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La escuela de las personas menstruantes
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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La escuela de las personas menstruantes

Menstrúan las mujeres y los hombres no. Y, como las personas somos una cosa o la otra, lo de personas menstruantes es por fuerza una solemne bobada que únicamente refleja el desprecio por la realidad en el que viven instaladas nuestras sociedades

Foto: Foto: Generalitat de Cataluña.
Foto: Generalitat de Cataluña.
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La Generalitat de Catalunya empezará con el año nuevo a repartir en 1.150 centros educativos un lote de productos menstruales en el marco de la campaña 'Mi regla, mis reglas', que ya venía funcionando en 2021 a modo de prueba piloto. Los objetivos son los mismos que sirven siempre para dar relleno a todo proyecto impulsado por la internacional falangista del siglo XXI: empoderamiento, lucha contra la pobreza y sostenibilidad ambiental. Las armas que se facilitarán para librar esta revolución de tres cabezas consisten en una copa menstrual, unas bragas menstruales y una compresa reutilizable que, a modo de welcomepack, serán entregadas a las alumnas de los centros educativos catalanes.

Deben disculparme. Hay un error imperdonable por injustificable en el párrafo anterior. Es correcto que el kit de la regla estará formado por los tres productos que se han descrito. Pero los destinatarios de tanta generosidad y buenas intenciones no serán solo las alumnas. También se repartirán los mismos productos entre las personas menstruantes. La escuela catalana no tiene para pan, pero sí para bollos. El nivel de conocimientos adquiridos en primaria y secundaria, según el monitoreo oficial del propio departamento, se ha derrumbado en los dos últimos años, pero nadie es responsable de ello. En cambio, a la hora de introducir las nuevas reglas del lenguaje propio del género fantástico en los centros educativos no hay quien les tosa a los funcionarios de educación en rapidez y eficacia. De ahí que ya figuren las personas menstruantes como beneficiarias del pack en las cartas oficiales que se mandan a los padres y madres del alumnado para informar de la campaña.

No hay tontería semántica nacida en una universidad anglosajona que no haya acabado conquistando el mundo pijooccidental

Lo de cuestionar la idoneidad del término personas menstruantes para referirse a quienes tienen la regla le costó a la autora de Harry Potter, J. K. Rowling, una campaña de descrédito mundial por haber afirmado que en inglés ya tenían una palabra para nombrar a las personas menstruantes. Y que ese término era sencilla y llanamente mujer. Le llovieron palos desde todas partes al grito de tránsfoba y de fomentar el discurso del odio hacia los colectivos que no encajan en el marco normativo de la dictadura que imponemos las mujeres y los hombres cis aprovechándonos de nuestra aplastante mayoría. Ya se vio, cuando lo de la señora Rowling, que lo de personas menstruantes acabaría imponiéndose en todas partes. Bastaba una simple mirada a las experiencias similares de los últimos años. No hay tontería semántica nacida en una universidad anglosajona que no haya acabado conquistando el mundo pijooccidental por la vía rápida del activismo eficaz de unos y el bajar los brazos de los demás.

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Son victorias que nada que ver tienen con la razón. Menstrúan las mujeres y los hombres no. Y, como las personas somos una cosa o la otra, lo de personas menstruantes es por fuerza una solemne bobada que únicamente refleja el desprecio por la realidad en el que viven instaladas nuestras sociedades, abrazadas a la coartada de que no puede ofenderse a nadie ni herir sus sentimientos, que deben prevalecer sobre cualquier otra consideración. El deseo y la voluntad individual son suficientes para que el colectivo —todos— debamos declarar suspendida la realidad y abrazar nuevas maneras de hablar y comportarnos.

La discusión resulta imposible porque, para forjar una realidad paralela basada en la sentimentalidad y en la emocionalidad de los individuos, no se requieren pruebas de ningún tipo. Basta con que digan que las cosas son para que sean. Y, cuando una causa gana la batalla de la performatividad —lo que decimos se convierte en realidad—, no queda más que apartarse a un lado y reconocerles el trabajo bien hecho a sus seguidores. A fin de cuentas han convencido al mundo de que el sol ilumina la noche y la luna el día. Algo tan difícil de creer como que mujer y persona menstruante no son exactamente lo mismo. No digan que no tiene mérito.

La Generalitat de Catalunya empezará con el año nuevo a repartir en 1.150 centros educativos un lote de productos menstruales en el marco de la campaña 'Mi regla, mis reglas', que ya venía funcionando en 2021 a modo de prueba piloto. Los objetivos son los mismos que sirven siempre para dar relleno a todo proyecto impulsado por la internacional falangista del siglo XXI: empoderamiento, lucha contra la pobreza y sostenibilidad ambiental. Las armas que se facilitarán para librar esta revolución de tres cabezas consisten en una copa menstrual, unas bragas menstruales y una compresa reutilizable que, a modo de welcomepack, serán entregadas a las alumnas de los centros educativos catalanes.

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