Yolanda Díaz fija sus prioridades para la juventud española: comprarles el voto a 20.000 € la papeleta

En España nacieron en 2006 un total de 481.102 bebés, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Si descontamos los desgraciadamente fallecidos desde entonces, pero sumamos los venidos de otras partes y que ya han obtenido la nacionalidad española, obtendremos la cifra de beneficiarios de la medida estrella de Yolanda Díaz: bautizar con 20.000 euros en concepto de herencia universal a cada españolito cuando alcance la mayoría de edad.

Teniendo en cuenta la cifra inicial, el importe a destinar en los presupuestos generales del Estado en 2024 para poner en marcha tan generosa iniciativa sería de 9.622.040.000 €, es decir, casi 10.000 millones. El desembolso económico adquirido al cumplir los 18 años, según ha explicado la propia Yolanda Díaz, no se haría efectivo hasta cumplidos los 23, es decir, para el próximo ejercicio los beneficiarios a tener en cuenta serían los llegados al mundo en 2001, un total de 406.380. Eso dejaría la partida presupuestaria necesaria para el próximo ejercicio en 8.127.600.000 €. De este modo, Yolanda Díaz incluye en la medida a los que cuentan ahora entre 18 y 22 años, todos ellos potenciales votantes en las próximas elecciones.

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Para introducir algún elemento de comparación —sin juzgar la oportunidad de la medida—, hay que añadir que en 2023 el presupuesto del Ministerio de Educación y Formación Profesional es de 6.408 millones de euros, de los cuales 2.548 se destinan a becas. La comparativa real es todavía más llamativa, puesto que en las cuentas que está ejecutando ahora mismo el ministerio está incluido un extra de 1.264,25 millones procedentes del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, que tiene un carácter extraordinario y, por tanto, dejará de estar en futuros presupuestos.

Cuestión de prioridades. Y las de Sumar para la juventud española y su futuro quedan al desnudo con esta propuesta. Freír unos pececillos en lugar de enseñar y ayudar a pescar. Yolanda Díaz quiere dedicar a una regalía improvisada hasta casi cuatro veces el importe destinado a ayudar a los jóvenes españoles que necesitan o merecen una beca para formarse. Todo en orden en la izquierda de la ilusión y la igualdad de oportunidades.

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Las explicaciones que ha dado la lideresa del talante y el buen humor para justificar la bondad de la medida son las propias de alguien que ignora por completo la realidad en la que ha de manejarse un aspirante a gobernar España. Se intuye detrás del anuncio la consabida reunión del equipo de estrategia de campaña, formado por gente muy creativa, entregada a la causa y preocupada por el cariz bipartidista PSOE-PP que está tomando la narrativa electoral. De ahí, la consiguiente necesidad de improvisar anuncios para sacar la cabecita entre el binomio Sánchez-Feijóo y dar visibilidad al proyecto Sumar.

En esa reunión alguien apunta:

—¡Tengo una idea! ¡20.000 € a cada español que cumpla los 18!

Y otro añade:

—Estupenda idea. Además, es una propuesta en positivo, que encaja con la sonrisa de Yolanda.

Remata el más leído del grupo:

—Sí. Y además tenemos el argumento de autoridad del economista Thomas Piketty, que dice algo que no es exactamente esto, pero se le asemeja. Puede colar como aval de factibilidad de la propuesta.

Cierra Yolanda:

—Adelante, pues. ¡Felicidades, equipo! Es una gran idea, justo lo que necesitamos. Lo vamos a petar entre los jóvenes.

Nadie dice nada sobre la viabilidad presupuestaria de la idea, ni de la necesaria memoria económica, ni tampoco se compara lo que acaba de improvisarse con otras partidas de gasto real como las susodichas becas, para observar si guarda algún tipo de proporcionalidad con la realidad española. No hace falta. ¿Quién se atrevería a impugnar un sueño tan bonito?

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Basta con imaginar los titulares y el gozo de la juventud tras descubrir que el hada madrina de Sumar les ha prometido 20.000 € a cambio del voto para darse cuenta de que se trata de una excelente idea. Además, como España será el primer lugar del mundo en poner en práctica la iniciativa, sobran los estudios comparativos y los resultados de iniciativas similares en otros lugares. El sueño es inexpugnable por nunca probado. Yolanda no solo ríe, también es una innovadora de postín. Así son las campañas y así se las contamos. Las ideas van directamente de la cabeza del iletrado al programa electoral. De vergüenza, vaya. Y para ser honestos, no solo en Sumar.

Cuestión de prioridades. Y las de Sumar para la juventud española y su futuro quedan al desnudo con esta propuesta

De coherencia ni hablamos. Tan pronto se quema a Isabel Díaz Ayuso por su política de becas, acusándola de favorecer a las clases pudientes, como se plantea una gracia de 20.000 euros de carácter universal para los cumpleañeros de 18. La contradicción está a la vista por este costado. La progresía urbana de Sumar no quiere dejarse un voto en el tintero. De ahí que la oferta de compra de papeletas incluya a los jóvenes de familias pudientes mientras tengan ganas de pintarse de rojo estético.

Y mientras tanto, que el país siga siendo deficitario en becas, en calidad de la educación, en el asfaltado de caminos fácilmente transitables y bien señalados en los itinerarios educativos que deberían conducir a la recuperación de los oficios clásicos, trabajos estos en los que andamos escasos y que, sin embargo, proporcionarían un proyecto de vida dignísimo a tantos y tantos jóvenes. O que España siga siendo un laberinto de obligaciones administrativas y fiscales construido en los múltiples niveles administrativos que soportamos y que invitan al desistimiento de los jóvenes que deciden en un momento u otro emprender. Cuestión de prioridades. Yolanda Díaz nos ha hecho saber las suyas muy pronto: comprar votos sin que el coste importe y tampoco el beneficio real de lo que propone. A fin de cuentas, la factura y las externalidades son a repartir entre todos.

Yolanda Díaz nos ha hecho saber las suyas muy pronto: comprar votos sin que el coste importe y tampoco el beneficio real de lo que propone

La líder de Sumar se contradice incluso con la letra pequeña de su promesa. Por un lado, nos explica que la universalidad de la medida evita los costes administrativos para controlarla y eso la hace más eficiente y barata. Pero, a continuación, añade que el pago a los cumpleañeros se haría efectivo cinco años después de cumplidos los 18, tras pasar cada jovenzuelo por las manos de una oficina pública de asesoramiento y acompañamiento técnico. En esas oficinas, que costarán dinero, se supone que estarán sentados los probos servidores públicos que, cumpliendo disciplinadamente las directrices de Sumar, indicarán a los jóvenes españoles cómo deben invertir o gastar esos 20.000 euros con acierto. Un despropósito tras otro.

Sumar nos prometió una campaña en positivo. Pero su primera promesa de campaña lo que confirma es una rocosa militancia en la frivolidad. Un dislate presupuestario e ideológico de aúpa, incluso para muchas gentes de izquierdas. Como faltan todavía tres semanas para las elecciones, tiempo hay de sobras para nuevas astracanadas. Solo que la primera ha puesto el nivel tan alto que se antoja extremadamente difícil mejorarla.