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PSOE-ERC, de oca a oca y tiro porque me toca
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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PSOE-ERC, de oca a oca y tiro porque me toca

Aragonès necesita la foto con Sánchez para que siga pareciendo que la estrategia junquerista del diálogo sigue viva y que su apuesta —aunque no dé frutos rápido— sigue siendo válida y acertada

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), saluda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d). (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), saluda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d). (EFE/Andreu Dalmau)
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Coincidiendo con el aniversario de los indultos a los líderes del proceso —que ahora está revisando el TS tras dar curso finalmente a los recursos que interpusieron Vox, PP y Cs—, los fontaneros de las presidencias del Gobierno de España y de la Generalitat, el ministro Félix Bolaños y la consejera Laura Vilagrà, se vieron las caras para reparar el motor de la renqueante alianza entre el PSOE y ERC, que gripó con el escándalo Pegasus. Quedan quilómetros por recorrer y ni unos ni otros tienen intención de transitarlos a pie. Así que tocaba vestir a Bolaños y a Vilagrà de mecánicos para que empezaran a ajustar tuercas y circuitos para que el vehículo vuelva a circular.

Nada sustancial se derivó del encuentro. Los 'sherpas' de los presidentes quedaron en que sus patronos se verán las caras antes de vacaciones y que, de un modo u otro, habrá avances legislativos que permitirán a ERC intentar construir un discurso para su electorado sobre los avances en la desjudicialización del proceso de independencia. En realidad, nada de nada. El compromiso mutuo entre socialistas y republicanos para poner en marcha la legislatura —yo te indulto, tú me invistes— está cumplido y desde entonces todo ha sido un marear la perdiz para llenar el tempo político. Con Pegasus se cruzó un cisne negro, pero también en este caso el precio quedó fijado de inmediato: la cabeza de la exdirectora del CNI Paz Esteban y reforma de la ley de secretos oficiales y del control judicial de la Inteligencia española.

Foto: El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños (i), recibe a la 'consellera' de la Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà (d), antes de su reunión este miércoles en el Palacio de la Moncloa en Madrid. (EFE/Javier Lizón)

Todo lo demás ha pasado a mejor vida. El mejor ejemplo es la mesa de negociación entre el Gobierno español y el catalán, que formaba parte del acuerdo de investidura entre los de Junqueras y los de Sánchez y que debía ser el lugar en el que se trabajase una salida definitiva y estructural al conflicto. No hace falta medirse con los calificativos que merece esa iniciativa. Es, sin duda, sin que deba modificarse el juicio en función del posicionamiento ideológico que cada uno profese, una absoluta tomadura de pelo.

Aun así, Pere Aragonès necesita la foto con Sánchez para que siga pareciendo que la estrategia junquerista del diálogo sigue viva y que su apuesta —aunque no dé frutos rápido— sigue siendo válida y acertada. Por eso no pueden romper del todo el hilo del compromiso que los une al PSOE, porque eso significaría el reconocimiento de un fracaso absoluto. La relación de ERC con el PSOE en el Congreso, a la hora de sacar adelante iniciativas parlamentarias, seguirá siendo como hasta ahora: la de aquí me caigo, pero allí me vuelvo a levantar. No veremos un idilio parlamentario entre socialistas y republicanos, pero tampoco ningún abandono de hogar. No hay alternativa.

Foto: Gobierno y generalitat se reúnen hoy para intentar reconducir la relación

Sánchez tampoco está obligado a dar nada sustancial que no haya dado ya (indultos para asegurarse el inicio de la legislatura o la cabeza de la exdirectora del CNI tras Pegasus). Las negociaciones que puedan producirse y que ERC intentará explicar en clave independentista no van a ser más que acuerdos normales y ordinarios entre un Ejecutivo central y uno autonómico (garantizar la ejecución de los presupuestos, infraestructuras, etc.) o entre partidos (modificación de la ley mordaza, por ejemplo). Acuerdos que podrían producirse exactamente de la misma manera con cualquier otro partido o con cualquier otro Gobierno regional, sin que mediara agenda independentista de por medio.

Así que, para tranquilidad de quienes ven en esta posibilidad una traición a España y para desazón de los que consideran que hay ahí un problema que debería abordarse para evitarnos males futuros, de retomar la negociación política para abordar el conflicto soberanista, más bien un cero patatero, en aznarista expresión. Estamos ante una escenificación del ejercicio más viejo que existe en política: llenar el tiempo presente saltando de oca a oca o, lo que es lo mismo, de reunión en reunión, para que como mínimo pueda decirse que el tema sigue estando encima de la mesa hasta que lleguemos a la precampaña. Nada más.

Foto: Pere Aragonès, junto a Pedro Sánchez, en mayo de este año. (EFE/Quique García)

Con eso, a ERC no le llega del todo, pero a base de ingeniería verbal puede sobrevivir durante largo tiempo ante un electorado anestesiado con la jeringuilla de la frustración como es el independentista. La prueba está en que por mucho que se desgañite JXCAT en el frente interno catalán, intentando demostrar que la estrategia de la negociación que empujan los republicanos es una estafa, no consiguen movilizar nada ni a nadie más allá de la miniburbuja de Twitter en la que participan sus más fieles militantes.

En realidad, el independentismo civil agradece, en estos momentos, que no esté pasando nada más de lo que pasa, que es más bien poco o nada. Tal es su grado de desfondamiento. Por eso ERC puede sobrevivir con tan poco alimento como el que proporcionan reuniones-tertulia como la de Bolaños-Vilagrà del miércoles o la anunciada para finales de julio entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès.

Coincidiendo con el aniversario de los indultos a los líderes del proceso —que ahora está revisando el TS tras dar curso finalmente a los recursos que interpusieron Vox, PP y Cs—, los fontaneros de las presidencias del Gobierno de España y de la Generalitat, el ministro Félix Bolaños y la consejera Laura Vilagrà, se vieron las caras para reparar el motor de la renqueante alianza entre el PSOE y ERC, que gripó con el escándalo Pegasus. Quedan quilómetros por recorrer y ni unos ni otros tienen intención de transitarlos a pie. Así que tocaba vestir a Bolaños y a Vilagrà de mecánicos para que empezaran a ajustar tuercas y circuitos para que el vehículo vuelva a circular.

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