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Puigdemont y el ingreso en la nómina de los traidores
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Puigdemont y el ingreso en la nómina de los traidores

La cesión temporal de cuatro diputados del PSOE ha servido para que Junts cumpliese con las condiciones exigidas por el reglamento para formar grupo parlamentario propio

Foto: Una pancarta de Puigdemont en el homenaje a Pau Casals. (EFE/David Borrat)
Una pancarta de Puigdemont en el homenaje a Pau Casals. (EFE/David Borrat)
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La cesión temporal de cuatro diputados del PSOE ha servido para que Junts cumpliese con las condiciones exigidas por el reglamento para formar grupo parlamentario propio en el Congreso. Este fraude de ley, censurable, pero practicado legislatura tras legislatura, era una de las condiciones exigidas por Junts para pactar la constitución de la mesa y que Francina Armengol se convirtiese en la tercera autoridad del estado.

De entrada, entre la parroquia independentista no se dio importancia a esta cuestión. Quedó eclipsada por los otros puntos del acuerdo entre el PSOE y Junts para la constitución de la mesa del Congreso. Los acuerdos para el uso del catalán en las cortes y en las instituciones europeas y la puesta en marcha de comisiones de investigación sobre Pegasus y los atentados del 17-A monopolizaron todos los focos. Y con algunas excepciones, el independentismo compró mayoritariamente que Puigdemont cumplía su palabra de cobrar por adelantado cualquier cesión que permita avanzar en la gobernabilidad de España.

Foto: Pedro Sánchez, en el Senado. (EFE/ Kiko Huesca)

Pero la constitución de los grupos parlamentarios ha empezado a quebrar esta narrativa. La ayuda del PSOE con sus cuatro diputados ha roto el embrujo y ha colocado para algunos las cosas en otro sitio: el comportamiento de Junts obedece a la lógica del interés partidista (contar con la ventaja de los recursos económicos y logísticos, amén de las prerrogativas políticas, que el Congreso concede a los grupos parlamentarios) y está preparando su vuelta a la plena lógica autonomista.

El independentismo, que veía en Junts una formación coherente con los principios que siempre ha defendido Carles Puigdemont, se ha ofendido. La interpretación, por mucho que Carles Puigdemont haya insistido que estos acuerdos nada tienen que ver con la investidura, es para los independentistas más puristas la prueba de que Junts se apunta, con una legislatura de retraso, a la lógica de ERC: abandonar la independencia como proyecto factible para pasar a negociar otras cuestiones en el terreno de lo factible. Es decir, lo normal en la España de las autonomías.

El independentismo, que veía en Junts una formación coherente con los principios de Puigdemont, se ha ofendido

No estamos ante nada exclusivamente nuevo. Junts gobernó la diputación de Barcelona durante el anterior mandato con los socialistas. Pero sucede que el Congreso son palabras mayores y todo cuanto ahí sucede adquiere otra dimensión.

De tal forma que, a modo de aviso, han empezado a sonar las campanas entre los grupos y colectivos independentistas más puros, avisando de la traición definitiva de Junts a sus postulados cuando se consume, si lo hace, la investidura de Pedro Sánchez. Lo de formar grupo parlamentario con la ayuda del PSOE, vienen a decir estas voces, anticipa lo que acabará pasando.

Ayer Gonzalo Boye, el abogado que representa los intereses de Carles Puigdemont, pero que también participa del discurso político, defendía en X (antes Twitter) el pragmatismo político contraponiéndolo a la extrema coherencia y el purismo que pueden ser muy gratificantes, pero que no proporcionan beneficio político alguno.

Foto: El 'expresident' Puigdemont, durante su reaparición en Francia. (EFE/David Borrat)

Boye no es Puigdemont. Pero es un hombre con predicamento en los extremos del independentismo. Su posicionamiento en las redes indica la necesidad de empezar a crear un discurso que reduzca la pérdida de credibilidad que se le viene encima a Carles Puigdemont y a Junts en general si finalmente se decanta por favorecer la investidura de Pedro Sánchez.

Puigdemont y Junts deberán asumir la pérdida de credibilidad que supondrá la traición al pétreo discurso que se ha mantenido hasta ahora

Al igual que ERC durante la legislatura pasada, los movimientos de Junts en favor del pragmatismo se pagarán con la decepción de muchos de sus seguidores y votantes. Dado que las concesiones que exige Junts al PSOE para sumarse a un pacto de investidura —amnistía y autodeterminación— son imposibles en su formulación más literal, Puigdemont y Junts deberán asumir la vía de agua provocada por la pérdida de credibilidad que supondrá la traición al pétreo discurso que se ha mantenido hasta ahora. El precio a pagar por el regreso a la vía política y a la negociación sobre asuntos mundanos.

Esto será relativamente fácil de asumir entre cuadros y dirigentes, puesto que la mayoría ya está ubicada desde hace tiempo en estas coordenadas, pero será un trágala más severo para muchos de sus votantes que hasta ahora han visto en Junts el partido que, a diferencia de ERC, no traicionaba el espíritu del referéndum de independencia de 2017.

Foto: Carles Puigdemont en el Parlamento europeo. (EFE/EPA/Julen Warnand)

Los barrotes de la cárcel discursiva que ha creado Puigdemont desde Waterloo en nombre de la coherencia convierten en imposible que Junts pueda circular por el camino del pragmatismo sin abonar factura por ello. El PSOE deberá fajarse y mucho para que, con independencia de los acuerdos, Puigdemont pueda dar cuerda a la narrativa de que las concesiones por su parte son mínimas.

Que haya o no investidura con los votos de Junts depende en buena parte del discurso que puedan tejer el expresidente de la Generalitat y los suyos para maquillar su caída del caballo. Y aun así no podrán evitar ingresar en la larga nómina de traidores del independentismo. La constitución de la mesa del congreso ha sido solo el aperitivo.

La cesión temporal de cuatro diputados del PSOE ha servido para que Junts cumpliese con las condiciones exigidas por el reglamento para formar grupo parlamentario propio en el Congreso. Este fraude de ley, censurable, pero practicado legislatura tras legislatura, era una de las condiciones exigidas por Junts para pactar la constitución de la mesa y que Francina Armengol se convirtiese en la tercera autoridad del estado.

Carles Puigdemont
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