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La pesadilla del referéndum ya está otra vez aquí
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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La pesadilla del referéndum ya está otra vez aquí

Para determinar hasta qué punto hay que tomarse en serio la resurrección del referéndum como mantra resucitado, basta con analizar en estos momentos los intereses de ERC y el PSOE

Foto: El presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras (d), charla con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Marta Pérez)
El presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras (d), charla con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Marta Pérez)
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Vuelve el referéndum de independencia a las portadas. Con el cadáver todavía caliente de la sedición y la malversación, ERC ya ha empezado a dar la brasa de nuevo con el asunto de las urnas. Lo han hecho tanto Pere Aragonès como Oriol Junqueras.

Los socialistas catalanes han avivado también el debate con la oportuna entrevista a Salvador Illa en El Confidencial, en la que este reconocía que le parece razonable que los catalanes puedan votar sobre su futura relación con España, siempre que no se contemple la posibilidad de que ese voto sirva para romperla.

Han saltado los socialistas desde todas las madrigueras a negar al unísono algo que Illa no había dicho. Es decir, a insistir que jamás de los jamases habrá un referéndum de independencia. Ha faltado tan solo que lo juraran por el niño Jesús, la Virgen y el santoral al completo.

Foto: La portavoz del Govern, Patrícia Plaja. (EFE/Marta Pérez)

La palabra de los socialistas vale en este tema lo que vale. La propia ERC se encarga de recordarlo a diario en Cataluña. El argumento de Junqueras y compañía es que han conseguido los efectos de una amnistía para la clase política del procés y que el PSOE siempre había dicho que eso no podía ser y que además era imposible.

Así que, ¿por qué motivos deberíamos creer a los socialistas ahora cuando juran que ni en mil vidas habrá referéndum de independencia? El argumento de ERC es el mismo que manejan el PP y Vox, aunque el objetivo sea diferente: Sánchez hará lo que sea si le conviene para seguir en la Moncloa. Así que no hay que dar mucha importancia ni a su palabra ni a la de los suyos.

Para determinar hasta qué punto hay que tomarse en serio la resurrección del referéndum como mantra resucitado, basta con analizar en estos momentos los intereses de ERC y el PSOE. No lo que dicen, sino aquello que les conviene.

Para los primeros, mantener viva la brasa de una futura consulta por la independencia es imprescindible, amén de coherente. Lo hacen con palabras de diferente graduación. Pere Aragonès, más institucional, habla solo de un referéndum siempre acordado primero con el Estado. Ha hecho incluso una propuesta de ley de claridad para que esa consulta tuviera validez. Aragonès se sitúa en el larguísimo plazo, sin fechas ni otra condición que trabajar hasta conseguirlo.

Oriol Junqueras, desde el partido, es el que se dedica a recordar —esta misma semana— que si las negociaciones fracasan, deberá retomarse la vía unilateral como en 2017, porque también esta vía es democrática.

Entre los dos intentan abrazar, mantener y ampliar su espectro de votantes, muchos de los cuales apoyan la estrategia de la negociación, pero no eternamente. Del mismo modo que otros no quieren oír hablar de unilateralidad. Así pues, se mantienen los dos discursos y todo el mundo contento.

Foto: El presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras (d), charla con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Marta Pérez)
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Pero ni el más optimista de ERC ve factible, ni en estos momentos ni en el futuro, una consulta por la independencia. Ni con Sánchez, ni con Feijóo, ni con los que vayan a venir. Pero necesitan el comodín del referéndum vivito y coleando en la agenda pública de manera recurrente, si no quieren enfadar a demasiados de sus votantes.

Del otro lado, los socialistas, al menos eso dice el manual del sentido común, no pueden permitirse ni tan siquiera dar alas teóricas a esa posibilidad. De ahí la rapidez y el número de cargos que han salido en tromba a negar que el referéndum pueda suceder algún día. El estropicio sería probablemente irreversible dentro del propio partido y también entre el electorado. Más que la palabra dada y las convicciones, son los intereses. Son estos los que hacen imposible un referéndum de independencia en Cataluña avalado por los socialistas.

Así las cosas, el camino que dibujaba Salvador Illa en El Confidencial es el único que, con suficiente tiempo de por medio, podría ser de utilidad, al plantear una salida que se aleja de los dos escenarios más radicales y perjudiciales: el inmovilismo y la ruptura. En realidad, de lo que está hablando el exministro de Sanidad es de la reforma del Estatut.

Foto: El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, durante una intervención en el Congreso. (EFE/Chema Moya)

Es este el único punto de encuentro factible sobre esta cuestión, aunque pueda vestirse con otra fórmula. Hoy podríamos hacer una larga lista de opinadores —contrarios a esta posibilidad— que en los momentos álgidos del proceso firmaban análisis y opiniones defendiendo que la solución al problema estaba en retomar el Estatut tal y como estaba antes de que el Tribunal Constitucional se pusiese a zapatear encima de él.

Así que no hay motivos en estos momentos para focalizar la atención sobre un hipotético referéndum de independencia. Ni acordado —no es viable políticamente—, ni unilateral, por mucho que Junqueras farolee con él otra vez...

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), conversa con el presidente de Aragón, Javier Lambán (d). (EFE/Fernando Alvarado)

Lo cual no quiere decir que España no deba estar preparada, en función de cómo sean las mayorías tras el ciclo electoral, para afrontar una nueva etapa de las negociaciones con los independentistas, en la que ya no se trate de hablar del pasado —consecuencias de 2017—, sino del futuro: ¿cómo hacemos para devolver a dos millones de catalanes al pacto constitucional? Eso solo podrá pasar votando algo que resulte aceptable tanto al inmovilista y como al rupturista. Es la única solución y siempre ha estado ahí. Solo que aún queda muy lejos. Muchas otras frutas habrán de madurar primero.

De añadido: España no necesita la labor de zapa de los independentistas para debilitarse. PSOE, PP y los magistrados que hacen colas virtuales en las sedes de los partidos para asegurarse carreras de éxito saben cómo hacerlo perfectísimamente y sin la ayuda de nadie. Ahí está la pobre Justicia, con las vergüenzas a la vista de todos, para acreditarlo. El precio, a pagar entre todos, empieza a ser inasumible en términos de confianza en las instituciones.

Vuelve el referéndum de independencia a las portadas. Con el cadáver todavía caliente de la sedición y la malversación, ERC ya ha empezado a dar la brasa de nuevo con el asunto de las urnas. Lo han hecho tanto Pere Aragonès como Oriol Junqueras.

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