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Las enseñanzas eléctricas de Francia y Bélgica
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Nemesio Fernández-Cuesta

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Las enseñanzas eléctricas de Francia y Bélgica

Nuestros socios se mueven en la dirección marcada por el Parlamento y el Consejo europeos. Nosotros, los más ecologistas, a verlas venir

Foto: Una planta nuclear en Francia. (Reuters/Stephane Mahe)
Una planta nuclear en Francia. (Reuters/Stephane Mahe)
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El operador de la red de transporte de electricidad francés ha sometido a consulta pública la planificación de su red para el período 2035-2040. Desde ahora hasta esa fecha, calculan que la red tendrá que incorporar una potencia instalada adicional de 115 Gigavatios (GW), lo que supone un crecimiento superior al 75% sobre la potencia instalada actual. De los 115 GW, más de 100 serán renovables, 6,5 nucleares y algo menos de 2 serán de almacenamiento. El plan prevé que la red incorpore una demanda adicional de 20 GW, que sobre la demanda punta actual supone un crecimiento del 25%. Cuando las inversiones previstas en el plan alcancen su velocidad de crucero, a partir de 2028, Francia estará invirtiendo unos 13.000 millones de euros anuales en las redes de transporte y de distribución eléctricas.

En España, nuestro horizonte planificador no pasa de 2030. De aquí a ese año, se espera, según el PNIEC, que la demanda eléctrica crezca un 1%. El Gobierno ha denegado solicitudes para la conexión a la red de transporte de 6 GW de nueva demanda industrial y de centros de datos. Esos 6 GW suponían un crecimiento del 15% sobre nuestra demanda punta. Las inversiones en transporte y distribución de electricidad no pueden superar por ley los 2.900 millones de euros anuales.

La demanda eléctrica francesa es un 60% superior a la española. De seguir así las cosas, la inversión en redes francesa superará en un 450% a la inversión española. Es la diferencia entre creer en la electrificación de la economía como elemento esencial para la reducción de emisiones o apostar por la falta de crecimiento económico como elemento esencial de la descarbonización.

La planificación francesa excluye de sus inversiones hasta 2040 las conexiones pirenaicas que el gobierno español considera que estarán funcionando en 2030. En relación con estas interconexiones, el plan francés aclara que se debe demostrar aún su coherencia técnica, localización y fechas de puesta en servicio y contar con una decisión firme de inversión antes de ser consideradas. Ahora que no vamos a poder exportar a Francia nuestra electricidad barata, podríamos reconsiderar atender la demanda que hemos dejado en el limbo.

La planificación francesa excluye de sus inversiones hasta 2040 las conexiones pirenaicas que España considera que estarán en 2030

El Parlamento belga acaba de aprobar el paquete legislativo que prorroga la vida útil de dos centrales nucleares cuyo cierre estaba previsto en 2025. La parada definitiva se transforma en parada provisional y ambos reactores volverán a arrancar a finales de ese año por un período adicional de diez años. El acuerdo no ha sido sencillo. En primer lugar, el gobierno garantizará un precio a la electricidad producida. Ese precio se fijará en 2028 una vez analizados los costes incurridos por la empresa propietaria para mantener las centrales funcionando y deberá permitir obtener una rentabilidad del 7%.

La segunda parte del acuerdo es la participación del Estado belga en la propiedad de las centrales. Se crea una sociedad al 50% entre Electrabel, operador de la central, y el Estado belga que tendrá el 90% de la propiedad de ambas centrales. El 10% restante seguirá siendo propiedad de una empresa del grupo EDF (Electricité de France). Por último, el acuerdo establece un techo al coste del tratamiento de los residuos nucleares procedentes de los siete reactores belgas que están funcionando o se encuentran en fase de desmantelamiento. El techo se ha fijado en 15.000 millones de euros. Si los costes fueran superiores, los asumiría el Estado belga. El techo fijado es dependiente del volumen de residuos. Si el volumen fuera superior al esperado, la propiedad de las centrales deberá incrementar su aportación al fondo.

Foto: Central nuclear de Garoña. Imagen: EFE.

No cabe duda de que el actual gobierno español tiene la decidida intención de cerrar todos nuestros reactores nucleares, pero hay que reconocer que el cierre se produjo a través de un acuerdo negociado con las empresas eléctricas. Opinemos lo que opinemos sobre el cierre nuclear, no parece que las eléctricas estén en contra. Ninguna ha pedido extender la vida útil de las centrales.

Precio de la electricidad y costes de tratamiento de los residuos son las dos principales preocupaciones de la generación nuclear. La más relevante es el precio. Aunque el pasado mes de abril en España ha sido excepcional por la confluencia de agua, viento y sol, el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista ha sido de 13,67 euros por megavatio hora. Durante 263 horas de las 720 horas del mes el precio ha sido cero. El coste de generación de nuestras centrales nucleares se sitúa alrededor de los 55 euros por megavatio hora. Las centrales nucleares no se pueden apagar y encender a voluntad. En un mercado competitivo tienen que aceptar el precio. En abril han perdido dinero. Según vaya ampliándose la potencia instalada eólica y fotovoltaica, la previsión es que la situación del pasado abril pueda ser cada vez más habitual.

La otra contingencia que arrastra la generación nuclear es el coste del tratamiento de residuos

La otra contingencia que arrastra la generación nuclear es el coste del tratamiento de los residuos. En España, las centrales pagan una cantidad por megavatio hora generado que se ingresa en ENRESA (Empresa Nacional de Residuos), empresa que se hará cargo del desmantelamiento de las centrales y del almacenamiento del combustible gastado. ENRESA, tras dieciocho años, acaba de presentar un nuevo plan de residuos. La subida de la tasa de ENRESA ha sido la primera consecuencia del nuevo plan, pero el problema de fondo es que las centrales cierran entre 2027 y 2035 y ENRESA plantea abrir un almacenamiento geológico profundo en 2070. Cerrar el importe total del coste al que tienen que hacer frente las centrales sería conveniente. Es lo que ha hecho Bélgica.

Si queremos electrificar nuestra economía tendremos que construir redes eléctricas. Si queremos un sistema eléctrico descarbonizado tendremos que instalar baterías y desarrollar bombeo hidráulico, para poder almacenar la electricidad renovable que se produce en horas de sol y viento. Entre tanto, contar con una generación eléctrica nuclear firme, libre de emisiones y a un precio aceptable puede parecer una opción razonable, porque la alternativa es el gas con sus emisiones. Incluso si el gobierno decidiera garantizar un precio a todo o a parte de la generación nuclear, la electricidad a precio garantizado se podría subastar entre todas las empresas que consumen electricidad las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Sería el mercado a plazo que Europa pide reforzar.

Nuestros socios se mueven en la dirección marcada por el Parlamento y el Consejo europeos. Nosotros, los más ecologistas, a verlas venir.

El operador de la red de transporte de electricidad francés ha sometido a consulta pública la planificación de su red para el período 2035-2040. Desde ahora hasta esa fecha, calculan que la red tendrá que incorporar una potencia instalada adicional de 115 Gigavatios (GW), lo que supone un crecimiento superior al 75% sobre la potencia instalada actual. De los 115 GW, más de 100 serán renovables, 6,5 nucleares y algo menos de 2 serán de almacenamiento. El plan prevé que la red incorpore una demanda adicional de 20 GW, que sobre la demanda punta actual supone un crecimiento del 25%. Cuando las inversiones previstas en el plan alcancen su velocidad de crucero, a partir de 2028, Francia estará invirtiendo unos 13.000 millones de euros anuales en las redes de transporte y de distribución eléctricas.

Energía nuclear Electricité de France (EDF)
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