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La cabeza sin cuerpo del PSOE o el "ande yo caliente, ríase la gente"
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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La cabeza sin cuerpo del PSOE o el "ande yo caliente, ríase la gente"

La gran paradoja es que el PSOE anda más focalizado que nunca en la agenda territorial en el momento en que menos poder territorial tiene

Foto: Imagen de Pedro Sánchez en un acto de campaña previo al 18-F, en Vigo. (Europa Press/Adrián Irago)
Imagen de Pedro Sánchez en un acto de campaña previo al 18-F, en Vigo. (Europa Press/Adrián Irago)
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La precampaña y la campaña se nos fueron, y van unas cuantas, de las manos. Normal. Para enganchar al país entero a unas elecciones autonómicas como las gallegas hay que doparlas de trascendencia y de imprevisibilidad.

Las dos cosas se han hecho muy bien. Hasta el punto de que toda España llegó al día de los comicios con dos convicciones alimentadas con el nutriente de la hipérbole: que el resultado era de verdad incierto y que con independencia de lo que determinase el escrutinio habría un antes y un después en el tablero político nacional, bien para Feijóo, bien para Sánchez.

Que ambas cosas resultasen creíbles exigía como condición previa que casi olvidáramos que estábamos ante unas elecciones a la Xunta. Y no fue hasta el escrutinio del domingo que los ciudadanos gallegos nos recordaron alguna que otra obviedad. La primera, que votaban su Parlamento regional y nada más. La segunda —tal y como pronosticaban todas las encuestas a excepción de la del CIS—, que la pulsión de cambio no era ni de lejos suficiente para desahuciar a los conservadores del Palacio de Rajoy.

Hoy, cada uno sigue a lo suyo y las lecturas en clave gallega siguen brillando por su ausencia en el mercado informativo fuera de Galicia. Quienes porfiaban por una derrota del PP para poder explicar que el triunfo en Galicia de las izquierdas (en plural y con el PSOE únicamente de muleta del BNG) sería un aval a las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez exigen ahora que no se hagan lecturas en clave nacional. Los que, por el contrario, anhelaban una nueva mayoría absoluta del PP lo tienen más fácil, pues no han de cambiar de posición y pueden reafirmarse en la convicción de que el resultado es una patada en el trasero del Gobierno de España y muy particularmente en las nalgas de su presidente.

Foto: Rueda celebra su victoria electoral en Galicia. (Europa Press/Álvaro Ballesteros)

Lo cierto es que conclusiones que vayan más allá de Galicia pueden sacarse, por supuesto. Solo que no hace falta recurrir a la sobreinterpretación ni a las terceras derivadas. Basta con mirar el mapa político de España en su conjunto y no perderse en excesivas elucubraciones. Y esas conclusiones son pésimas para el PSOE. Aunque de novedoso tengan más bien poco y actúen más bien como un recordatorio de lo ya sabido.

Que Pedro Sánchez retuviese en julio la Moncloa con tan solo 120 diputados en el haber del PSOE no cambió los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Y esos comicios dibujaron un anoréxico presente del socialismo español en el reparto del poder territorial, municipal y autonómico que ahora las elecciones a la Xunta han vuelto a poner a la vista de todos con el estruendoso ridículo del PSdeG.

El mapa autonómico no engañaba en mayo y sigue sin mentir ahora. Los socialistas han de conformarse con gobernar Asturias, Navarra con una coalición de aliño múltiple y Castilla-La Mancha, con la salvedad en este último caso de que el discurso de su presidente, Emiliano García-Page, esté más cerca del PP en la agenda nacional que de su propio partido.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el mitin de cierre de campaña en Santiago. (Europa Press/Álvaro Ballesteros)

Queda como nota aparte Cataluña, donde los socialistas sí han ganado la centralidad y las elecciones, solo que de momento les sirve de poco, obligados a conformarse con apoyar desde fuera al Ejecutivo en clara minoría de ERC. Y sin garantía alguna para el PSC de gobernar la Generalitat, aun repitiendo victoria en las elecciones que han de celebrarse a más tardar en marzo de 2025. En el País Vasco, con las elecciones a la vuelta de la esquina, aunque pendientes de fecha, el PSOE tampoco aspira a nada más que a actuar de complemento del PNV o de Bildu.

¿Influyeron los indultos en las elecciones de mayo? ¿Y ahora en las gallegas con la amnistía? Quienes para negarlo afirman que los votos del PSOE han ido a parar al BNG olvidan que se necesitaba algo más que un simple trasvase de votos entre las fuerzas de izquierda para sacar al PP de la Xunta. Y que era el PSOE quien debía arrebatar esas papeletas a los populares o al menos conseguir que se quedasen en casa. No resulta fácil dar una respuesta inequívoca a la pregunta, máxime si cruzamos otras variables como que el candidato socialista no había tenido tiempo material de armar un proyecto creíble. Pero sí sabemos que la presencia de Pedro Sánchez en la campaña gallega no ha ayudado para nada a su partido y que la de Feijóo sí ha resultado de lo más rentable para el PP. Por alguna cosa será, ¿no?

Así las cosas, seguimos donde estábamos. El PSOE se mantiene en una situación precaria en el Gobierno de España —aunque pueda afirmarse desde la óptica monclovita que "ande yo caliente, ríase la gente"— mientras se le amontonan los escombros por toda la geografía española. Incluso en Cataluña, su gran reserva de poder y votos, deberá mantenerse atento, pues la manera en que ha gestionado la amnistía —la forma más que el fondo— ha dejado marcas en una parte de su electorado (que, recordemos, se ha visto engrosado por la desaparición de Ciudadanos). Volverá a ganar las elecciones, pero necesita hacerlo con mucha solvencia para encumbrar a Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat. Así que cuidado.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, mantiene una videollamada con el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, tras su victoria en Galicia. (EFE/PP/David Mudarra)

La gran paradoja es que el PSOE anda más focalizado que nunca en la agenda territorial en el momento en que menos poder territorial tiene. La parte más importante del cuerpo, la cabeza, sigue estando en su sitio. Pues es la Moncloa lo que todo partido de ambición estatal desea controlar a cualquier precio. Pero el cuerpo se le sigue evaporando a marchas forzadas. Eso es lo que dice en clave nacional y sin necesidad de hacer cábala alguna su mísero balance de nueve diputados en las elecciones gallegas.

La precampaña y la campaña se nos fueron, y van unas cuantas, de las manos. Normal. Para enganchar al país entero a unas elecciones autonómicas como las gallegas hay que doparlas de trascendencia y de imprevisibilidad.

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