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Sánchez ante su última línea roja: trabajar para un referéndum de independencia
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Josep Martí Blanch

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Sánchez ante su última línea roja: trabajar para un referéndum de independencia

Sánchez tiene un problema serio si de verdad su línea roja es el referéndum, tal y como él mismo ha afirmado en innumerables ocasiones

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Daniel González)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Daniel González)
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“El Parlament se pronuncia a favor de que las fuerzas políticas catalanas con representación en las Cortes españolas no apoyen una investidura de un futuro Gobierno español que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum”.

Esa es la condición que ERC, Junts y también la CUP, aunque estos últimos no pinten nada en el Congreso, han pactado como resolución en el Parlament de Catalunya en el marco del debate de política general. No es más que lo que ya avanzó Carles Puigdemont en solitario en su día. Solo que ha logrado arrastrar a ERC a la misma postura ahora ya de manera totalmente explícita. Tan explícita como que hoy Sánchez puede leer esa condición en el Boletín Oficial del Parlament de Catalunya. Sube el precio para el presidente español en funciones. Aunque a decir a verdad todavía no ha alcanzado el precio máximo al que lo acabarán empujando las condiciones de mercado.

Es la primera vez en mucho tiempo que Junts y ERC acuerdan algo de este calibre. Cierto que no es más que una resolución parlamentaria. Pero el momento político y el hecho de que cada vez que el independentismo se ha unido —siempre, también esta vez, a la fuerza, de mala gana, sobre la campana y maldiciéndose entre ellos— ha sido para doblar sus apuestas, nunca para tornarlas razonables. Así sucedió antes de 2017 y así puede que suceda ahora.

Sánchez tiene un problema serio si de verdad su línea roja es el referéndum, tal y como él mismo ha afirmado en innumerables ocasiones. Aunque es cierto que con igual convicción se pronunciaba sobre la amnistía y cambió de opinión con los resultados de las elecciones aún calentitos sobre la mesa de recuento electoral.

No es un problema inmediato. Pedro Sánchez puede ser investido sin concretar nada sobre el referéndum. La condición de investidura es la amnistía. Pero sí se le pide que “se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones” de esa votación futura en clave refrendaria.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (d), conversa con el líder del PSC, Salvador Illa (i) durante la Fiesta de la Rosa el pasado domingo. (EFE/Toni Albir)

Eso no le obliga en este momento más que a un ejercicio ambicioso de buena voluntad, sin concretar forzosamente nada. Palabrería. Pero sí es suficiente exigencia para forzarlo al menos a desdecirse de una afirmación que aún prevalece en el PSOE y que algunos de sus más distinguidos miembros en activo han seguido pronunciando incluso después de los comicios: nunca habrá referéndum. Bastaría que la repitiese en los próximos días para entender que vamos irremediablemente a elecciones. Esta mañana el PSC ha movido ficha. Salvador Illa ha cerrado la puerta a un referéndum y no ha descartado la repetición de las elecciones. El riesgo de descarrilamiento es una realidad. Se necesitará mucha orfebrería semántica para que el PSOE, ERC y Junts puedan cruzar esa última línea roja que marca el referéndum.

El posicionamiento conjunto de ERC y Junts está claro. Lo que viene a decírsele al presidente del Gobierno es que no volverá a serlo sin la amnistía, pero tampoco sin un acuerdo para negociar abiertamente una futura votación en clave refrendaria. Lo primero está ya descontado, aunque todavía no haya acuerdo sobre el contenido de esa amnistía. Pero lo segundo va a ser un parto todavía más difícil, si es que acaba resultando posible.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

Que Junts y ERC hayan vuelto a encontrarse anticipa más dificultades para Sánchez. Lo que queda del “proceso” —ya avisamos que era un error considerarlo como algo finiquitado— es más manejable con Junts y ERC actuando cada uno por su lado. No parece que esto vaya a cambiar de momento. O no del todo. Pero la resolución conjunta anticipa el marcaje que republicanos y junteros van a hacerse entre sí para campeonar en el terreno de la exigencia a Sánchez también cuando esté investido, si es que llega a estarlo. Junts empujará a ERC y viceversa. Y, sin avances en el capítulo de la autodeterminación, la legislatura gripará muy muy pronto; aunque el PSOE salve la investidura y el Gobierno pueda dejar de estar en funciones por un tiempo.

Si en la legislatura pasada ERC podía agarrarse a la agenda izquierdista del Gobierno PSOE-Podemos, con el discurso republicano en Madrid monopolizado por Gabriel Rufián, en esta ocasión ya no va a ser así. Si en el periodo 2020-2023 la mesa de negociación acordada entre el PSOE y ERC Gobierno-Generalitat no fue más que un placebo, en esta ocasión tampoco podrá ir de este modo. Con Puigdemont en la ecuación se exigirán pronto resultados y avances sobre ese futuro referéndum. No es que suba el precio de la investidura, sube el precio de la legislatura. Es más que probable que acabe tornándose impagable.

En el mismo pleno del Parlament en el que se aprobaba esa moción con el apoyo de todos los grupos independentistas, los socialistas optaban por una prudencia de máximos. Todos van con el manual de Baltasar Gracián bajo el brazo. Sabedores de que cualquier palabra puede entorpecer la negociación del equipo presidencial, han votado en contra de cuantas mociones se han presentado estos días en la Cámara catalana en favor de la amnistía o de cualquier resonancia refrendaria.

No es que suba el precio de la investidura, sube el precio de la legislatura

No moverse del argumentario, no sea que todo se vaya al garete. Prudencia, paciencia, moderación, discreción, son las palabras que ha usado el PSC para escapar de la encerrona y evitar quedar atado a compromisos que puedan comprometer las decisiones que vaya a tomar Sánchez en el proceso de negociación. A los socialistas catalanes, de momento, no les queda otra que escapar por la tangente y esperar acontecimientos. Y eso es lo que está haciendo Salvador Illa. Y para ello no hay mejor forma que calcar las palabras que pronuncia Pedro Sánchez y no añadir una coma más.

Vienen semanas de vértigo. En Madrid mayormente se da por inevitable la investidura de Pedro Sánchez. Comparten el optimismo que el propio presidente y su equipo se encargan de pregonar. En Barcelona, con mayor cercanía de los actores independentistas, las dudas son mucho mayores. Ellos mismos se encargan de azuzarlas. Lógica negociadora. Pero lo cierto es que a Sánchez no se lo van a poner fácil. Y cuidado con fiarlo todo al último minuto. Puigdemont ya ha pasado por ahí y demostrado que no le tiemblan las piernas cuando se le pone entre la espada y la pared.

“El Parlament se pronuncia a favor de que las fuerzas políticas catalanas con representación en las Cortes españolas no apoyen una investidura de un futuro Gobierno español que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum”.

Pedro Sánchez Noticias de Cataluña
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