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Puigdemont queda varado en Waterloo
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Puigdemont queda varado en Waterloo

El expresidente tiene malas cartas en el ámbito jurídico, pero tampoco los naipes le son favorables en el terreno político

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters/Yves Herman)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters/Yves Herman)
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Carles Puigdemont y Toni Comín embarrancaron ayer contra su nueva realidad jurídica tras la sentencia del TGUE de la semana pasada. El autoproclamado exilio empieza a tomar forma de cautiverio. Sin garantías de inmunidad, los eurodiputados catalanes decidieron quedarse en Bélgica y saltarse el pleno del Parlamento Europeo. Aguardar acontecimientos antes de atreverse a volver a hacer las maletas para moverse libremente por la UE.

La última bala que les queda es que el TJUE, órgano al que apelarán, conceda cautelares y abra un nuevo paréntesis hasta la decisión final de este tribunal que, probablemente, no llegará antes de las próximas elecciones europeas. Sin esas cautelares, y con la amenaza de la activación de nuevas euroórdenes por parte del juez Pablo Llarena en cualquier momento, Puigdemont y Comín seguirán varados en Bélgica. O en el peor de los casos, si el tribunal las denegase, devueltos a España para comparecer ante la Justicia. Solo que la Justicia belga es tan particular como el país en el que se imparte; así que, pase lo que pase, no parece que vaya a existir mejor lugar que Waterloo para alargar un partido en el que, eso sí, el próximo punto a jugar se adivina ya casi de set y partido.

Sin un giro de guion, la situación del expresidente de la Generalitat se tornará insostenible, por mucho que ya haya anunciado su intención de repetir como eurodiputado. Pero como no hay ningún elemento que permita pensar que la próxima composición del Parlamento Europeo sea más favorable a sus intereses que el actual, eso no cambiaría las cosas. Llegado el caso, se le retiraría de nuevo la inmunidad y las cosas irían mucho más rápidas. El optimismo se ha evaporado del entorno puigdemontista. Queda la moral de pelea. Pero esta exige cada vez mayor esfuerzo a sus protagonistas para que puedan inhibirse de una realidad que para nada les es favorable.

Los problemas que enfrenta Puigdemont ahora mismo son notables. Descontados los jurídicos, y dado que toda su estrategia tiene en principio una motivación política, son los referidos a esta los que merecen ser destacados. Estos son los que resultan más relevantes:

  • El tótem de la Justicia europea. Tanto interés ha puesto Carles Puigdemont en loar las virtudes de la Justicia europea, en comparación con la española, que ahora que esta se pronuncia a favor del Tribunal Supremo o de Pablo Llarena, el expresidente de la Generalitat no tiene posibilidad alguna de renegar de las instancias jurídicas de la UE. Es todo el relato de la politización de la Justicia española el que se viene abajo desde el punto de vista narrativo. Ayer, Carles Puigdemont arremetió contra los órganos jurídicos del Parlamento Europeo, pero anda con pies de plomo a la hora de señalar directamente al TGUE. Estamos ante la paradoja del elogio. Tantos parabienes a la Justicia europea se giran ahora contra el propio Carles Puigdemont, que queda sin margen de maniobra en el ámbito político para combatir dialectalmente decisiones que no le son favorables.
Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont, en la rueda de prensa que ofreció este miércoles. (Reuters/Yves Herman)
  • Sin capacidad de movilización. Derivado de lo anterior, pero en el ámbito colectivo. Tantos años insistiendo en que la Justicia europea pondría en su lugar a la española impiden ahora que las resoluciones de un tribunal de la Unión tengan un efecto galvanizador para el soberanismo. Más bien lo contrario. Provocan desánimo y, en cierto modo, resignación. Esto resta capacidad de influencia de Carles Puigdemont en el debate y la conversación pública situados más allá de sus propias siglas.
  • Atacado por todos los flancos soberanistas. Hasta ahora, la estrategia puigdemontista de confrontación permanente venía siendo atacada desde hace más de tres años por ERC. Los pragmáticos —silenciosos en Junts, locuaces en ERC— le afeaban su actitud política de abonarse al cuanto peor mejor sin ofrecer ninguna salida razonable al callejón en que metió a Cataluña con sus decisiones de 2017. Ahora los ataques le llegan abiertamente del sector que es incluso más radical que él. Clara Ponsatí es el mejor ejemplo de ello. Beneficiaria —ella sí— de la reforma del Código Penal pactada entre el PSOE y ERC, acusa abiertamente a Puigdemont de practicar una estrategia inútil en Europa. Estaríamos ahora ante la paradoja del radical. Por mucho que uno lo sea, a la que se tuercen un poco las cosas, acaba señalado por alguien que cree serlo más. El espacio de influencia de Puigdemont, cada vez más achicado en el conjunto del soberanismo. Cada vez es menos intocable para más familias soberanistas. Y eso quiere decir menor influencia en sus posicionamientos.
Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), junto al eurodiputado Esteban González Pons (i). (EFE/Miguel Osés)
  • Centrado en una competición menor. La carrera de Junts, su partido, no es por ganar las elecciones en Cataluña el 23-J. Dan por sentado que el PSC barrerá. El único objetivo es intentar sacar un escaño más que ERC y poder decir que la política de la negociación que han practicado los republicanos no es la que quieren los soberanistas. Cada vez más alejados del objetivo que dicen defender (los contrarios a la independencia ya suman el 52% según el CEO, 10 puntos más que los favorables), sobrepasar a ERC —no es nada fácil que eso suceda— es lo único que importa. Objetivos de segunda división. De momento, la influencia de Puigdemont en Junts —a pesar de una oposición interna creciente— sigue siendo indiscutible, pero decisiones como la de la Justicia europea de la semana pasada tienden a reducirla y a incrementar el número de los que piensan en su partido que va siendo el momento de escapar de su tutela. En este sentido, los resultados del 23-J serán más determinantes que la sentencia del TGUE.

Carles Puigdemont y Toni Comín embarrancaron ayer contra su nueva realidad jurídica tras la sentencia del TGUE de la semana pasada. El autoproclamado exilio empieza a tomar forma de cautiverio. Sin garantías de inmunidad, los eurodiputados catalanes decidieron quedarse en Bélgica y saltarse el pleno del Parlamento Europeo. Aguardar acontecimientos antes de atreverse a volver a hacer las maletas para moverse libremente por la UE.

Carles Puigdemont
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