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ERC se abre en canal. Malas noticias para Salvador Illa
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Josep Martí Blanch

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ERC se abre en canal. Malas noticias para Salvador Illa

Oriol Junqueras ha presentado su candidatura a presidir de nuevo ERC con un discurso que parece diseñado para dar la razón a quienes afirman que del amor al odio hay solo un paso

Foto: La actual presidenta del grupo municipal de ERC en Barcelona, Elisenda Alamany (d), a la que el candidato a la presidencia de ERC Oriol Junqueras (i) ha elegido como la que sería secretaria general. (EFE/Quique García)
La actual presidenta del grupo municipal de ERC en Barcelona, Elisenda Alamany (d), a la que el candidato a la presidencia de ERC Oriol Junqueras (i) ha elegido como la que sería secretaria general. (EFE/Quique García)
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El junquerismo es amor. Así definía a principios de 2017 Oriol Junqueras su proyecto político al frente de ERC. La frase no era un chiste, aunque lo pareciera. Tampoco un arrebato. Junqueras la usó reiteradamente también como santo y seña durante su internamiento en prisión. Sonaba tan risible la expresión que dio alas a quienes, desde fuera, pero también desde dentro de ERC, empezaron a acentuar la imagen de Junqueras de carácter extremadamente mesiánico, ególatra y totalmente enajenado de la realidad al que el encarcelamiento había acabado de destruir psicológicamente.

De ese amor no queda nada. Más bien lo contrario. Oriol Junqueras ha presentado su candidatura a presidir de nuevo ERC —responsabilidad que abandonó tácticamente en enero de este mismo año para borrarse de la decisión que debía tomar ERC sobre si investir o no a Salvador Illa— con un discurso que parece diseñado para dar la razón a quienes afirman que del amor al odio hay solo un paso.

Junqueras no ha dejado títere con cabeza. La que ha sido su secretaria general en ERC durante tantos años, Marta Rovira, muchos integrantes de la ejecutiva del partido que él presidía, tantos y tantos cargos gubernamentales del Gobierno de Pere Aragonès, todos ellos son, para Junqueras, representantes de una ERC que ha dado la espalda a la militancia y que hay que purgar tras el congreso que se celebrará el próximo 30 de noviembre.

Tomen nota de la paradoja bañada en cinismo mayúsculo de Oriol Junqueras: el hombre que presidió ERC desde 2011 hasta enero de 2024 pretende presentarse como un hombre virgen políticamente y sin ninguna responsabilidad a sus espaldas en todo lo acontecido en Cataluña en trece años. Un hombre que ahora pretende regenerar el partido que él ha presidido y liderarlo como si se tratara de un recién aterrizado proveniente de Marte. Ver para creer.

En realidad, esto tiene un interés más bien relativo, salvo para los militantes de ERC. A fin de cuentas, son ellos quienes elegirán el nuevo liderazgo del partido entre las cuatro precandidaturas que acabarán siendo menos a medida se acerque la fecha del cónclave republicano. Una guerra civil autodestructiva como tantas cuando un partido entra en barrena.

Si nos referimos aquí a esta carnicería que se ha iniciado en ERC es sobre todo por las repercusiones que ese congreso puedan tener sobre aquellos espacios de poder institucional en los que los votos republicanos son imprescindibles para apuntalar el equilibrio y reparto actual del poder. Básicamente dos: el Gobierno de la Generalitat y el Gobierno de España.

Foto: Xavier Godàs en la presentación de su candidatura a presidir ERC. (EFE/Andreu Dalmau)

Ayer Oriol Junqueras sembró dudas sobre el compromiso de ERC con el Gobierno del PSC en la Generalitat en el caso de que las riendas de ERC vuelvan a estar en sus manos. Los republicanos avalaron a través de un referéndum entre su militancia votar a favor de la investidura de Salvador Illa. Un acuerdo cerrado por la actual ejecutiva de ERC contra la que Oriol Junqueras está utilizando ahora armamento de destrucción masiva para desacreditarla. Preguntado ayer en dos entrevistas sobre ese pacto en el caso que presida ERC, Junqueras se limitó a decir que él ya dijo en su día que el acuerdo contenía muchos elementos que justificaban un no de la militancia republicana y que en el caso de avalarlo, como finalmente sucedió, lo que sí sería inexcusable es no mostrarse extremadamente vigilante y beligerante con su cumplimiento.

Como entre las acusaciones que Oriol Junqueras dirige a sus compañeros de partido está la de estar demasiado institucionalizados y alejados de las bases, y como quiera que Salvador Illa mantiene en su organigrama de gobierno a muchos altos cargos de militancia republicana, pueden entenderse las afirmaciones de Oriol Junqueras como un aviso sobre lo que puede pasar en Cataluña con la batuta de ERC nuevamente en sus manos: no habrá paz para Salvador Illa.

Quedan más de dos meses para el congreso de ERC. Pero en función de cómo estén las previsiones de voto de la militancia, no sería extraño que las referencias de Junqueras al acuerdo con los socialistas fueran subiendo de tono. En cambio, el papel de muleta que los republicanos vienen jugando en el Congreso con Pedro Sánchez no ha aparecido todavía en el debate republicano.

Foto: Lluís Llach, presidente de la ANC, durante la última Diada (EFE).–

Donde sí está resuelto el debate respecto a Pedro Sánchez es en Junts, que celebra a finales de octubre el congreso que ha de coronar a Puigdemont como presidente del partido. En Junts, el convencimiento sobre la brevedad de la legislatura española es una realidad. No porque sean ellos los que vayan a precipitar su final, sino por entender que más pronto que tarde, y a pesar de las vehementes declaraciones del Gobierno socialista en sentido contrario, Pedro Sánchez no tendrá más remedio que convocar elecciones. Ellos no van a variar un ápice la estrategia del pellizco permanente en el trasero del presidente español. Y no solo por la inaplicabilidad —de momento— de la amnistía sobre Carles Puigdemont, sino sobre todo por la imposibilidad de dar apoyo continuado a Sánchez mientras la presidencia de la Generalitat esté en manos de Salvador Illa. En su cabeza sigue fija la idea de que el presidente español escogió apostando por empujar la investidura de Illa en Cataluña hacerse la vida difícil en el Congreso y acortar la legislatura en España. Así que el Congreso de Junts no aportará novedades relevantes.

El de ERC sí puede ofrecer variaciones. Junqueras va a enseñar la patita. Y si es necesario, acabará enseñando la pata entera. Según como no habrá paz para Salvador Illa. El junquerismo ya no es amor.

El junquerismo es amor. Así definía a principios de 2017 Oriol Junqueras su proyecto político al frente de ERC. La frase no era un chiste, aunque lo pareciera. Tampoco un arrebato. Junqueras la usó reiteradamente también como santo y seña durante su internamiento en prisión. Sonaba tan risible la expresión que dio alas a quienes, desde fuera, pero también desde dentro de ERC, empezaron a acentuar la imagen de Junqueras de carácter extremadamente mesiánico, ególatra y totalmente enajenado de la realidad al que el encarcelamiento había acabado de destruir psicológicamente.

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