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Pesca de arrastre
Por
La2 de TVE como ariete de la España plurilingüe
En dos años la programación de este canal será íntegramente en catalán fruto de los acuerdos entre el PSOE y Junts. ¿Es una buena noticia?
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Entre tanto desconcierto obligado ante una legislatura que discurre bajo la ley del ahora caigo, ahora me levanto presidencial, suceden cosas que no por menores dejan de ser disruptivas. Y disruptivo es sin duda el anuncio efectuado por la Generalitat de Cataluña a través de su consejero de la presidencia, Albert Dalmau, de que La2 de TVE emitirá en esta comunidad autónoma íntegramente en catalán en un plazo máximo de dos años. El anuncio no ha sido sólo institucional. También ha tenido su dosis partidista. En paralelo a Dalmau confirmaba también la noticia Míriam Nogueras, la jefa de filas de Junts en el Congreso. Fue ella la que atribuyó el proyecto al desarrollo de los acuerdos que van sucediéndose en diferentes ámbitos entre socialistas y junteros.
Puede hacerse una lectura tremendista de esta decisión. Y no va a faltar quien la promueva. Ahí va un entrecomillado imaginario que a nadie sorprendería en el caso de ser real “una nueva cesión al chantaje nacionalista que en esta ocasión pasa por debilitar la lengua común en Cataluña, convirtiendo a TVE en cómplice del separatismo”.
Tendría de parcialmente cierta esta lectura el hecho de que, como sucede siempre, todo movimiento de las instituciones del Estado en favor de la pluralidad lingüística llega únicamente cuando la aritmética parlamentaria las obliga a ello. Pero el resto de las apreciaciones serían falsas. Porque ni el castellano se debilitará en Cataluña si La2 emite íntegramente en catalán -si acaba sucediendo-, ni TVE pasa a ser cómplice de nada en absoluto materializando este anuncio.
El proyecto, que de momento se ciñe a una declaración política - con el valor que eso tiene hoy en día- es positivo y por motivos dispares.
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En primer lugar por una mera cuestión de apoyo a una lengua con problemas serios de retroceso en el uso social de la misma. Su supervivencia futura como lengua de uso común en todos los ámbitos de la vida cotidiana está amenazado por la realidad demográfica del presente. Basta con ser catalanoparlante para advertirlo, particularmente en las grandes áreas metropolitanas. No hay capacidad ni posibilidad de integrar lingüísticamente el alud migratorio del norte de África y de Sudamérica. Contar con mayor oferta audiovisual gratuita en catalán puede resultar de ayuda para favorecer el contacto con esta lengua más allá de la escuela, que garantiza un aprendizaje -teóricamente- en las aulas que después no revierte en un uso cotidiano. Este argumento es irrelevante para quienes militan el darwinismo lingüístico, a quienes coherentemente les importa un bledo la pervivencia o no de cualquier lengua (con excepción de la suya, debiéramos añadir).
Otro argumento apunta a la mera racionalidad de la decisión como consecuencia de la realidad del país. Si España es una nación plurilingüe, es de lo más natural que TVE potencie la producción en sus centros regionales en idiomas que son parte del patrimonio español. Que el Senado no sea todavía la cámara de representación territorial que debiera, no impide que un canal de TVE no pueda jugar en el plano televisivo un papel similar al que teóricamente le corresponde a la cámara alta en cuestiones de esta índole.
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Esta manera de razonar también resultará un tanto absurda para quienes no valoran o perciben como una molestia, más que como algo apreciable, la coexistencia de lenguas en España. Con todo, quienes argumenten que esa promoción del catalán a través de La2 será en detrimento del castellano, tienen en el mando a distancia la prueba que hace imposible mantener en pie tal afirmación.
La oferta audiovisual en catalán se reduce a TV3 y algunas televisiones locales. Las decenas de canales restantes, a las que hay que sumar las plataformas de contenido audiovisual -el verdadero futuro del consumo televisivo- es íntegramente en español. No hay posibilidad de aprovechar este ángulo para buscarle tres pies al gato. La proporción seguirá siendo la de uno a cincuenta en favor del castellano.
Existe, por último, un argumento de corte todavía más político. La única propuesta informativa y de entretenimiento con un mínimo de calidad en catalán es TV3. Si finalmente el proyecto anunciado llega a puerto, y lo hace con la suficiente ambición y calidad, habrá dos narrativas no coincidentes de la realidad en lengua catalana en las pantallas de televisión. Esto debiera entenderse como una excelente noticia, particularmente entre aquellos que reducen equivocadamente las causas del proceso independentista que se ha vivido a una burda maniobra de manipulación de TV3. Que los ciudadanos catalanes tengan una alternativa a la televisión autonómica va a ser positivo también desde el punto de vista de la pluralidad informativa gracias a la diferencia de los enfoques editoriales.
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Se argumentará, finalmente, que nada de lo anterior justifica la asignación de más recursos públicos estando ya garantizado el servicio público tanto en catalán (TV3) como en castellano (TVE). Es de lo más razonable hacer esta salvedad. Y contra ella sólo cabe argumentar que tanto TVE como TV3 pueden y deben hacer más y mejor sin aumentar -incluso disminuyendo- la carga presupuestaria que soporta el ciudadano. Para eso está la gestión eficaz y las reformas que la política se ha demostrado incapaz de practicar hasta ahora. Pero esta derivada queda ya como material en barbecho para otro artículo.
Entre tanto desconcierto obligado ante una legislatura que discurre bajo la ley del ahora caigo, ahora me levanto presidencial, suceden cosas que no por menores dejan de ser disruptivas. Y disruptivo es sin duda el anuncio efectuado por la Generalitat de Cataluña a través de su consejero de la presidencia, Albert Dalmau, de que La2 de TVE emitirá en esta comunidad autónoma íntegramente en catalán en un plazo máximo de dos años. El anuncio no ha sido sólo institucional. También ha tenido su dosis partidista. En paralelo a Dalmau confirmaba también la noticia Míriam Nogueras, la jefa de filas de Junts en el Congreso. Fue ella la que atribuyó el proyecto al desarrollo de los acuerdos que van sucediéndose en diferentes ámbitos entre socialistas y junteros.