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Feijóo, orejas y rabo en Barcelona
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Josep Martí Blanch

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Feijóo, orejas y rabo en Barcelona

Se hizo escuchar y tras la perorata las palmas con las que le obsequió el auditorio fueron más allá de lo protocolario por espontaneidad, duración e intensidad

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Andreu Dalmau)
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Coincidencia de los cronistas: Feijóo toreó de manera excelente en las jornadas del Círculo de Economía en Barcelona. El aplausómetro tras su intervención no dejó lugar a dudas. Se hizo escuchar y tras la perorata las palmas con las que le obsequió el auditorio fueron más allá de lo protocolario por espontaneidad, duración e intensidad.

Tan notoria fue la buena aceptación entre los asistentes a las jornadas del 'lobby' económico catalán, que hasta el presidente del PP en la comunidad, Alejandro Fernández, que ocupaba silla en primera fila, giró la cabeza hacia el fondo del auditorio con semblante de sorpresa para cerciorarse de que era la sala entera la que seguía aplaudiendo el discurso de Feijóo y no solo la primera fila.

Nada que ver con la fría acogida con que era recibido en el mismo escenario su predecesor en el sillón de mando del PP, Pablo Casado. La fórmula del éxito del nuevo presidente popular fue pasar página del proceso situándolo en el pretérito, no ensañarse con sus protagonistas, cargar las tintas sobre las consecuencias económicas del mismo, definirse autonomista y adversario del centralismo con el siempre recurrente principio de subsidiariedad administrativa como comodín y el aval de su trayectoria política al frente de la Xunta. A estos principios sumó el regalar los oídos de los presentes, refiriéndose a Cataluña como nacionalidad y prometiendo una bajada de impuestos. Todo ello coronado con el argumento circular de que sin estabilidad política no hay crecimiento económico y que sin lo segundo tampoco es viable lo primero. Plas, plas, plas.

Ni el foro ni los asistentes son lugar propicio para grandes discursos épicos y emocionales. Así que si te aplauden es simplemente porque gusta lo que dices y coincide con el sentir de quienes te escuchan. Pero también había ganas de hacerle saber a Feijóo que su estilo de oposición es el que el empresariado y los directivos —al menos los ahí reunidos— consideran necesario, útil y también efectivo. Sobre el futuro, si Casado despertaba dudas sobre qué pretendía hacer y cómo, con Feijóo el mundo económico parece convencido de haber encontrado alguien fiable y predecible, que además se adorna con un tono con el que se sienten más confortables. Si el Círculo de Economía sirve como termómetro de alguna cosa, Feijóo está en el buen camino con este tipo de público.

Por contraste, las palabras de Pedro Sánchez en su discurso de clausura fueron escuchadas sin ningún entusiasmo. A diferencia del confeti que cosechó en su intervención del año pasado, cuando bastaba con referirse a los fondos de reconstrucción europeos por el covid-19 para que todo el empresariado se mostrase dispuesto a bailar pegado al Gobierno y a su presidente; en la presente edición el inquilino de la Moncloa fue recibido con cierto aire rutinario en el ambiente. Y la cosa no mejoró con el discurso presidencial, que fue tan plúmbeo como previsible. Sánchez sacó la metralleta de hablar y repasó todos los lugares comunes que, a sus ojos, certifican lo buenos que son él y su Gobierno y lo mucho mejor que nos irían las cosas de lo que ya nos van si no fuera porque el malo de Putin sigue empeñado en estropearnos la fiesta.

El año pasado Sánchez fue un rey en Barcelona y el empresariado, su corte. Este año simplemente ha sido el hombre al que por protocolo le tocaba cerrar las jornadas, igual que las inaugura el presidente de la Generalitat. En el ámbito puramente político, en la edición del año pasado recogió el guante del Círculo de Economía sobre los indultos a los condenados por el proceso y en lo económico repartió copas repletas de optimismo a cuenta de los fondos extraordinarios europeos para dar oxígeno a la recuperación económica. Eran los días del cambio de marco. Del confinamiento al nuevo renacer español de la mano de Europa.

Como el viaje no ha sido el que se prometió —por motivos endógenos y exógenos—, no es de extrañar que este año sus palabras hayan sido recibidas con indiferencia y frialdad. Aunque lo bueno de hablar en el Círculo de Economía es que todos los asistentes han disfrutado de una buena educación y son gente de excelentes modales que escuchan hasta el final y aplauden con cortesía, incluso cuando lo que han oído les ha entrado por una oreja a la misma velocidad que les ha salido por la otra. Hará bien Sánchez preocupándose de Feijóo a tenor de lo visto en Barcelona, la plaza más difícil de entrada para un líder popular, ante según qué auditorios y colectivos.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)

Más allá de estas cuestiones, de las jornadas del Círculo de Economía hay que destacar también que cada vez se organizan con mayor intención de convertirlas en un pasacalles político y de políticos. De cara a la notoriedad informativa del evento, esto es sin duda un acierto, puesto que garantiza portadas y muchos minutos de información; afianzando el papel de la entidad como lugar de encuentro obligado para que líderes políticos multinivel —país, comunidad, ciudad— desgranen su mensaje interesado.

Pero el evento, como lugar de encuentro y análisis de tendencias, ideas y paradigmas para entender el mundo del presente en su variante económica y empresarial, deja mucho que desear. Demasiada presencia en el programa de ponentes para cumplimentar a gobiernos y patrocinadores. Muchos discursos previsibles y ya oídos en infinitas ocasiones. Ahora que por primera vez habrá elecciones en el Círculo de Economía, al no haberse consensuado una única candidatura, como era tradición, para sustituir al actual presidente, sería bueno que los dos candidatos, Jaume Guardiola (ex consejero delegado del Banco Sabadell) y Rosa Cañadas (presidenta de Trea Capital Partners), explicaran también cómo se imaginan las futuras jornadas, que ya deberán organizarse bajo la batuta de uno de los dos. Académicos, investigadores y conferenciantes del mundo esperan turno, siempre que al Círculo le siga preocupando —y está claro que así es entre muchos de sus miembros— el mundo de las ideas que mueven o moverán el planeta.

Coincidencia de los cronistas: Feijóo toreó de manera excelente en las jornadas del Círculo de Economía en Barcelona. El aplausómetro tras su intervención no dejó lugar a dudas. Se hizo escuchar y tras la perorata las palmas con las que le obsequió el auditorio fueron más allá de lo protocolario por espontaneidad, duración e intensidad.

Alberto Núñez Feijóo
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