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Energía en la Unión Europea: entre las compras a Estados Unidos y el impuestazo que viene
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Energía en la Unión Europea: entre las compras a Estados Unidos y el impuestazo que viene

A Trump le encantará que la Unión Europea, además de incumplir su compromiso, -porque lo que no se puede, no se puede y además es imposible-, se dedique activamente a reducir la demanda de los bienes que Estados Unidos pretende exportar

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursual von der Leyen, y el presidente de EEUU,Donald Trump. (Reuters/Evelyn Hockstein)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursual von der Leyen, y el presidente de EEUU,Donald Trump. (Reuters/Evelyn Hockstein)
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El acuerdo comercial suscrito entre la Unión Europea y Estados Unidos, cuya reunión definitiva se celebró en Escocia, en un campo de golf propiedad del presidente norteamericano, incorpora el compromiso europeo de comprar energía a Estados Unidos por un importe de 750.000 millones de dólares. Como recuerda la nota de prensa de la Casa Blanca, este compromiso debe materializarse durante el mandato presidencial de Trump, es decir, desde el inicio de 2025 al final de 2028. A un tipo de cambio de 1,15 dólares por euro, supone importar de los Estados Unidos 650.000 millones de euros, unos 165.000 millones anuales. ¿Mucho o poco?

Según Eurostat, las importaciones europeas de energía susceptibles de ser suministradas por Estados Unidos ascendieron en 2024 a 315.000 millones de euros. No se incluyen las importaciones de gas por tubería que no pueden ser suministradas a través del Atlántico.

El desglose es el siguiente (en millones de euros)

- Crudo y Productos petrolíferos: 262.000

- Gas Natural Licuado (GNL): 41.000

- Carbón: 12.000

En 2024, Estados Unidos fue el primer suministrador de crudo y productos petrolíferos a la Unión Europea con una cuota de mercado del 16,1%; el primero de GNL con una cuota del 45,3% y el segundo de carbón —detrás de Australia—, con una cuota del 32,3%. El importe de todas estas ventas norteamericanas a la Unión Europea fue, en términos aproximados, de 65.000 millones de euros. En resumen, la Unión Europea ha firmado casi triplicar en términos anuales las compras de energía a Estados Unidos. En términos de cuota de mercado, excluido el suministro de gas por tubería, la Unión Europea debe comprar a Estados Unidos el 52% de sus necesidades de energía. También podemos verlo de otra manera: si la Unión Europea comprara el 100% de sus necesidades de carbón y de GNL a Estados Unidos, la cuota de mercado norteamericana en el abastecimiento de crudo y productos petrolíferos a la Unión Europea debería subir del 16% actual al 42% si queremos cumplir con lo acordado.

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La siguiente pregunta es obvia: en mercados libres y globalizados, con multiplicidad de oferentes y demandantes, ¿cómo se materializa el compromiso adquirido con Estados Unidos? Las refinerías europeas, ¿van a comprar crudo y productos petrolíferos a empresas norteamericanas pese a que haya ofertas en el mercado más atractivas? ¿Las empresas gasistas van a rechazar GNL de otros orígenes pese a que su precio sea inferior al procedente de Estados Unidos? En sentido contrario, ¿Estados Unidos garantiza de alguna forma que el precio a los clientes europeos va a ser competitivo con el de cualquier otro suministrador?

El otro problema es que la política europea tiene por objeto reducir el consumo de combustibles fósiles. La electrificación del transporte debería reducir los consumos de gasolina y gasóleo. Las renovables están ya minorando la demanda de gas y carbón en el suministro de electricidad. La promoción de gases renovables, de biocombustibles avanzados o, en el futuro, de los llamados e-fuels, es un paso en la misma dirección. Lo más relevante, sin embargo, será, en medio del mandato de Trump y, por tanto, a la mitad del periodo de cómputo de nuestras importaciones de energía, la entrada en vigor del llamado ETS (European Trading System) 2. Es conocida la existencia de un mercado europeo de derechos de emisión de CO₂, al que están sometidas la generación de electricidad, la industria de cierto tamaño y el transporte aéreo y marítimo. Las empresas sometidas a este régimen, a grandes rasgos, deben contar con un volumen de derechos equivalentes a sus emisiones. Este sistema es el denominado ETS 1.

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El ETS 2 afecta a la pequeña industria, no incluida en el ETS 1, al transporte por carretera y a la calefacción. Los sujetos obligados son los operadores que vendan la gasolina, el gasóleo de automoción o de calefacción y el gas natural, que, obviamente, lo repercutirán a los consumidores. Al menos hasta 2030, está previsto que el precio de los derechos del ETS 2 se sitúe en unos límites moderados: en concreto, se espera que en 2027 el precio esté en torno a 50-55 euros por Tm de CO₂, claramente por debajo de los precios de ETS 1, que en este mes de julio han estado, por término medio, por encima de 80 euros por Tm. Pese a esta moderación relativa, el "impuestazo" será notable. Aunque no se trata técnicamente de un impuesto, puesto que los ingresos públicos se derivan de una subasta de derechos de emisión, el impacto será notable.

Los españoles tendremos que pagar en 2027 como consecuencia del ETS 2 unos 8.000 millones de euros, a los que habrá que añadir el 21% del IVA. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esta cifra, puede indicarse que, en España, en 2024, la recaudación por el impuesto especial de hidrocarburos fue de 12.837 millones de euros. Vamos a subir los "impuestos" a los productos petrolíferos más de un 60%. De acuerdo con la norma europea, de los 8.000 millones recaudados, el 25% será destinado al Fondo Social Europeo por el Clima. Se espera que en torno al 10% del importe de este fondo se destine a España. El resto de la recaudación, unos 6.000 millones anuales, irán a parar a nuestro Tesoro Público. Su destino, según el reglamento comunitario, deberán ser fines climáticos y sociales.

A Trump le encantará que la Unión Europea, además de incumplir su compromiso de comprar 165.000 millones de euros en productos energéticos estadounidenses —porque lo que no se puede, no se puede y además es imposible—, se dedique activamente, vía impuestos y similares, a reducir la demanda de los bienes que Estados Unidos pretende exportar. De todas formas, con Trump, nada hay que sea sólido y permanente. Veremos dónde está la relación trasatlántica dentro de dos años.

Foto: arabia-saudi-petroleo-precios-trump-1hms Opinión
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Aunque la verdad es que tampoco hace falta esperar a ver qué dice Trump. A los ciudadanos europeos nos va a encantar que con unos precios en surtidor de la gasolina y el gasóleo alrededor de 1,5 euros por litro nos suban de la noche a la mañana entre 13 y 15 céntimos por litro y que el precio del gas natural suba de 40 a 52 euros por megavatio hora. Todo ello por decisión administrativa. Muchas capitales europeas verán cómo la sombra de los "chalecos amarillos" franceses es alargada en el tiempo y en el espacio.

El acuerdo comercial suscrito entre la Unión Europea y Estados Unidos, cuya reunión definitiva se celebró en Escocia, en un campo de golf propiedad del presidente norteamericano, incorpora el compromiso europeo de comprar energía a Estados Unidos por un importe de 750.000 millones de dólares. Como recuerda la nota de prensa de la Casa Blanca, este compromiso debe materializarse durante el mandato presidencial de Trump, es decir, desde el inicio de 2025 al final de 2028. A un tipo de cambio de 1,15 dólares por euro, supone importar de los Estados Unidos 650.000 millones de euros, unos 165.000 millones anuales. ¿Mucho o poco?

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