Pesca de arrastre
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De Koldo a Sánchez pasando por Ábalos
No podrá evitar la Moncloa que cuaje ahora como verdad lo que entonces solo fueron dimes y diretes: a Ábalos se le mató porque había algo oscuro en el ministerio que comandaba
Koldo: pícaro. Vivales. Golfo. Criado para todo a condición de sacar ventaja para sí mismo. Embrutecido por el derecho de conquista que le concede el señor al que sirve. El poder entendido como un bufé libre en el que atiborrarse de todo tipo de bienes y placeres. Un muerto de hambre sin principios que no puede evitar atiborrarse cuando por fin logra sentarse a una mesa en la que no hay que pagar la cuenta.
Sin oficio pero con beneficio. Hombre para todo en el ámbito de lo privado y hombre para nada en el terreno de lo público. Depositario de secretos con los que se construyen lealtades obligadas. Sabedor de nada pero conocedor de mucho. Militante chusquero de lo inmoral. Otro más en la larga lista de ladrones de la esperanza y la confianza en nuestros semejantes en tiempos de pandemia.
Hoy ya un apestado al que todos dicen haber dejado de tratar. ¿Koldo? ¿Qué Koldo? El que se ensuciaba las manos. Y como tal, el último y más débil eslabón. Está por ver que también sea el primero. Injustificable que personas de este perfil, sin nada que aportar al beneficio común, alcancen elevadas cotas de poder, ya sea formal o informal, en el ámbito de lo público por el simple mérito de hacer impecablemente el trabajo de señoritos de compañía y fontanería.
La Justicia dirá lo que deba cuando deba. Nosotros ya podemos emitir un juicio previo: un sinvergüenza. Otro más a sumar en la lista de mequetrefes que nos sangraron el bolsillo mientras el común de los mortales permanecíamos secuestrados disciplinadamente en nuestros domicilios a las órdenes del Gobierno.
Ábalos: fundido a negro de un día para otro. De ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE al anonimato que proporciona el montón. Si Koldo era Mortadelo, Ábalos es Filemón. El hombre que dejó a toda la España política y periodística con una pregunta sin responder: ¿Sánchez lo ha cesado por corrupto? Ya se sabe que la gente siempre habla y cuando no puede explicarse un suceso inventa o fantasea.
Necesitamos respuestas y en el caso Ábalos no las tuvimos. Así que quien más, quien menos, se abastecía en el manantial de la rumorología. Un rumor aquí, otro allá. Conjeturas. Y algunas certezas, siempre insuficientes. Mucha maledicencia, eso sí. Pero nada que el tiempo y el polvo que siempre lo acompaña no acabaran enterrando como sucede tantas veces por falta de sustancia.
Dicen las malas lenguas que el exministro recibió del presidente Pedro Sánchez un lacónico “ya sabes por qué te ceso” como única explicación de su fulminante despido como miembro del Gobierno. Ábalos, por el contrario, seguía insistiendo tiempo después en que todavía permanecía en ascuas respecto a esos motivos que habían propiciado su cese y que supuestamente él debía conocer.
¿Es la operación Koldo la respuesta que estaba esperando? Ábalos es caza mayor. Si Koldo es primer y último eslabón, los cortafuegos funcionarán y los daños serán limitados. No siendo ya ministro, difícilmente pueden exigírsele responsabilidades políticas, más allá de la vergüenza que ha de salpicarle por fuerza por el tipo de relación que mantenía con su hombre para todo.
Pero las balas silban a su alrededor. De momento, ya sabemos que actuaba en calidad de ministro como comercial-recomendador de la empresa que generó las comisiones. Suficiente para convertirse él también, con independencia de cómo evolucione el caso jurídicamente, en un apestado y en un lastre para el presidente y para el PSOE. En los próximos días irá quedando aislado. Si él ya no trata a Koldo, como afirmó en la televisión, pronto veremos a socialistas de primera fila explicarnos que ellos tampoco mantienen relación con Ábalos desde hace tiempo.
Sánchez: atrapado en el silencio atronador con el que decidió explicar por qué asesinaba políticamente a Ábalos. Tiene razón Javier Caraballo cuando escribe que al presidente el mutis por el foro al que obligó al que fuera su ministro de Transportes puede salirle caro en el presente si el caso sobrepasa los límites del subalterno Koldo.
No podrá evitar la Moncloa que cuaje ahora como verdad lo que entonces solo fueron dimes y diretes: a Ábalos se le mató porque había algo oscuro en el ministerio que comandaba. Esa verdad —cierta o no— no podrá combatirse porque, con independencia de los hechos que acaben demostrándose ciertos, es demasiado golosa para no asentarse como la explicación más plausible.
Aunque puede ser peor si la investigación acaba salpicando también a Ábalos. A las puertas de unas nuevas elecciones —las vascas el 21 de abril, como supimos ayer, y las europeas el 9 de junio—, el Gobierno facilita munición al resto de formaciones políticas, particularmente al PP, para arrancarle a Sánchez el banderín de la gestión impoluta ajena a los casos de corrupción. Muy malas noticias para la familia socialista. Será verdad que las desgracias nunca llegan solas.
Koldo: pícaro. Vivales. Golfo. Criado para todo a condición de sacar ventaja para sí mismo. Embrutecido por el derecho de conquista que le concede el señor al que sirve. El poder entendido como un bufé libre en el que atiborrarse de todo tipo de bienes y placeres. Un muerto de hambre sin principios que no puede evitar atiborrarse cuando por fin logra sentarse a una mesa en la que no hay que pagar la cuenta.
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