Supremo que atiende las peticiones de espionaje de los agentes de Inteligencia. El suyo es formalmente un espionaje legal, aunque cuesta imaginar qué amenaza real representaba Pere Aragonès cuando se produjeron las escuchas. Conocida la noticia, se despachó el asunto con claridad en el Palau de la Generalitat: las nuevas informaciones no provocarán un cambio de guion en la estrategia de ERC sobre el particular. Quizás un poco más de gasolina verbal, pero no alteraciones de fondo en las exigencias que ya estaban fijadas por parte de los republicanos para que la situación entre ellos y los socialistas pueda reconducirse.

Siguen siendo las mismas: ceses y/o dimisiones, un encuentro con Pedro Sánchez para hablar a fondo del asunto y tratar de alcanzar algún punto de encuentro declarativo que no ha de ser coincidente al cien por cien, y una gestión más ambiciosa del caso por parte del Gobierno español que, tal como rezaba la nota emitida ayer por Presidencia de la Generalitat, pasaría por la desclasificación en Consejo de Ministros de documentos secretos para que puedan darse a conocer los motivos que ampararon ante el juez la petición de espiar, entre otros, al mismo Pere Aragonès.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)

Sobre la reunión con Pedro Sánchez, desde el Palau de la Generalitat se insistió durante el día de ayer en que no podrá contarse como tal el saludo de cortesía que hoy se producirá en la clausura de las jornadas del Círculo de Economía, en la que ambos presidentes coincidirán con su homóloga de la Unión Europea, Ursula von der Leyen. Tampoco será útil un improvisado aparte de cinco minutos que sirva para escenificar de cara a la galería un amago de reunión. Aragonès considera que el encuentro con Pedro Sánchez para hablar de Pegasus, caso de producirse, debe tener un formato más serio y una escenificación más planificada. El miércoles, día de la inauguración de las jornadas, el siempre comedido presidente de la Generalitat subía el habitual tono de sus intervenciones para acusar a Sánchez de dinamitar la vía del diálogo con su actitud displicente respecto al caso Pegasus. Falta por ver qué conejo se saca de la chistera el presidente español en su visita hoy a Barcelona ante un auditorio con el que vivió un idilio en la edición del año pasado.

ERC vive con confortabilidad no estar sola en la exigencia de responsabilidades. Que Unidas Podemos, a pesar de formar parte del Gobierno español, sea igual o más combativa que los propios republicanos y que incluso el PNV, el adalid del pragmatismo político, considere, por boca de Aitor Esteban, que “aún queda mucha tela por cortar”, les permite manejar con mayor comodidad sus exigencias y no sentir la presión de que todo depende exclusivamente de ellos.

Foto: El portavoz del PSOE, Héctor Gómez, a la salida de la comisión de secretos. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El hecho disruptivo del caso Pegasus en la posición de ERC, de regreso al principio de este texto, es que por primera vez ha dejado de funcionar entre los republicanos el espantapájaros de un futuro Gobierno PP-Vox que pudiera sustituir al actual Ejecutivo. La consigna es que se puede ser paciente con la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat, incluso aceptar que no dé ningún fruto, y que sigue siendo posible nadar y guardar la ropa con otros asuntos de menor enjundia. Pero no con Pegasus. De ahí que el mensaje a Pedro Sánchez sea que esta vez no puede haber una recomposición del tablero político sin que este tome previamente decisiones que permitan a los republicanos salvar la cara ante su público.

Si Pedro Sánchez quiere recuperar al socio republicano, está obligado a poner de su parte. En la Generalitat, lo que ahora da más miedo —que lo da— no es un futuro Gobierno PP-Vox, sino que se acabe instalando entre el electorado soberanista la convicción de que la estrategia de diálogo de ERC era tan solo fachada y que lo único que pueden hacer los republicanos a la hora de la verdad es seguidismo del PSOE pase lo que pase, incluso cuando se espía al presidente de la Generalitat. Eso les convertiría explícitamente en inoperantes y no pueden permitírselo. O al menos en esa conclusión están instalados por el momento. Sánchez no tiene salida fácil del embrollo. Debe andar también preguntándose qué es lo que él puede permitirse y lo que no.

Un resumen de la situación sería este: a pesar de las novedades de las últimas horas, el presidente de Cataluña, Pere Aragonès, y la dirección colegiada que fija la estrategia de ERC no tienen ningún interés en propiciar un ahorcamiento político de Pedro Sánchez a tenor del escándalo Pegasus. Pero, ¡ojo!, tienen todavía menos ganas de acabar ahorcándose ellos mismos, y eso es lo que creen que sucedería si no fuerzan al presidente español a tomar decisiones de calado.

Pedro Sánchez Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
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