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Pesca de arrastre
Por
ERC apuesta por un noviazgo tenso con los socialistas
Junqueras es de nuevo un rey republicano. Pero será difícil que pueda remontar el vuelo de su partido
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Punto final al proceso congresual de ERC, largo como un día sin pan. Oriol Junqueras luce ya de nuevo con todos los honores la corona de rey republicano, responsabilidad que en realidad ostenta desde 2011 y que abandonó tácticamente en junio del año pasado para soltar el lastre de los trece años al frente del partido presentarse de nuevo parapetado tras una apariencia de renovación.
La jugada le ha salido bien a él y regular al partido. Pero más allá de las cuitas internas, interesa saber qué puede esperarse a partir de ahora de los republicanos en los tres tableros -Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno de España- en los que su acción política resulta imprescindible para el desempeño gubernamental.
La estrategia de ERC a partir de ahora, según el documento aprobado en la cita congresual, pasa por “mantener una relación con el socialismo catalán que combine la confrontación y la colaboración”. Afirmación que podemos extrapolar también al socialismo español. En el ámbito identitario los republicanos aplazan hasta el 2030 el momento en el que Cataluña puede estar lista para un nuevo embate independentista y cierran la puerta a que el partido, tal y como se apuntaba en una de las enmiendas, pueda ser el lugar de encuentro de independentistas y nacionalistas ambiciosos pero que no aspiran a tanto.
¿Qué quiere decir esto en la práctica y qué implicaciones puede tener para la gobernabilidad española, catalana y barcelonesa? Más o menos como hasta ahora. Cal y arena. No puedo vivir sin ti, pero tampoco contigo. En el congreso republicano se defendió que los pactos alcanzados con el PSC y con el PSOE van razonablemente bien, lo que en el fondo equivale a decir que hay que seguir como hasta la fecha.
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En realidad, con menos margen de maniobra que Junts -que a diferencia de ERC no tiene ningún interés en quedar atrapado en el marco progresista que propone el socialismo- la estrategia que proponen los republicanos es muy similar a los de Puigdemont.
En el caso de ERC eso quiere decir no entrar a gobernar con los socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona (había un acuerdo cerrado que debía votar la militancia del que jamás se supo de nuevo), caminar al lado de Illa pero sin cogerse de la mano (este año no hay presupuestos y el año que viene ya se verá) y violentar periódicamente a Sánchez pero sin llegar a los extremos de los de Puigdemont. A la espera del inicio del próximo ciclo electoral, que Junqueras quiere marcar como el inicio de la remontada, se trata de marcar por un lado perfil izquierdista (tanto respecto al PSC como del PSOE) y arrancar al socialismo tantas concesiones como pueda en el eje identitario.
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Va a ser muy difícil que ERC pueda sacar rendimiento de este modo de proceder, aunque también es cierto que cualquier otro podría ser incluso peor. Las posibilidades de que el próximo ciclo electoral sea positivo para ERC son muy limitadas. Los republicanos son ahora mismo el partido independentista con menos votantes independentistas convencidos según el Centro de Estudios de Opinión (el CIS catalán). Y eso no es una buena noticia para un partido independentista. En la izquierda compiten con los socialistas, los comunes y también con la CUP. Y en el eje independentista con Junts, la CUP y Aliança Nacional. A eso hay que sumarle que Oriol Junqueras, a pesar de haber afianzado su poder dentro de ERC -ya veremos si la tregua con las facciones rivales es duradera- tiene una aceptación más bien baja entre el electorado no militante. Súmenle que los vientos que soplan son de derechización del electorado entre el votante soberanista en asuntos en los que la posición de ERC juega contra mercado, como es el caso de la inmigración. Y por último, que al público no militante es difícil venderle el producto Junqueras como una novedad, habiendo sido junto a Carles Puigdemont el principal protagonista del desaguisado de 2017. Su paso por la cárcel está ya amortizado políticamente y no hay entre el electorado soberanista sensación alguna de deuda con él que esté por saldar.
A ERC puede pasarle, como ya le sucedió en las últimas municipales, autonómicas y generales, que siga siendo una opción percibida como la menos útil desde todos los frentes. Para el independentista demasiado tibio y para el izquierdista demasiado nacionalista o sobrante al poder decantarse por otras formaciones. La opción de penetrar en los ambientes metropolitanos para hacer daño al PSC-PSOE con el “rufianismo” ya ha quedado acreditado que es poco realista y no hay elemento alguno que haga prever que esto vaya a ser diferente en el futuro. Respecto a la ambición de ser la Convergencia del presente volcada a la izquierda, hay que decir que ese espacio mitificado cual unicornio del pasado que sigue vivo ya no existe como tal. Una parte ha ido a parar al PSC, y no es razonable pensar que vaya a moverse de ahí, y otra sigue en Junts con mayor o menor incomodidad.
A la dificultad de hallar el espacio político en el que crecer, hay que sumar las heridas que deja en ERC su congreso recién terminado. En este sentido, si bien es cierto que los republicanos han evitado la escisión, algo que llegó a considerarse posible, también lo es que el partido está lejos de haber alcanzado una unidad lo suficientemente sólida como para dar por sentado que no vaya a haber fuertes turbulencias domésticas. La reválida de Junqueras como presidente de ERC ha exigido dejar muchos muertos por el camino y también muchísimos malheridos. Estos últimos son los peligrosos para su presidencia. El armisticio definitivo por el que se apostaba en las últimas semanas finalmente no ha sido. El congreso de ERC ha finalizado, pero los problemas de los republicanos están todavía muy lejos de darse por finiquitados.
Punto final al proceso congresual de ERC, largo como un día sin pan. Oriol Junqueras luce ya de nuevo con todos los honores la corona de rey republicano, responsabilidad que en realidad ostenta desde 2011 y que abandonó tácticamente en junio del año pasado para soltar el lastre de los trece años al frente del partido presentarse de nuevo parapetado tras una apariencia de renovación.