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Puigdemont gana por segunda vez y sin despeinarse la batalla de la amnistía
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Josep Martí Blanch

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Puigdemont gana por segunda vez y sin despeinarse la batalla de la amnistía

Estamos ante una nueva demostración de fuerza de Carles Puigdemont a la hora de saber cómo cobrar ventaja en el terreno del relato y la narrativa

Foto: El 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
El 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
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Puigdemont ha vuelto a ganar. Esta vez no en el fondo, pero sí en las formas. Buscaba el expresidente de la Generalitat un segundo triunfo con la ley de amnistía y el PSOE se lo ha brindado con gusto. Esta segunda victoria es más de boquilla que práctica, pero luce lo suficiente en los medios de comunicación como para poder acreditar ante el electorado soberanista que él, a diferencia de Oriol Junqueras y ERC, sí sabe cómo acorralar a Pedro Sánchez y sacar el máximo rédito posible de sus negociaciones con el PSOE.

Los reproches que se escucharon ayer en la comisión de Justicia entre republicanos y junteros son la mejor manera de entender el motivo por el cual la ley no se aprobó hace un mes y sí verá la luz verde ahora. En el fondo se trataba de que Junts pudiera acusar a sus rivales republicanos de no saber atornillar lo suficiente al PSOE y de fijar un precio a la baja en todas las negociaciones.

Foto: La secretaria general de ERC, Marta Rovira. (Reuters/Sergio Pérez)

Los socialistas le han regalado este cromo a Carles Puigdemont con una negociación de lo más creativa, posibilitando que los junteros saquen pecho con independencia de que a efectos prácticos no haya diferencias de enjundia entre el texto de la ley de amnistía que se desechó en el Congreso y el nuevo.

El recorrido de la ley y sobre todo su aplicación tienen los mismos riesgos para sus impulsores y beneficiarios que el texto anterior, ya que el Código Penal español -como bien ha advertido el PP- no desaparece, aunque sí se hayan esfumado las referencias explícitas al mismo en el nuevo texto. Su evaporación, en favor de la aparición de otras referencias que apuntan a la legislación europea o del derecho internacional, es un esforzado ejercicio de pirotecnia semántica que actúa como asidero necesario para que Junts justifique su cambio de posición aunque la ley no sufra mutación alguna en lo sustancial. En este sentido, lo que la Justicia española haga o deje de hacer cuando entre en vigor en junio la nueva ley no diferirá de lo que hubiera podido hacer con el texto de la ley tal y como estaba redactado inicialmente.

La victoria para Puigdemont es, insistimos, de índole argumental. En un doble sentido. En primer lugar, la modificación refuerza el argumentario juntero de que ha conseguido que las menciones al Código Penal español desaparezcan porque el PSOE ha aceptado que las leyes nacionales no son homologables a las europeas e internacionales. Este argumento prepara el terreno para el segundo: cualquier cosa que hagan los jueces para entorpecer la aplicación de la amnistía no puede ser otra cosa que prevaricar, ya que la ley obedece a la legislación internacional. Un sinsentido, pero un sinsentido que se digiere muy bien entre el electorado de Junts y el de frontera con ERC.

No estamos, pues, ante una victoria jurídica, sino política. No al menos en los términos con los que Junts razonó su voto contra el primer texto de la ley. El blindaje total y absoluto que exigían los de Puigdemont se ha quedado en el que ya ofrecía el redactado original. Pero sí estamos, en cambio, ante una nueva demostración de fuerza de Carles Puigdemont a la hora de saber cómo cobrar ventaja en el terreno del relato y la narrativa. Le ha vuelto a robar la tostada a ERC y ha vuelto a obligar al PSOE a toda clase de contorsionismos que van en contra de la credibilidad que le reste.

Sobre el retorno de Carles Puigdemont a España que lleva aparejada la amnistía, ayer los medios de comunicación sobreinterpretaron las palabras del secretario general de Junts, Jordi Turull, en la emisora RAC1, dando como noticia que el expresidente de la Generalitat prepara su regreso para julio. Puigdemont volverá tan pronto como pueda, pero solo cuando tenga garantías de que su regreso no conlleva riesgo de detención y menos todavía de encarcelamiento, no antes. Dependerá, a partir de junio, de las decisiones que vayan tomando los jueces. Hasta entonces todo conjeturas.

Más allá de la amnistía, ahora ya solo pendiente del transcurrir de los días para su aprobación, el acuerdo definitivo entre PSOE y Junts sí conlleva para los socialistas un bonus extra en forma de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Quienes confiaban en que la legislatura embarrancase nada más empezar, deben ya renunciar a toda esperanza en este sentido, si es que todavía no lo habían hecho.

La negociación presupuestaria tendrá serias dificultades, mucha teatralización pero también tensión real, no solo guionizada. Sánchez deberá lidiar, como ha sucedido con la amnistía, con los intereses contrapuestos de ERC y Junts. Y será en la obligación de armonizar esas diferencias donde mayores dificultades vayan a encontrar los negociadores socialistas. La manta es corta para tapar, como se ha visto con la amnistía, a gusto a todos los actores. Y Junts seguirá contando con la ventaja de que sus amenazas son más creíbles que las de los republicanos por su más sólido historial de imprevisibilidad y también porque entre sus votantes el cuento de las bondades de un gobierno progresista de Sánchez (en el eje izquierda-derecha) no tienen tanta influencia como entre los de ERC.

Puigdemont ha vuelto a ganar. Esta vez no en el fondo, pero sí en las formas. Buscaba el expresidente de la Generalitat un segundo triunfo con la ley de amnistía y el PSOE se lo ha brindado con gusto. Esta segunda victoria es más de boquilla que práctica, pero luce lo suficiente en los medios de comunicación como para poder acreditar ante el electorado soberanista que él, a diferencia de Oriol Junqueras y ERC, sí sabe cómo acorralar a Pedro Sánchez y sacar el máximo rédito posible de sus negociaciones con el PSOE.

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