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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Pescadores delincuentes

Para las administraciones las embarcaciones de pesca de arrastre de bajura son una molestia, una malsana herencia con la que toca convivir. Cuanto antes nos las saquemos de encima mucho mejor

Foto: Un pescador trabaja en el Puerto de Arenys, Barcelona. (Europa Press/Lorena Sopêna)
Un pescador trabaja en el Puerto de Arenys, Barcelona. (Europa Press/Lorena Sopêna)
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Como este blog lleva por nombre Pesca de arrastre, es de lo más natural que hoy, tras lo sucedido esta semana, lo dediquemos a la mezquina política de la UE para con este arte de pesca en las aguas del Mediterráneo. Aunque primero, como acostumbran los anglosajones, hay que avisar de incompatibilidades: mi familia se ha dedicado a este oficio desde mis bisabuelos hasta la jubilación de mi ya fallecido padre.

La propuesta de la Comisión Europea que han discutido estos días los ministros del ramo tenía como objetivo eliminar ya en 2025 la pesca de arrastre en el Mediterráneo. Sólo así puede entenderse que se pretendiera fijar un máximo de 27 días de pesca por barco para todo el año.

El resultado final, tras el paripé habitual de las negociaciones, no ha cambiado lo sustancial. Solo la velocidad a la que ha de suceder. La mejoría del texto radica en que, en lugar de guillotinar a los arrastreros, se seguirá asfixiándolos y empujando a la baja la sostenibilidad de su trabajo. No los han matado, pero los empujan a morirse. El imposible relevo generacional en estas condiciones de trabajo hará el resto.

En 2024 había 556 embarcaciones de arrastre faenando en el Mediterráneo. Tanto a efectos de participación en el PIB, como de contabilización de número de puestos de trabajo, estamos ante un sector marginal. Mal organizados y peor defendidos, llevan ya décadas siendo vistos como delincuentes por las administraciones. Es esta última una afirmación que no admite excepciones. Aunque sí es cierto que cuanto más lejos se encuentra el burócrata -comunidad autónoma, Madrid, Bruselas- mayor es la saña con la que acostumbra a cebarse con ellos. Nada que no vivan también en sus propias carnes desde hace mucho el resto de gentes del sector primario.

Pusimos primero en el lugar de Dios al hombre. Pero nos cansamos también de él y lo reemplazamos por la naturaleza, que es en honor de quien hoy se realizan los sacrificios. Las administraciones, copadas mayormente por individuos que visten el hábito de esta nueva religión, imaginan desde sus escribanías paisajes pastoriles que en realidad nunca han existido. Dibujan en sus proyecciones un Mediterráneo virginal en que los peces vuelven a ser tan abundantes que se cogen con la mano y casi sin querer, bastando para ello con acercarse a la orilla y meter los pies en ella. En esta visión, que exageramos pero no en exceso, el pescador de arrastre es una molestia. Una malsana herencia con la que todavía hoy hay que convivir pero que cuanto antes nos podamos sacar de encima mucho mejor.

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, tornó satisfecho del encuentro con sus homólogos europeos. Básicamente por haber evitado la prevista ejecución en masa del sector, tal y como estaba prevista. Pero todas esas embarcaciones continuarán en el corredor de la muerte.

Foto: Trabajo de marineros a bordo de un barco de pesca de altura. (Antonio Soage)

Como en el resto del sector primario, no hay aliciente alguno para la inversión familiar ni tampoco para el relevo generacional. El declinar de la pesca de arrastre era ya una realidad antes de la negociación de las cuotas pesqueras de 2025 y lo sigue siendo tras ella. Basta una encuesta aleatoria entre algunos de los afectados para tomar nota de lo que quisieran muchos armadores-pescadores (que coincidan las dos cosas es lo más habitual en la pesca de bajura del Mediterráneo) es que se abrieran subvenciones para desguazar sus embarcaciones. Normal. Si la propia administración conculca tu derecho al trabajo, nada de malo hay en desear que se habilite una ventanilla en la que poder cobrar un talón para hundir el barco y hasta aquí hemos llegado.

El destrozo va más allá de lo económico, que, como decíamos, resulta poco sustancioso en cifras absolutas, para entrar de lleno en el terreno de los intangibles. La política pesquera de la UE, con la colaboración y también empuje del resto de administraciones, apunta directamente al corazón del sentir comunitario de las villas y pueblos pesqueros del Mediterráneo.

Un mundo de lonjas, cofradías y embarcaciones familiares que se quiere agonizante. Pero no se preocupe. No faltarán los peces en su mesa. La pretensión de convertir el Mediterráneo en un vergel, negando el pan y la sal a los propios, no impedirá que pueda usted seguir atiborrándose de pescado.

Foto: Barcos atracados en el puerto de Barbate. (EFE / Román Ríos)

Ahí están los caladeros del mar del Norte, de África, de Sudamérica y de todo el mundo para hacer posible que las grandes empresas y los fondos de inversión nos acaben sirviendo el plato en la mesa. El litoral mediterráneo, ya si acaso, para disfrutarlo como veraneantes-marineritos durante los meses de verano. Y aún hay gente que se sorprende de que de vez en cuando prenda seriamente el malestar entre los sectores a los que la propia administración comunitaria ahoga con sus propias manos en nombre del futuro. Tranquilos. Esto no será lo que suceda con los pescadores del Mediterráneo. Son pocos y completamente resignados a su suerte.

Como este blog lleva por nombre Pesca de arrastre, es de lo más natural que hoy, tras lo sucedido esta semana, lo dediquemos a la mezquina política de la UE para con este arte de pesca en las aguas del Mediterráneo. Aunque primero, como acostumbran los anglosajones, hay que avisar de incompatibilidades: mi familia se ha dedicado a este oficio desde mis bisabuelos hasta la jubilación de mi ya fallecido padre.

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