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Aragonès pone la proa hacia un nuevo referéndum, pero el barco naufraga sin salir del puerto
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Josep Martí Blanch

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Aragonès pone la proa hacia un nuevo referéndum, pero el barco naufraga sin salir del puerto

Un acuerdo de claridad por un referéndum de independencia entre catalanes es imposible. Y menos en un año electoral en que todos los partidos deben ahondar en sus diferencias para captar la atención del electorado

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès. (EFE/Andreu Dalmau)
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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, presentó el martes lo que constituirá la oferta política de ERC en el eje independentista para el nuevo ciclo electoral: el acuerdo de claridad. Abandonada por Oriol Junqueras la idea de la unilateralidad, el presidente de la Generalitat propone ahora un viaje de supuesto consenso entre todos los catalanes, independentistas y constitucionalistas.

El viaje propuesto debería concretarse en una oferta formal de fórmula de votación en la que se habrían puesto de acuerdo las formaciones políticas catalanas a finales de 2023 y que sería elevada a negociación y posterior acuerdo con el gobierno de España en 2024 para su autorización con las condiciones finalmente pactadas entre las partes.

El esquema del proyecto republicano, pilotado desde la Generalitat, arrancará con una cumbre de partidos catalanes —todos menos Vox, al que se le impone el veto—, una comisión de trabajo de docentes de los ámbitos del derecho y las ciencias políticas que trabajarán diferentes escenarios posibles, un foro de participación de entidades cívicas y sociales para que estas expresen también su opinión y 800 ciudadanos empaquetados en lotes de 100 que también discutirían entre ellos la fórmula y condiciones que debiera adoptar ese futuro referéndum.

Foto: Aragonès activa el proceso para tener en 2024 su propuesta de referéndum (EFE.-)

El Parlament de Cataluña ya tumbó esta propuesta sobre la que ahora insiste el presidente de la Generalitat el 30 de septiembre. La insistencia de Aragonès se debe a que ERC necesita un cromo que ofrecer a su electorado soberanista y también al convencimiento de que puede sacar provecho electoral de esta apuesta, precisamente gracias al fracaso garantizado de la misma.

¿Un presidente apostando por algo que sabe que va a salirle mal? Efectivamente. El mensaje de ERC será, una vez contabilizado el naufragio del proyecto, que es la única formación política que arriesga de verdad para solucionar un problema endémico y que lo hace con una oferta realista. Y que solo el egoísmo de los demás, bien por utópicos (los otros independentistas), bien por inmovilistas (los constitucionalistas) impide que la única solución posible llegue a buen puerto. Esta es la idea, otra que la apuesta les salga bien. Así que necesitamos más apoyos para hacerlo posible.

En realidad, un acuerdo de claridad por un referéndum de independencia entre catalanes es imposible. Y menos en un año electoral en el que todos los partidos deben ahondar en sus diferencias para captar la atención del electorado.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)

Ni desde el independentismo —JxCAT y la CUP—, ni desde el constitucionalismo —PSC, PP, Cs— van a darle aire a esta cuestión. Para los primeros la estrategia del diálogo y la negociación no tiene sentido, porqué España jamás se avendrá a autorizar un referéndum de independencia. Y para los segundos tampoco lo tiene porqué hablar de las condiciones bajo las cuales una consulta de este tipo podría llevarse a cabo de manera legal es sencillamente inimaginable.

Así las cosas, el juguete al que el presidente de la Generalitat ha dado cuerda resulta no ser más que un artefacto con el que poder armar un discurso que posibilite a su partido ir a las elecciones generales con algo que decir en el eje identitario, más allá de que también puedan presumir y sacar pecho de las concesiones ya realizadas por Pedro Sánchez —indultos y reforma del Código Penal (esto último, sin todos los réditos que los republicanos pensaban que tendría)— en la presente legislatura.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ofrece su discurso institucional. (EFE/Genralitat/Arnau Carbonell)

El PSC, por boca de Salvador Illa, ya ha dicho que su partido no asistirá a ninguna reunión que tenga como objetivo incidir en la división de los catalanes. La CUP afirma que solo acudirá si queda claro que se trata de una reunión para avanzar claramente hacia la independencia. JxCAT aceptará la invitación, pero únicamente para poner el dedo en el ojo de Pere Aragonès. PP y Cs, por supuesto, no se moverán de su casa. Y Vox está vetado. Ya se ve a las claras que la conversación y el acuerdo entre catalanes se antoja imposible. Con más motivo con el calendario a cortísimo plazo que pretende Pere Aragonès con su planteamiento utópico. De hecho, insistimos, ni tan siquiera es viable un pacto entre una parte de los catalanes, los independentistas; que es lo que vivimos hace unos años e hizo posible el escenario que alcanzó el punto de máxima ebullición en 2017.

Y a largo plazo, ese acuerdo de claridad —si ha de ir más allá del soberanismo para poder ser planteado— solo será posible si deja a un lado la independencia como objetivo y se centra en encontrar una fórmula de votación que, sin plantear la secesión, sirva para reformular el encaje territorial de Cataluña en el conjunto del estado sin satisfacer a nadie plenamente y a todos un poco. Esta fórmula también la conocemos por haberla vivido. Se llama reforma del Estatut y embarrancó ante el tribunal constitucional en 2010, cuatro años después de aprobarse en el Parlament de Cataluña y en las Cortes y ser validado en referéndum por la ciudadanía. Pero incluso para esto, lo únicamente realmente viable, es demasiado pronto todavía. Nos quedan todavía años de purga por delante. En el mientras tanto, nos entretenemos. Ahora, con otro referéndum. Este, naufragado antes de ponerse a navegar.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, presentó el martes lo que constituirá la oferta política de ERC en el eje independentista para el nuevo ciclo electoral: el acuerdo de claridad. Abandonada por Oriol Junqueras la idea de la unilateralidad, el presidente de la Generalitat propone ahora un viaje de supuesto consenso entre todos los catalanes, independentistas y constitucionalistas.

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