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Calidad democrática y venta de armas

La observancia estricta y conjunta de los criterios europeos obligaría a la suspensión de nuestras ventas de material de defensa a todos los países de Oriente Medio

Foto: Un caza estadounidense despega de la cubierta del portaaviones estadounidense George Washington durante unas maniobras militares. (EFE)
Un caza estadounidense despega de la cubierta del portaaviones estadounidense George Washington durante unas maniobras militares. (EFE)

La prohibición por la ministra de Defensa de la exportación de 'bombas inteligentes', el subsiguiente conflicto de Navantia, la desautorización de la ministra por el presidente del Gobierno, el zafio y brutal asesinato del periodista Khashoggi y la posterior votación en el Congreso autorizando la venta de material de defensa a Arabia Saudí han puesto de manifiesto nuestro papel como exportadores de armamento y la prosaica realidad de las relaciones internacionales.

En el año 2017, las exportaciones españolas de material de defensa ascendieron a 4.347 millones de euros y supusieron el 1,5% del total de nuestras exportaciones. El crecimiento frente al año anterior fue superior al 7% y confirmó la tendencia ascendente de ejercicios anteriores. Desde 2014, el incremento ha sido superior al 35%.

El 17% de nuestras exportaciones de material de defensa, unos 750 millones de euros, tuvo como destino países de Oriente Medio. Nuestros clientes más importantes fueron Turquía (301,5 M) y Arabia Saudí (270 M), seguidos por Omán (72,8 M), Bahréin (33,5 M) e Irak (33,3 M). Aunque por importes más reducidos, también efectuamos exportaciones a Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Qatar.

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La posición de la Unión Europea, y por tanto de España, respecto a la exportación de armamento está fijada en la Posición Común 2008/944/PESC (Política Exterior y de Seguridad Común) del Consejo de 8 de diciembre de 2008, por la que se definen las normas comunes que rigen el control de las exportaciones de tecnología y equipos militares. En dicha posición común, el Consejo de la Unión Europea establece ocho criterios que los países miembros deben seguir a la hora de autorizar exportaciones de material de defensa.

  • Criterio 1. Respeto de los compromisos y obligaciones internacionales de los estados miembros, en particular las san­ciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o la Unión Europea.
  • Criterio 2. Respeto de los derechos humanos en el país de destino final y respeto del derecho internacional humanitario por parte de dicho país.
  • Criterio 3. Situación interna del país de destino final. Los estados miembros denegarán las licencias de exportación de tecnología o equipos militares que provoquen o prolonguen conflictos armados o que agraven las tensiones o los conflictos existentes.
  • Criterio 4. Mantenimiento de la paz, la seguridad y la estabilidad regionales.
  • Criterio 5. Seguridad nacional de los estados miembros, así como de los países amigos y aliados.
  • Criterio 6. Comportamiento del país comprador frente a la comunidad internacional, en especial por lo que se refiere a su actitud frente al terrorismo, la naturaleza de sus alianzas y el respeto del derecho internacional.
  • Criterio 7. Existencia del riesgo de que la tecnología o el equipo militar se desvíen dentro del país comprador o se reex­porten en condiciones no deseadas.
  • Criterio 8. Compatibilidad de las exportaciones de tecno­logía o equipos militares con la capacidad económica y técnica del país receptor, teniendo en cuenta la conveniencia de que los estados satisfagan sus necesidades legítimas de seguridad y de­fensa con el mínimo desvío de recursos humanos y económicos para armamentos.

Como corresponde a una maquinaria burocrática correctamente engrasada, los principios adoptados por la Unión Europea son irreprochables desde el punto de vista democrático, pero incorporan las dosis necesarias de ambivalencia como para que cada país miembro adopte la posición que considere más adecuada a sus intereses. La realidad es que en materia de política exterior y de seguridad, los principios se subordinan al criterio básico de las alianzas internacionales y, en general, a la mera determinación de si se trata de un país aliado, simplemente amigo o cuenta con un mercado lo suficientemente atractivo como para considerarlo amigo.

Los principios incorporan las dosis necesarias de ambivalencia como para que cada país adopte la posición que crea más adecuada a sus intereses

La observancia estricta y conjunta de los criterios europeos obligaría a la suspensión de nuestras ventas de material de defensa a todos los países de Oriente Medio, salvo que entendamos que la paz, la seguridad y la estabilidad regionales se mantienen mejor con armas que sin ellas y que regímenes autoritarios de toda clase y condición son compatibles con el respeto a los derechos humanos.

Sin embargo, nuestra realidad es otra. Desde febrero de 2015, hay tropas españolas desplegadas en Irak en el marco de la coalición internacional antiyihadista liderada por EEUU. En estos más de tres años han instruido o ayudado a instruir a unos 40.000 miembros de las Fuerzas Armadas iraquíes. El año pasado exportamos a Irak munición por importe superior a 33 millones de euros, decisión perfectamente congruente con nuestro apoyo militar, pero susceptible de 'agravar las tensiones' existentes en el país.

Foto: El pleno del Parlamento Europeo se pronuncia a favor del embargo de armas a Arabia Saudí. (EFE)

La deriva autoritaria e islamista del régimen de Erdogan en Turquía no es óbice para que siga siendo nuestro aliado militar, como miembros que somos ambos países de la OTAN. Sus conflictos con los kurdos, la ocupación militar de una zona de Siria cercana a su frontera ni son ni serán inconveniente para que sigamos vendiéndoles armamento.

Omán es un país con frontera con Yemen, cuyo territorio incluye una de las orillas del famoso estrecho de Ormuz, al que en 2017 hemos vendido cinco patrulleras ligeras de vigilancia costera, vehículos todoterreno no blindados, repuestos para aeronaves de transporte de fabricación española, lanzagranadas, munición de calibre medio, detonadores y sistemas integrados de vigilancia aérea. Es una buena muestra de la variada capacidad de nuestra industria.

Nuestra obligación es llevarnos bien con todo el mundo, pero si debemos elegir, debemos ser coherentes con nuestra posición en el mundo

Arabia Saudí produce algo más del 12% del petróleo que se consume en el mundo. Es junto con Rusia el mayor exportador mundial. Su gasto militar asciende a unos 70.000 millones de dólares anuales, ligeramente por encima del 10% de su PIB. Este volumen tan elevado de gasto militar responde a su disputa por el liderazgo de Oriente Medio con Irán. Disputa que no es ficticia. Jomeini, el clérigo chií que se hizo con el poder en Irán en 1979 y creó la actual República Islámica, dejó escrito en su testamento: "Los musulmanes deberían maldecir a los tiranos, incluida la familia real saudí, traidores al gran Santuario de Dios. Que la maldición de Dios y la de sus profetas y ángeles caiga sobre ellos…”.

Arabia Saudí es un firme aliado de Estados Unidos, nuestro socio y líder en la OTAN. Nuestra obligación es llevarnos bien con todo el mundo, pero si debemos elegir, debemos ser coherentes, como lo fue la votación del Congreso, con nuestra posición en el mundo. Coherentes también con nuestros intereses, más amplios que los de la carga de trabajo de los astilleros de Navantia.

La prohibición por la ministra de Defensa de la exportación de 'bombas inteligentes', el subsiguiente conflicto de Navantia, la desautorización de la ministra por el presidente del Gobierno, el zafio y brutal asesinato del periodista Khashoggi y la posterior votación en el Congreso autorizando la venta de material de defensa a Arabia Saudí han puesto de manifiesto nuestro papel como exportadores de armamento y la prosaica realidad de las relaciones internacionales.

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