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Velo islámico en las escuelas y en los edificios públicos, ¿sí o no?
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Velo islámico en las escuelas y en los edificios públicos, ¿sí o no?

Los argumentos para prohibirlo son el feminismo, la laicidad y la seguridad ciudadana. También la islamofobia camuflada entre esos tres

Foto: Más de un centenar de estudiantes se manifiestan en contra de la prohibición del 'hiyab'. (EFE/Nahia Peciña)
Más de un centenar de estudiantes se manifiestan en contra de la prohibición del 'hiyab'. (EFE/Nahia Peciña)
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Manifestación de estudiantes en Parla (Madrid) a favor del hiyab en las aulas de los institutos para desafiar la prohibición de tres centros educativos que lo han vetado en sus reglamentos internos. No es el único sitio en el que el velo islámico es noticia. Simultáneamente la alcaldesa de Ripoll (Girona) y líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, plantea una modificación de las ordenanzas para impedir el acceso a cualquier dependencia municipal con este atuendo en la cabeza.

Aterrizan en España los problemas con los que otras sociedades europeas han lidiado antes que nosotros. Los franceses, campeones de la laicidad, ya prohibieron que las alumnas pudieran utilizar el pañuelo en 2004. Una restricción que ha ido en aumento. Recientemente la ampliaron al mundo del deporte, impidiendo el uso de estas prendas en sus equipos nacionales. También han prohibido el uso de vestimenta que permite la identificación religiosa de quien la porta, aunque deje el rostro al descubierto. La casuística es variada y cada país va resolviendo la cuestión a golpe de encuestas y estados de opinión derivados de acontecimientos particulares. En Alemania, por ejemplo, sí pueden llevar la prenda en la cabeza las alumnas, pero no las profesoras.

En España no hay legislación específica sobre la cuestión. Aunque existen resoluciones judiciales lejanas en el tiempo que avalan la discrecionalidad de los centros educativos para establecer sus propios reglamentos internos de obligado cumplimiento. Dos sentencias, una del Contencioso-Administrativo en Madrid y otra del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, así lo acreditan.

Más allá del pañuelo, como es el caso del burka y velos integrales, algunas administraciones han intentado su prohibición en los espacios públicos. Tal fue el caso del Ayuntamiento de Lleida en 2010, pero el Tribunal Supremo se encargó de recordar en 2013 mediante sentencia que sólo una ley orgánica puede restringir derechos fundamentales, como es el caso del de libertad religiosa. Lo más parecido que tenemos en España a una prohibición de prendas de vestir asociadas al hecho religioso es la ley de seguridad ciudadana de 2015, que prohíbe que uno pueda habitar el espacio público sin que sea posible identificar de quién se trata. Pero lo cierto es que esa ley en la práctica “indulta” la ocultación del rostro por motivaciones religiosas.

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Foto: Más de un centenar de estudiantes se manifiestan en contra de la prohibición del 'hiyab' en los centros escolares. (EFE)

La coincidencia en el tiempo de la protesta estudiantil en Parla y la iniciativa de la ultraderecha independentista en Ripoll ha merecido posicionamientos vehementes a favor y en contra de la prohibición. Este fin de semana hemos visto hasta un intento de reventar un acto de Podemos por parte de una activista de izquierdas molesta con el posicionamiento provelo de los morados.

Entre los favorables al prohibicionismo los argumentos más recurrentes utilizados son tres: feminismo, laicismo y facilitación de la convivencia o seguridad ciudadana. No se nos escapa que hay uno más, solo que este no puede exhibirse impunemente y hay que camuflarlo entre alguno o todos los anteriores: la islamofobia.

Foto: Una niña musulmana viste un velo. (EFE/David Aguilar)

El feminismo antivelo, tal sería el caso de la escritora marroquí afincada en Catalunya desde los ocho años, Najat el Hachmi, da por hecho que el hiyab es una imposición masculina que coarta la libertad de la mujer y que su reivindicación no es más que un blanquear impune de la misoginia y el machismo.

Quienes insisten en la prohibición refiriéndose a la laicidad lo hacen habitualmente desde un menosprecio más o menos disimulado hacia la creencia religiosa, sin acabar de entender quizás que la neutralidad religiosa obliga al estado y a las instituciones, pero no al ciudadano.

Los que creen que la prohibición hace más fácil la convivencia -tal sería el caso de los reglamentos internos de los colegios- o quienes arguyen cuestiones de seguridad ciudadana (en este caso no para el pañuelo, sino para prendas mucho más restrictivas como el burka) parten también de una consideración más bien tibia del derecho a la libertad religiosa. Sobre los islamófobos nada que añadir. Sólo que pueden utilizar uno o todos los argumentos anteriores para blanquear su verdadera motivación.

Foto: Varias personas realizan el rezo en la mezquita Sidi Embarek, en Ceuta. (Europa Press/Antonio Sempere)

Entre los contrarios a la prohibición las motivaciones principales son dos: de nuevo el feminismo y quienes, desde el lado opuesto a los prohibicionistas, consideran la libertad religiosa como algo esencial que sólo puede ser coartado -también en su expresión a través del vestir- en contadísimas ocasiones y siempre que el bien a proteger lo justifique sobradamente.

Que el feminismo pueda mostrarse a favor o en contra de la prohibición del hiyab es normal, dada la amplitud del movimiento y los divergentes puntos de vista que caben en él. En el caso del feminismo provelo la libertad individual de la mujer o la joven operaría como principal argumento. Pero también hay quienes se oponen a la prohibición desde una perspectiva feminista porque consideran que, lejos de favorecer la liberación de la mujer musulmana desde la buena fe, lo que provocaría es el efecto contrario. Defienden que forzarlas a evitar el pañuelo limitaría sus posibilidades reales de emancipación, puesto que se estaría dando una coartada a su familia o comunidad más cercana para prohibirle o dificultar su participación en actividades en las que obligatoriamente tuviera que mostrarse con la cabeza al descubierto. Opiniones para todos los gustos.

No es una cuestión sencilla. Y lo es menos a poco que uno se tome en serio que la libertad religiosa es un derecho fundamental. Pero ahora que la inmigración se ha tornado ya un asunto principal de la agenda política española (y que lo seguirá siendo en los próximos años) parece claro que no podrá seguir orillándose indefinidamente el debate sobre esta cuestión. La conflictividad irremediablemente tenderá a ir a más.

Foto: Ebabba Hameida. (Saâd Jebbour)

Y como de lo que estamos hablando es de limitar y hasta qué punto un derecho fundamental, corresponde al Gobierno y a las Cortes asumir la responsabilidad de impulsar un marco jurídico que facilite las cosas a pie de calle y al resto de administraciones. El sentido común indica, al menos esa es mi opinión, que deberían prohibirse en el espacio público las prendas que impiden la identificación del individuo que se esconde bajo el ropaje. Pero este no es el caso del velo, cuya batalla a favor o en contra ha de dirimirse en la zona de los grises.

Grises que nada tienen que ver con una política pro o antiinmigración, con el cierre o no de fronteras, con las políticas más o menos favorables a las reagrupaciones familiares, con la expulsión de extranjeros que delinquen o con cualquier otro aspecto referido a la gestión de la inmigración que todavía está por llegar.

A quienes afecta la prohibición o no del velo en escuelas y centros públicos es a quienes ya están aquí, muchos de ellos españoles, a los que debe garantizarse el ejercicio de sus derechos fundamentales, entre ellos el de libertad religiosa.

Así que valdría la pena empezar a hablar de ello seriamente para poder fijar las reglas sobre esta cuestión en un escenario lo más sereno posible y sacando provecho de la experiencia de los países que han lidiado o lidian con la cuestión desde hace más tiempo que nosotros. Claro que esperar a que la política anticipe la solución a un problema antes de que éste se vuelva irresoluble es como pedirle peras al olmo. Pero por pedir que no quede.

Manifestación de estudiantes en Parla (Madrid) a favor del hiyab en las aulas de los institutos para desafiar la prohibición de tres centros educativos que lo han vetado en sus reglamentos internos. No es el único sitio en el que el velo islámico es noticia. Simultáneamente la alcaldesa de Ripoll (Girona) y líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, plantea una modificación de las ordenanzas para impedir el acceso a cualquier dependencia municipal con este atuendo en la cabeza.

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