Es noticia
Petróleo, coronavirus y elecciones
  1. España
  2. Por si acaso
Nemesio Fernández-Cuesta

Por si acaso

Por

Petróleo, coronavirus y elecciones

La pandemia del Covid-19 altera el escenario en la producción mundial de crudos, que vive un enfrentamiento entre Rusia y Arabia Saudí

Foto: El precio del barril de Brent ha disminuido hasta por debajo de los 35 dólares. (Reuters)
El precio del barril de Brent ha disminuido hasta por debajo de los 35 dólares. (Reuters)

La caída de la demanda como consecuencia de la crisis del coronavirus se ha reflejado en las cotizaciones del crudo desde principios de año. El precio del Brent, que a primeros de enero era superior a los 66 dólares por barril, se situaba a primeros de marzo por debajo de los 52. En ese marco, tuvo lugar el viernes 6 de marzo la reunión del grupo OPEP+, en la que a los miembros tradicionales de la organización de países exportadores de petróleo se suman Rusia, México y Omán. Rusia se negó a aceptar la propuesta saudí de reducir la producción por encima de la limitación ya acordada en 2019.

Mohamed bin Salman, heredero y hombre fuerte de Arabia Saudí, no parece distinguirse por sus reacciones atemperadas. Reaccionó al desplante ruso con agresivos descuentos de precios para el mercado asiático. Conviene recordar que las crecientes exportaciones de crudo estadounidense a Europa desplazan hacia ese mercado crudo ruso a través del canal de Suez. La guerra de precios así iniciada provocó el hundimiento del mercado el 9 de marzo: el precio del crudo cayó 11 dólares por barril respecto a la cotización del viernes anterior y se situó por debajo de los 35 dólares.

Foto: EC.

El radical desacuerdo entre Rusia y Arabia Saudí ha sorprendido. Tanto Rusia como Arabia Saudí tienen elevadas necesidades presupuestarias. Las guerras de Siria y Yemen son, como todas las guerras, además de una tragedia humanitaria, un pozo sin fondo en términos de coste. Los regímenes autoritarios, lo sean en mayor o menor grado, requieren que sus habitantes disfruten de un bienestar creciente que les haga aceptable transigir con menores grados de libertad. Garantizar la mejora del nivel de vida en países cuya principal riqueza es la exportación de materias primas y carecen de un sector industrial competitivo requiere mejorar las prestaciones sociales, mantener un sector público hipertrofiado o ambas cosas a la vez. En resumen, mayor gasto público. Para los dos mayores exportadores de petróleo del mundo, mantener unos precios relativamente elevados aunque sea a costa de reducir sus ventas tenía sentido: les permitía cubrir sus necesidades presupuestarias.

El problema es que el gran beneficiado de esta política era Estados Unidos, el mayor productor del mundo, aunque el tamaño de su mercado interno hace que sus exportaciones sean menores. Un precio sostenido por encima de los 60 dólares por barril gracias al control de la producción por parte de Rusia y Arabia Saudí ha permitido que la producción norteamericana creciera a un ritmo acelerado.

El equilibrio en el mercado mundial se ha basado, por tanto, en una transferencia de renta de Arabia Saudí y Rusia, que limitaban producción y sostenían el precio, a Estados Unidos, que incrementaba su producción. Esta situación podía ser aceptable para Arabia Saudí, aliado cercano de los Estados Unidos, pero carecía de sentido para Rusia.

Aceptable o no, con sentido o sin él, la situación era tolerable si el esfuerzo para equilibrar el mercado era limitado. La demanda mundial se sitúa en unos 100 millones de barriles diarios y crece, aproximadamente, un millón cada año. Acomodar el incremento de producción norteamericano, más o menos similar al incremento de la demanda mundial, requería un esfuerzo razonable. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 altera el escenario. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda en 2020 va a permanecer más o menos constante, aunque con fuertes alteraciones entre trimestres. Según la norteamericana Energy Information Administration (EIA), más optimista, la demanda mundial va a crecer 400.000 barriles diarios en lugar del millón habitual. Ambos análisis plantean que el impacto temporal del virus sobre la actividad económica se limita a un trimestre (primer trimestre en China, segundo en Estados Unidos, y Europa a caballo entre ambos). En todo caso, el esfuerzo para mantener precios tenía que ser superior al mantenido hasta ahora, y Rusia rompió la baraja.

Unos precios en el entorno de los 30-35 dólares/barril colocan una parte de la producción estadounidense por debajo del umbral de rentabilidad y por tanto la abocan a la reducción: la producción de este año se situará en 13 millones de barriles diarios (frente a los 13,2 previstos) para bajar a 12,7 en 2021. Puede parecer un impacto limitado, pero la repercusión de la caída de precios en la producción suele tener un retraso estimado de seis meses, dado que la mayor parte de las pequeñas y medianas empresas que operan en el mercado aseguran el precio de su producción más inmediata en el mercado de futuros. Por otra parte, una vez efectuadas las inversiones, la producción se mantiene mientras se cubran los costes variables.

No obstante, el parón en las inversiones es inmediato, con la consiguiente repercusión en la demanda de equipos, servicios y personal. Además, muchas de estas empresas se financian emitiendo deuda a tipos de interés elevados. Tanto por el impacto de las coberturas como por el posible impago de deudas a medio plazo, la presión de unos precios bajos se traslada al sector financiero. Todo ello hace que la repercusión sobre la economía americana se produzca sin tardanza… en un año electoral.

Foto: Foto: iStock.

Es posible que los donantes republicanos de la industria del petróleo sugieran al presidente Donald Trump que hable con su aliado saudí, al que se le perdonan y perdonarán los pecados en materia de derechos humanos, siempre que se comporte de forma adecuada a los intereses norteamericanos. Es posible que Rusia obtenga de Estados Unidos algunas concesiones políticas y vuelva a la mesa de negociación. O es posible que, si las encuestas le son favorables, Trump opte por no hacer nada. A fin de cuentas, muchos votantes agradecen precios más baratos de la gasolina y de aquí a noviembre tampoco falta tanto.

Esa sería para nosotros la mejor opción. La caída de los precios del crudo puede ser la única buena noticia económica de esta primera mitad de 2020.

La caída de la demanda como consecuencia de la crisis del coronavirus se ha reflejado en las cotizaciones del crudo desde principios de año. El precio del Brent, que a primeros de enero era superior a los 66 dólares por barril, se situaba a primeros de marzo por debajo de los 52. En ese marco, tuvo lugar el viernes 6 de marzo la reunión del grupo OPEP+, en la que a los miembros tradicionales de la organización de países exportadores de petróleo se suman Rusia, México y Omán. Rusia se negó a aceptar la propuesta saudí de reducir la producción por encima de la limitación ya acordada en 2019.

Petróleo OPEP