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Zelenski y el guirigay de los socios de investidura
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Zelenski y el guirigay de los socios de investidura

Ni la coerción moral, tan fácil de desplegar en un asunto como la guerra, le ha servido a Pedro Sánchez para disciplinar a sus compañeros de viaje en el Congreso

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Carlos Luján)
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Carlos Luján)
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Ni siquiera Zelenski sirve de pegamento entre el Gobierno y sus socios en el Congreso. Ni la coerción moral, tan fácil de desplegar en un asunto como la guerra, le ha servido a Pedro Sánchez para disciplinar a sus compañeros de viaje en el Congreso. No pudo evitarse que ERC, Podemos, Bildu y BNG plantasen al mandatario ucraniano en la reunión de este con los presidentes del Congreso y del Senado y con los portavoces de los grupos parlamentarios. Sumar sí acudió a la cita, aunque se sumó con la boca pequeña a la greña a través del ministro de Cultura y portavoz del partido, Ernest Urtasun, quien afeó al presidente del Gobierno que haya tomado unilateralmente la decisión de enviar al frente de guerra 1.000 millones de euros en armamento en 2024 para seguir defendiéndose ante los rusos.

El argumento de los de Yolanda Díaz, dada la trascendencia e importe de la decisión, tiene todo el sentido. España no es todavía -¿o sí? un país presidencialista. Pero amagan el lloriqueo y la queja de Sumar un detalle nada menor. Y es que en el caso de tener que aprobar en el Congreso la ayuda concedida a Ucrania, lo más probable es que Zelenski se hubiera regresado a su país de vacío y facturando en el viaje de vuelta poca más que palabras bonitas y solidarias con las que escribir a Putin poemas de voluntariosa reconciliación.

El Congreso es políticamente en estos momentos una torre de babel ideológica. Una mayonesa que, por un motivo u otro, siempre acaba por cortarse. Solo la amnistía viene actuando de pegamento de una legislatura de momento imposible. Si la semana pasada fueron la ley para acabar con el puterío y la ley del suelo las iniciativas socialistas que embarrancaron, esta semana la empezamos con Zelenski regresando a su casa feliz y contento gracias a que la solidaridad española se ha expresado a través de un gesto presidencial y no en el Congreso. Tampoco hay para tanto, pensarán ustedes, advirtiendo que toda la política exterior de España la despacha Sánchez con nadie más que consigo mismo. Y llevarán razón. Solo que no por habitual hay que dejar de advertir la anomalía.

Pero más allá del guirigay en el que va derivando la mayoría de investidura, respecto al plante a Zelenski se imponen otras consideraciones referidas a los protagonistas del feo de talante más práctico.

Todo es defendible y explicable. Así que uno sería de lo más comprensivo con los cuatro partidos que le dieron con la puerta en los morros al presidente ucraniano si se atreviesen a utilizar argumentos coherentes con su negativa al envío de armas. Razones que desafiasen las que son mayoritarias en este asunto. Podrían defender que Zelenski no merece nuestra ayuda, que el Gobierno ucraniano es corrupto, que es un error que Europa se haya implicado tan directamente en esta guerra, que siendo realistas ya no es posible ni razonable defender la integridad territorial de Ucrania, que Putin tenía sus motivos para invadir al país vecino e iniciar una guerra, que la factura que hemos pagado los terceros países ya es lo suficientemente elevada y que va tocando la hora de poner fin al coste solidario, etc. Estos motivos, u otros de carácter similar, darían coherencia al plante a Zelenski. Y, siendo esto así, con razón o sin ella, estos partidos merecerían en este asunto el respeto que deriva de la coherencia. Pero resulta que ni a ERC, ni a Podemos, BNG o Bildu, tampoco a Sumar, los escuchamos hablar con la claridad que justificaría el desplante a Zelenski. Así que, en resumidas cuentas, solo cabe tomar nota de la empanada mental que ha provocado la visita del presidente ucraniano en estas formaciones políticas.

Como todo ya se ha escrito antes y mejor, aprovechemos el trabajo de otros para retratar la posición ventajista de los cuatro partidos protagonistas del plante. Ahí van unas líneas de una columna de opinión que tiene más de cien años. La escribió el gallego Julio Camba y lleva por título 'Bryan, el pacifista'.

Foto: Don Felipe y doña Letizia junto a Zelenski. (LP)

“¿No somos demócratas? ¿No somos pacifistas? ¿No somos enemigos de la guerra? Pues yo no puedo ir contra las convicciones de toda mi vida. Yo no puedo hacerme solidario de esta nota… Cuando un pacifista dice que él no quiere guerrear porque es enemigo de la guerra, pues parece que dice algo lógico. Hay que considerar, sin embargo, que al no combatir a los guerreros y al dejarlos en libertad, ayuda a su causa, y esto ya no es ser pacifista. A lo sumo es ser pacífico. Un hombre pacífico puede dejar que le peguen o que se peguen entre sí hombres batalladores. Un pacifista tratará de pacificar al agresor o a los combatientes, y si para esta tarea pacificadora necesita hacer uso de los puños, no por ello dejará de ser pacifista.”

Más de un siglo después, el retrato de Camba sigue siendo la mejor forma de explicar la decisión que tomaron ayer los cuatro socios de Pedro Sánchez que plantaron a Zelenski. Pacíficos que no pacifistas. Y lo primero solo a ratos y cuando conviene.

*William J. Bryan era secretario de estado americano bajo la presidencia de Woodrow Wilson y dimitió de su cargo por un imperativo moral pacifista cuando el segundo empezó a virar su política de aislacionismo y a valorar seriamente la posibilidad de que EEUU acabase participando en la I Guerra Mundial.

Ni siquiera Zelenski sirve de pegamento entre el Gobierno y sus socios en el Congreso. Ni la coerción moral, tan fácil de desplegar en un asunto como la guerra, le ha servido a Pedro Sánchez para disciplinar a sus compañeros de viaje en el Congreso. No pudo evitarse que ERC, Podemos, Bildu y BNG plantasen al mandatario ucraniano en la reunión de este con los presidentes del Congreso y del Senado y con los portavoces de los grupos parlamentarios. Sumar sí acudió a la cita, aunque se sumó con la boca pequeña a la greña a través del ministro de Cultura y portavoz del partido, Ernest Urtasun, quien afeó al presidente del Gobierno que haya tomado unilateralmente la decisión de enviar al frente de guerra 1.000 millones de euros en armamento en 2024 para seguir defendiéndose ante los rusos.

Pedro Sánchez
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