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Barcelona, la cárcel del pensamiento libre y la libertad de expresión
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Barcelona, la cárcel del pensamiento libre y la libertad de expresión

Tanto hablar de la ultraderecha y resulta que, al menos en Cataluña, no hay que llegar ni a la extrema izquierda para darse de bruces con opositores a totalitarios

Foto:  El presidente de Hazte Oír, Ignacio Arsuga. (EFE/David Fernández)
El presidente de Hazte Oír, Ignacio Arsuga. (EFE/David Fernández)
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No es la primera vez. Pero dada la gravedad no toca otra que denunciarlo cada vez que ocurre. Los Mossos d' Esquadra interceptaron ayer el autobús propagandístico de la organización Hazte Oír contra la aprobación de la ley trans e impidieron su circulación por Barcelona. Lo hicieron, según la propia policía autonómica, atendiendo a una denuncia de la Oficina de Igualdad de Trato y No Discriminación de la Generalitat de Cataluña.

Sacó pecho (¡No pasarán!, literalmente) la consejería de igualdad y feminismos, que añadió que en Cataluña han de respetarse los derechos humanos. Se olvidó la consejera de la cosa, la talibán Tània Verge, que la libertad de expresión y la de pensamiento forman parte de esos derechos básicos que ella dice defender. En realidad, Verge y todo el gobierno de ERC, dado que nadie la ha desautorizado, milita en una categoría cada vez por desgracia más habitual. La de aquellos que confunden el progresismo con una cárcel del pensamiento y de la palabra. Tanto hablar de la ultraderecha y resulta que, al menos en Cataluña, no hay que llegar ni a la extrema izquierda para darse de bruces con opositores a totalitarios.

Foto:  Foto: Twitter de Hazte Oir

No es la primera vez que el autobús de Hazte Oír tiene problemas en Barcelona. En una anterior visita, la alcaldesa Ada Colau, tampoco muy amiga de la libertad de expresión cuando la practican quienes no piensan como ella, utilizó a la guardia urbana para sancionar con 60.000 euros el paso del autocar por la ciudad condal. Recientemente, la justicia falló a favor de Hazte Oír argumentando que los mensajes que el autobús lucía en la carrocería no merecían denuncia alguna y que había que contemplarlos en el marco del disfrute la libertad de expresión. Quizás por este motivo, el Ayuntamiento no ha movido ficha en esta ocasión. Pero en Cataluña siempre hay un censor dispuesto a prohibir aquello que no quiere que oigamos los ciudadanos. Y esta vez ha sido la Generalitat quien ha decidido actuar como un Savonarola de tres al cuarto.

Que en plena tramitación de la ley trans, y con el debate social que el texto promueve, no pueda llevarse a cabo en Cataluña una campaña de comunicación afirmando cosas como “les niñes no existen” o “no a la mutilación infantil” es un abuso de poder, cuando no directamente prevaricación por hacer un uso torticero de la legislación de odio que, en manos de los censores, sirve para acallar cualquier opinión que resulte discrepante. Inadmisible en una sociedad democrática y abierta como la nuestra, al menos así era hasta hace no mucho.

Foto: Irene Montero, Ione Belarra y Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo)

Los mismos que se muestran ufanos por imposibilitar la circulación del bus de Hazte Oír, se pasan el día lamentándose que Pablo Hasel esté en la cárcel o de que el rapero Valtonyc esté instalado en Bélgica para evitar su encierro por las letras de sus canciones. Curiosa manera de entender el derecho a la libertad de expresión: solo debería ser disfrutable por aquellos que coinciden con tus planteamientos. Otros -no nos avergüenza ponernos una medalla- somos un poquitín más coherentes y podemos escribir artículos a favor de que Hassel, Valtonyc y Hazte Oír digan lo que les dé la real gana sin reparar si su ideología nos resulta más simpática o menos. Resulta paradójico y ridículo que quienes defendemos este planteamiento seamos tachados de intolerantes y de atentar contra los derechos humanos. Pero así son las cosas en el matrix de hoy en día. Unos cardan la lana y otros ganan la fama.

No hay paciencia que valga con atropellos de este tipo. La moderación es útil para debatir con gentes razonables capaces de respetar a los demás y entender que el delito de odio no puede extenderse como una goma elástica para tapar la boca de quienes discrepan de una política determinada. Llegados a este punto toca decirles las cosas por su nombre a los aprendices de totalitarios: son una vergüenza y un fraude democrático.

Les niñes no existen, decía el bus de Hazte Oír. Yo también lo creo. Igual que no comparto otras afirmaciones de esta asociación abonada a la provocación como forma de hacer proselitismo de sus posicionamientos ideológicos y políticos. Pero coincidiendo con lo de les niñes, invito a los mossos a que vengan a detenerme por un delito de odio y contra los derechos humanos. Ante el teclado les espero. Sin oponer resistencia, pero también sin ninguna intención de rectificar.

No es la primera vez. Pero dada la gravedad no toca otra que denunciarlo cada vez que ocurre. Los Mossos d' Esquadra interceptaron ayer el autobús propagandístico de la organización Hazte Oír contra la aprobación de la ley trans e impidieron su circulación por Barcelona. Lo hicieron, según la propia policía autonómica, atendiendo a una denuncia de la Oficina de Igualdad de Trato y No Discriminación de la Generalitat de Cataluña.

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