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Puigdemont sí liderará la oposición, aunque la prensa diga lo contrario
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Josep Martí Blanch

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Puigdemont sí liderará la oposición, aunque la prensa diga lo contrario

Puigdemont será jefe de la oposición sin ser jefe de la oposición. Igual que hasta ahora ha sido jefe absoluto del partido sin tener ningún cargo en él. Esto último cambiará a finales de octubre, cuando se convierta en presidente de la formación

Foto: El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont interviene en las jornadas de trabajo de JxCAT en Waterloo. (EFE/Pablo Garrigós)
El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont interviene en las jornadas de trabajo de JxCAT en Waterloo. (EFE/Pablo Garrigós)
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No hablaba largamente ante las cámaras de televisión Carles Puigdemont desde su aparición-desaparición en Barcelona el pasado 8 de agosto. Lo hizo el miércoles en la reunión de inicio de curso político de su grupo parlamentario celebrada en Waterloo. Algunos colegas han advertido, o han querido advertir, notorias novedades en su discurso. Pero lo cierto es que en la ciudad belga nada relevante ha acontecido desde el punto de vista político. Sí en lo referente a las cuitas internas de Junts, pero no respecto al impacto en el tablero político de carácter más general.

Ha sucedido, cierto, que Puigdemont ha explicitado que no será el jefe de la oposición en el Parlament de Cataluña. Lo que equivale a cumplir solo a medias, cuando no a incumplir, su promesa electoral. Ese compromiso consistía en afirmar que si no era elegido presidente de la Generalitat abandonaría la primera línea de la política. En realidad era esta una cuestión que no se contemplaba ni cuando se formalizó en campaña.

Junts renuncia al cargo (oficial en el Parlament) de jefe de la oposición, con lo que mantiene más o menos el modo de funcionar de la legislatura pasada, con un presidente de grupo del grupo parlamentario, Albert Batet, y una portavoz más empoderada que le irá ganando terreno y peso, Mònica Sales. La decisión de dejar vacío el sillón de jefe de la oposición equivale a mantener a toda la organización en un segundo plano respecto al líder. Lo importante, estrategia y posicionamientos clave, va a seguir cociéndose en el despacho de Carles Puigdemont, el único y verdadero Rey Sol de Junts.

Lo que nos lleva a la realidad que esconden las palabras. Puigdemont será jefe de la oposición sin ser jefe de la oposición. Igual que hasta ahora ha sido jefe absoluto del partido sin tener ningún cargo en él. Esto último cambiará a finales de octubre, cuando se convierta en presidente de la formación. Desde su sillón se va a seguir teledirigiendo toda la política del partido. De momento desde Waterloo y cuando finalmente sea amnistiado desde Barcelona. Exactamente como hasta ahora. ¿Novedad? Más bien ninguna.

Foto: Carles Puigdemont en Barcelona seguido de Jordi Turull. (Reuters)

Respecto a la relación con el PSOE y el apoyo de Junts al Gobierno en el Congreso tampoco hay novedad alguna. Tensión permanente con Pedro Sánchez, al que le ha recordado que los pactos obligan a todas las partes. Con más o menos agresividad, dependiendo del día, el juego seguirá siendo el que hemos visto hasta ahora.

Algunas teorías periodísticas, impulsadas también desde la Moncloa, sobre una relación PSOE-Junts más calmada y previsible tras el congreso de octubre de la formación independentista son globos con muy poco aire. Junts no puede permitírselo, como tampoco puede -con presupuestos generales o sin ellos- hacer caer a Sánchez.

Foto: Carles Puigdemont y Toni Comín en Bruselas. (EFE/Ronald Wittek)

Será el presidente del Gobierno quien acabará convocando las elecciones cuando intuya una ventana de oportunidad para salir bien parado. Junts no lo matará, solo aspira a golpearlo sin cesar para que caigan monedas competenciales de sus bolsillos. Así lo exige el guion. Es el único modo que tienen los junteros de hacerse valer ante su electorado como una herramienta más eficaz que ERC (en el Congreso) y que el PSC de Salvador Illa (en la Generalitat) para defender los supuestos intereses de Cataluña. Junts solo podría actuar de otro modo en el Congreso si tuviera el Gobierno de la Generalitat. Pero eso no ha sucedido ni va a suceder en el corto plazo. Así que toca arañar a Sánchez, un día sí y al siguiente también. A fin de cuentas, ese arañazo permanente es lo que le está dando la vida a Junts.

De cara a la estrategia de Junts en Cataluña, tampoco nos resulta desconocido lo que se ha trabajado en Waterloo estos días. Puigdemont ha pedido a sus diputados que salgan de los cuarteles de invierno y se conviertan en alternativa. Eso exige dos líneas de trabajo. La primera, coherente en un partido independentista, seguir golpeando en el argumentario de que el Gobierno de Illa es solo una sucursal de Madrid, con un proyecto oculto de “desnacionalización” de Cataluña.

La segunda pasa por consolidar a Junts como un partido con un bagaje ideológico y programático propio, que pueda diferenciarse del proyecto de las izquierdas, en las que engloban al PSC.

Foto: laura Borrás, junto a Artur Mas en la llegada y fuga de Puigdemont a Barcelona el pasado agosto. (Europa Press/David Zorrakino)

De ahí que en los documentos precongresuales se advierta el giro a la derecha en algunas cuestiones como inmigración, impuestos y otras cuestiones. No hay nadie en Junts, tampoco Carles Puigdemont, que no haya entendido definitivamente que para volver a gobernar en Cataluña no les va a alcanzar con el discurso independentista.

Los que defendían lo contrario, que con la estelada era suficiente, cayeron del caballo en las últimas elecciones autonómicas. Esa ordenación ideológica, para pasar de un movimiento sin coherencia alguna a un partido de centro derecha-liberal al uso en lo sectorial, viene trabajándose desde hace dos años y está a punto de culminar. Aunque lo cierto es que por la propia naturaleza de algunos de sus cuadros, algunas incoherencias en este ámbito van a seguir siendo muy visibles.

Las referencias a vencer al wokismo en los documentos de trabajo sirven para afianzarse como alternativa a la izquierda, ERC y PSC, y las que apuntan a la necesidad de combatir el nacional populismo de Aliança Catalana, intentan dejar claro que la derecha seria nacionalista es la de Junts. Esa es la pelea en clave interna.

Foto: David Bonvehí, nuevo director de Cooperativas de la Generalitat en sus tiempos en el PDeCAT (EFE).–

Pero de ese intento de reforzarse en lo ideológico a señalar que hay una corriente pragmática en Junts que pretende robarle el cetro a Carles Puigdemont en un tiempo razonable para aterrizarlo a un escenario de concordia con el PSC en Cataluña y el PSOE en Madrid, o incluso con el PP en el futuro, hay exactamente la misma distancia que de la tierra a la Luna.

Esa corriente crítica, más pragmática, en el sentido de un grupo lo suficientemente numeroso y mínimamente organizado, no existe en Junts.

Hay algunas personas, cierto, que así lo piensan y que incluso se atreven a exteriorizarlo con todas las cautelas. Y muchas más que asienten hacia sus adentros pero que jamás darán un paso, ni siquiera garantizándose el anonimato, para que públicamente se entienda que esa es su íntima convicción.

Pero afirmar que tienen fuerza de arrastre suficiente para planteamientos de estas características, ni siquiera en el largo plazo, como ha publicado algún medio de comunicación, es una ensoñación. Puigdemont se irá cuando quiera, el partido sigue estando en su puño. Y el nivel de pragmatismo de Junts es y será el que él decida. Sin cambios.

No hablaba largamente ante las cámaras de televisión Carles Puigdemont desde su aparición-desaparición en Barcelona el pasado 8 de agosto. Lo hizo el miércoles en la reunión de inicio de curso político de su grupo parlamentario celebrada en Waterloo. Algunos colegas han advertido, o han querido advertir, notorias novedades en su discurso. Pero lo cierto es que en la ciudad belga nada relevante ha acontecido desde el punto de vista político. Sí en lo referente a las cuitas internas de Junts, pero no respecto al impacto en el tablero político de carácter más general.

Carles Puigdemont
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