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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Todos contra todos

El objetivo de los partidos es llegar a las urnas diciendo de los demás, aunque se haya comido del mismo plato: "¡Oiga, que yo a usted no le conozco!"

Foto: Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE/Pool/Javier Lizón)
Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE/Pool/Javier Lizón)
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Malhumor creciente en el Congreso. El pétreo discurso oficial del Gobierno sigue siendo el mismo: ¡se votará en 2027! Pero no hay partido político que no huela a elecciones y no esté ya de maniobras ejercitándose. Se ha visto con manifiesta claridad esta semana tras el portazo de Podemos que ha hecho naufragar el pacto entre PSOE y Junts para la cesión de algunas competencias de gestión en inmigración a la Generalitat de Catalunya.

El Ejecutivo ya no gestiona únicamente las serias dificultades que representa el tener que ganarse el apoyo de todos los grupos que conformaron en su día el bloque de investidura para salvar cualquier iniciativa que presente, por nimia que sea ésta. Esto, en sí mismo, no representaría novedad alguna, pues ha sido de esta guisa desde el principio de legislatura. Junts, por ejemplo, le ha dado mala vida al Gobierno desde el primer día. Una estrategia que copió Podemos cuando los morados decidieron irse al grupo mixto seis meses después de celebrarse los comicios.

El escenario ha empeorado. Pues ahora empieza a parecerse al de un todos contra todos. Para los partidos que convirtieron a Pedro Sánchez en presidente lo más importante empieza a ser principalmente desacoplarse, marcar distancia entre ellos, desprenderse del olor de los otros que haya podido quedar prendado en su ropaje. La estrategia es normalmente la misma en los escenarios de degradación. Se trata de llegar a las futuras elecciones pudiendo decir de los demás, sin sonrojarse y aunque se haya comido del mismo plato: "¡Oiga, que yo a usted no le conozco!".

Y para eso hay que confrontar, no sólo con el Gobierno, que también; sino con todos aquellos que permitirán redibujar con mayor nitidez el perfil propio a través del efecto contraste. Un contraste, que para ser visible, obliga a exagerar, gesticular y escalar el tono. Las izquierdas contra las izquierdas, los nacionalistas contra los nacionalistas, y todos contra todos. Un vodevil preelectoral.

Foto: podemos-tumba-el-traspaso-migratorio-a-cataluna-y-complica-mas-la-relacion-psoe-junts

Este escenario, ya se sabe, es de lo más perjudicial para la iniciativa legislativa. Pues ante cualquier propuesta que se plantee siempre habrá alguien dispuesto a romper la baraja con tal de ganar protagonismo. El resultado final no es otro que la previsible parálisis y mayor deterioro. Es donde estamos. ¿Presupuestos? Salvo milagro, usted ya sabe la respuesta.

Con el asunto de la transferencia de competencias de gestión en inmigración a la Generalitat este ambiente más radicalizado entre socios de investidura se ha visto con extrema nitidez. Podemos, siempre el primero de la clase en estas lides, ha insultado a Sumar, al PSOE, a ERC y muy especialmente a Junts. A estos últimos les ha llamado racistas, a los demás cómplices del etnicismo que supuestamente practican los de Puigdemont. ¿El mensaje electoral tras tanta exageración? ¡Aquí la única izquierda que merece tal nombre es Podemos!

ERC, por su parte, ha agredido a Podemos y a Junts. A los primeros les ha llamado jacobinos e hipócritas por hacer creer farisaicamente que apostaban por la descentralización del Estado hasta que han tenido que votar una transferencia competencial y se han negado a ello con el peregrino argumento del racismo. Pero a Junts, los de Junqueras también les han tocado la cara. El recadito ha sido que son cómplices de la ultraderecha catalana y, en consecuencia, fomentadores del hostigamiento del inmigrante y de los comportamientos racistas. El mensaje interesado de ERC, diciendo una cosa y la contraria, es este: ¡Aquí el único de izquierdas descentralizador soy yo. Y también soy el único partido independentista moralmente honrado!

Junts se ha revuelto, claro. Ha negado la condición de independentistas a los republicanos y acusa a Podemos de supremacismo. Los junteros, también en campaña, se reivindican como los únicos independentistas de verdad y tienen bastante interés en que nadie los confunda con un partido de izquierdas. No hay otra clave, ya que no sea la preelectoral.

Más allá de la cuestión migratoria, el desdibujado Sumar también necesita aparentar algo de personalidad. Así que tocaba poner el dedo en el ojo a Pedro Sánchez, no sea que la opinión pública fije como verdad que el único propalestino es el presidente del Gobierno. Así que convenía remarcar su descontento por la cláusula de interés general que figura en el decreto de embargo de armas a Israel para poder suspenderlo a criterio del gobierno y sin dar explicaciones. De ahí que Sumar exija que se tramite como proyecto de ley para enmendarlo. También Sumar piensa en las urnas: "¡Sin nosotros el PSOE se queda sólo en la pose! ¡La única izquierda efectiva somos nosotros! ¡Podemos solo gesticula!

Foto: pedro-sanchez-cambio-ciclo

Campaña, campaña y campaña. El gusanillo electoral ha prendido ya en todas las formaciones políticas. Solo el PSOE, por obligación, mantiene un prudente decoro con quienes permitieron a Sánchez alcanzar la presidencia. Es cierto que es también lo que más le conviene en clave electoral para cuando sea que llegue el momento. En el momento de apretar el botón nuclear, el mensaje de Sánchez no puede ser otro que el de alguien víctima de sus propios allegados y a quien no le queda otra que convocar a las urnas tras haberlo intentado todo por responsabilidad. ¡Ni siquiera los presupuestos me han aprobado! Pues eso, que también el PSOE está ya en plena campaña. Como prueba también la gran orquestación a cuenta de Palestina.

Malhumor creciente en el Congreso. El pétreo discurso oficial del Gobierno sigue siendo el mismo: ¡se votará en 2027! Pero no hay partido político que no huela a elecciones y no esté ya de maniobras ejercitándose. Se ha visto con manifiesta claridad esta semana tras el portazo de Podemos que ha hecho naufragar el pacto entre PSOE y Junts para la cesión de algunas competencias de gestión en inmigración a la Generalitat de Catalunya.

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