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Yolanda Díaz encierra a Podemos en el maletero para matarlo de inanición
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Josep Martí Blanch

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Yolanda Díaz encierra a Podemos en el maletero para matarlo de inanición

Con Sumar, debía llegar a la política el alborozo. Pero no ha habido bautizo más parecido a un entierro. El recuento de daños por abusar del 'ya no te ajunto', después del 23-J

Foto: La líder de Sumar, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal)
La líder de Sumar, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal)
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La profecía anunciaba que el sol derrotaría a las nubes y que todas las plantas florecerían de nuevo. Las trompetas del optimismo, tararí, tararí, señalarían a la hora acordada el descenso del cielo a la tierra de un ser de luz destinado a cambiarlo todo.

Bienaventurados los que vivimos en el presente. Nuestro iba a ser el descubrimiento de un nuevo modo de hacer política forjada en las minas de la ilusión, el optimismo y la alegría. El ceñudo rostro de España mutaría en uno relajado y sonriente. Se acabaría lo amargo y estaría por empezar lo dulce. Yolanda Díaz, la esperanza hecha carne, iba a ser presidenta, si no ahora, más adelante. Y el fruto de su vientre, Sumar, sería el movimiento más estudiado en los colleges de ciencias políticas de mayor prestigio del mundo.

Foto: Yolanda Díaz durante una visita a Doñana esta mañana. (Europa Press/A. Pérez)

Un bonito cuento de la lechera, sí señor. Pero esta versión política de la fábula de Esopo duró entre poco y nada. Fue presentarse el invento en sociedad y arreciar la guerra total entre sumandos y podemitas que ya venía librándose con munición de menos calibre desde todos los frentes y a todas horas. Y a estas alturas, con independencia del tipo de acuerdo que se acabe cerrando entre unos y otros, lo que ya no podrá ser Sumar es el catálogo de bondades que vociferaban sus entusiasmados profetas. Es más bien todo lo contrario de lo que se había propuesto.

El fórceps del parto ha dañado a la criatura irremediablemente. La campaña de márquetin que fue el proceso de escucha de Yolanda Díaz ha enseñado sus vergüenzas. Tanto poner la oreja para ni siquiera oír a los que estaban más cerca.

Foto: Las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales y Agenda 2030, Irene Montero y Ione Belarra. (EFE/Zipi Aragón)

También se vendió insistentemente la idea de que estábamos ante un movimiento de matriz ciudadana más que ante un proyecto político convencional. Las posaderas de esta mentira también han quedado desnudas y al aire. Lo que se nos ha mostrado es un sinfín de grupúsculos luchando sin cuartel por futuras nóminas que garanticen el sustento de cuadros y dirigentes de lo más convencionales.

Y sobre la alegría y el optimismo que debían empapar la aventura de Yolanda Díaz, sobra cualquier comentario. Sumar debutará en campaña con piel y sangre debajo de las uñas. No van a disponer siquiera del tiempo para asearse cuando hoy mismo regresen del frente, con el reloj ya marcando el límite que fija el reglamento electoral para la formalización de las coaliciones.

Prometieron que llegaba a la política el alborozo y no ha habido en la historia bautizo que se pareciera más a un entierro

Sumar será de momento terreno de nadie. El calendario es demasiado corto para aspirar a convertirse en un artefacto ilusionante que pueda envolverse como algo pretendidamente nuevo. Pero es que tampoco va a tener energías para pinchar el nervio de la indignación que tanto rendimiento pasado le ha proporcionado a este espacio político mientras ha estado manejado por Podemos. Además, va a sufrir también por su derecha, con Pedro Sánchez exigiendo el voto útil de toda la izquierda al PSOE. Si a eso le añadimos lo ya sabido, los resultados de las últimas elecciones municipales y autonómicas, el escenario que se avecina en el corto plazo es realmente descorazonador para sus intereses. Prometieron que llegaba a la política el alborozo y no ha habido en la historia bautizo que se pareciera más a un entierro.

Foto: Irene Montero y Ione Belarra, en una imagen de archivo. (EFE/Zipi Aragón) Opinión

El sentido político de borrar a Podemos del mapa para hacer de Sumar un simpático movimiento hípster urbano verde, que te quiero verde, tenga mucho o poco sentido, requería más tiempo. Más margen entre la sangría de las trincheras en las que andan matándose entre ellos y la fecha de las elecciones. Cuarenta y cinco días es un plazo muy estrecho para cerrar heridas y poner a toda la soldadesca humillada de Podemos con buen ánimo en la calle a hacer campaña. En particular, en aquellas circunscripciones en las que los actos convencionales resultan necesarios para la plena movilización de todos los votos.

Tenemos al menos una certeza. Podemos desaparece deglutido entre sonrisa y sonrisa por Yolanda Díaz. Eso será así, aun acabando formalmente en posiciones subalternas dentro del artefacto de la gallega. Podemos será a lo sumo el perro que no se han atrevido a abandonar en medio del asfalto, aun queriendo hacerlo. Ahora viajará encerrado, sin luz, sin aire y sin alimento, dentro del maletero. Y Sumar nace torcido. En las antípodas de lo que dijo querer ser. Del tararí, tararí, al tururú, tururú. El recuento de daños, después del 23-J. Guardará proporción con el que unos y otros han querido autoinfligirse abusando del infantil ya no te ajunto.

La profecía anunciaba que el sol derrotaría a las nubes y que todas las plantas florecerían de nuevo. Las trompetas del optimismo, tararí, tararí, señalarían a la hora acordada el descenso del cielo a la tierra de un ser de luz destinado a cambiarlo todo.

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