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La ofensa del corredor mediterráneo y la tozudez levantina
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Josep Martí Blanch

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La ofensa del corredor mediterráneo y la tozudez levantina

Ya va siendo hora de que junto a la España radial, que el PSOE y el PP convirtieron hace tres décadas en prioritaria, se impulse la circular, que ha de mejorar la competitividad del eje mediterráneo

Foto: Los presidentes autonómicos de Cataluña, Pere Aragonès (2i), la Comunidad Valenciana, Ximo Puig (2d), y Murcia, Fernando López Miras (i), posan junto al presidente de la Asociación de Empresarios Valencianos, Vicente Boluda. (EFE/Quique García)
Los presidentes autonómicos de Cataluña, Pere Aragonès (2i), la Comunidad Valenciana, Ximo Puig (2d), y Murcia, Fernando López Miras (i), posan junto al presidente de la Asociación de Empresarios Valencianos, Vicente Boluda. (EFE/Quique García)
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La España circular reunida en Barcelona para reclamar —y ya son muchas veces— celeridad en las obras de construcción del corredor mediterráneo. Año tras año y desde hace seis, bajo el empuje de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), el evento reivindicativo se autoerige como la gota malaya que se encarga de recordar al Gobierno de España que la realidad ni empieza ni acaba en Madrid. Y que ya va siendo hora de que, junto a la España radial que el PSOE y el PP convirtieron hace tres décadas en prioritaria, se impulse la circular, que ha de mejorar la competitividad de todo el eje mediterráneo: Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña.

Ayer solo faltó a la cita en el plano institucional el presidente andaluz, Juanma Moreno, de viaje oficial a la cumbre del clima en Egipto. A diferencia de la última vez que el evento se celebró en Barcelona, esta vez el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, sí asistió al encuentro, a diferencia de su predecesor en el cargo, Quim Torra, que menospreciaba cualquier proyecto que implicara colaboración entre comunidades autónomas en condición de igualdad entre ellas. Vale la pena remarcarlo porque, más allá de dar información sobre las prioridades políticas de ERC en el presente, sitúa todo el eje mediterráneo español en una posición unánime y sin fisuras a favor de la finalización de las obras de esta infraestructura europea.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE)

Hay que agradecer que los empresarios valencianos, verdadero pulmón de la reivindicación de la infraestructura cuando nadie creía en ella, hablen para que se les entienda y no confundan la educación y el saber estar con el silencio y el quedar bien. Su presidente, Vicente Boluda, es peleón y declina el eufemismo. Su asociación no se cree la fecha que da el Gobierno para la finalización del corredor (2026) y tilda de imposible que en cuatro años la conexión Algeciras-frontera francesa esté acabada. No solo eso. También se despachó, como quien no quiere la cosa, acusando al ministerio de desviar fondos europeos a otros proyectos, aunque nominalmente estuviesen destinados al corredor mediterráneo.

No es ninguna sorpresa el posicionamiento de la AVE. Donde queda mejor resumida su vehemente crítica al Ejecutivo, al de ahora y a los de antes, es en su último spot publicitario, presentado hace unos días. Un niño y su padre evidenciando ante la cámara su frustración por los retrasos e imprevisibilidad de los fascículos de la colección el corredor mediterráneo, que supuestamente se vende en el quiosco.

Por parte del Gobierno, la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, hizo lo que se espera del representante de un Ejecutivo. Hacer como que oye llover, insistir en la fecha de 2026 como límite para el final de las obras y regar el auditorio con datos económicos para demostrar el compromiso del Ejecutivo con la obra. No hay titular que un buen equipo de comunicación no intente vender mareando al auditorio con millones invertidos y kilómetros de vía construidos, aunque sepa que cualquier análisis serio lo destruirá en un pispás.

Más allá de la fecha, sobre la cual es razonable creer a los empresarios, dado el estado de ejecución del proyecto, bien estará lo que bien acabe. El proyecto deberá sortear más impedimentos que la propia dejadez de los sucesivos gobiernos españoles hasta ahora. Los franceses, tan amigos de los suyo, no están poniendo las cosas fáciles, y una cosa será llegar hasta la frontera y otra lo que acontezca de ahí hasta el corazón de Europa. También está pendiente el trazado final de esta gran infraestructura europea —que nuestra autarquía mental observa tantas veces como una obra española—, que en estos momentos está sufriendo modificaciones, como informaba hace unos días Enric Juliana en La Vanguardia.

Foto: Lambán y Moreno, en el Palacio de San Telmo. (EFE/José Manuel Vidal)
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Al beneficio económico de la infraestructura, a su racionalidad para mejorar los tiempos de conexión entre ciudades y regiones productiva y demográficamente importantes (Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía), se han sumado en los últimos tiempos otras variables que hacen imprescindible que la obra se ejecute en el menor tiempo posible. Una es de tipo medioambiental —sustituir el tránsito de mercancías por carretera por la vía férrea— y no admite discusión alguna. La otra es más reciente y también resulta definitiva. Tiene que ver con el colapso de la AP-7 (autopista del Mediterráneo) desde que se liberaron los peajes por el final de las concesiones. El Levante español se ha quedado sin vía rápida de circulación por carretera, así que es perentorio sacar de ella cuantos más camiones mejor para que la zona de España más afianzada sobre la economía productiva vuelva a disponer de una conexión rápida y segura también a través del asfalto.

Dentro de un año volveremos a escribir el mismo artículo. Ya lo dijo ayer el dueño de Mercadona, Juan Roig. Los levantinos somos muy cabuts (tozudos) y estamos dispuestos a acabar, siguiendo con las palabras del propietario del gigante de la distribución alimentaria, con la ofensa que supone no tener a estas alturas un corredor mediterráneo como Dios manda. Que sea en 2026 ya no nos lo creemos. Pero cuanto antes, mejor.

La España circular reunida en Barcelona para reclamar —y ya son muchas veces— celeridad en las obras de construcción del corredor mediterráneo. Año tras año y desde hace seis, bajo el empuje de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), el evento reivindicativo se autoerige como la gota malaya que se encarga de recordar al Gobierno de España que la realidad ni empieza ni acaba en Madrid. Y que ya va siendo hora de que, junto a la España radial que el PSOE y el PP convirtieron hace tres décadas en prioritaria, se impulse la circular, que ha de mejorar la competitividad de todo el eje mediterráneo: Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña.

Vicente Boluda
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