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El modelo de las 'start-ups' que un partido español utiliza para crecer
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Esteban Hernández

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El modelo de las 'start-ups' que un partido español utiliza para crecer

La estructura, la política organizativa y la comunicación de Podemos tiene mucho que ver con tácticas empresariales. Y también su actitud respecto de los mayores de 40 años

Foto: Robert De Niro en 'El Becario'.
Robert De Niro en 'El Becario'.

Pocos partidos han insistido tanto en la diferencia entre lo viejo y lo nuevo como el de Pablo Iglesias, y sin embargo, en su creación y en su desarrollo, muy pocos han imbricado de un modo tan evidente elementos de una parte y de otra, especialmente en sus formas estructurales y operativas.

Nacieron como un elemento innovador en la política española, ya que fueron capaces de poner en primer plano del debate público una serie de aspiraciones y de preocupaciones comunes en una mayoría de personas. La necesidad de mayor transparencia y participación, la renovación de personas e instituciones, la demanda de una mayor honestidad en la política y del combate sin fisuras contra la corrupción fueron asuntos que colocaron en los discursos públicos de manera irreversible. Al mismo tiempo, ejercieron de renovación de la izquierda, llevándola a lugares a los que, por voluntad propia o por motivos ajenos, habían renunciado, como era la participación en espacios televisivos de máxima audiencia. Apostaron por dar la máxima visibilidad a su líder, incluso colocando su foto en las papeletas electorales, y, al mismo tiempo, ofrecieron un lenguaje fácilmente transmisible, utilizando términos como casta, que se hicieron muy populares. Sin embargo, estos aspectos tenían poco de innovador en sí mismos: la difusión máxima de la imagen del líder, la utilización de los espacios de mayor visibilidad para transmitir sus mensajes y la accesibilidad y simplificación de estos, han sido técnicas ampliamente utilizadas por la publicidad desde hace bastantes años. Lo novedoso aquí, más que sus estrategias, era la posición política desde las que se lanzaban: la izquierda no había hecho esto antes.

La utilización de técnicas de la empresa para la política ha sido también frecuente en los últimos años, y Podemos no ha sido inmune a ellas. Lo que ha hecho ha sido darles un aire más moderno, más rupturista, situarlo en un contexto inesperado, pero no innovar.

La postburocracia

Un buen ejemplo es su propia estructura, que le concede un aire notablemente diferente para ser un partido político. Posee un núcleo directivo con pocas personas que ejercen un control notable del partido, y al que dan soporte gente comprometida y entusiasta, llena de energía juvenil y, sobre todo, muy fiel. Cuenta con sucursales, los círculos, pero que ejercen más de cadena de transmisión de ese entusiasmo que como bases que tengan capacidad de influencia en la cúpula. Son un buen ejemplo de la estructura en red de muchas compañías actuales, que poseen un centro directivo cada vez más delgado y una organización postburocrática más difusa que, por ello, es más controlable.

Otra de sus grandes semejanzas con la empresa actual, especialmente con las más jóvenes, es su política de desarrollo, que se ha llevado a cabo mayoritariamente a través de 'joint ventures' en las que han hecho valer el capital simbólico adquirido por la marca Podemos. Ocurrió en las municipales con Ahora Madrid y Barcelona en comú, y ocurrirá en las generales, a través de alianzas territoriales con los seguidores de Colau y con Compromís. No se han planteado el crecimiento típico de los viejos partidos, asentando organizaciones en cada territorio, sino que han llegado a acuerdos de colaboración en lugares en los que sería difícil desarrollarse. El último eslabón de esa cadena son esa especie de 'joint ventures' con personajes públicos que pueden aportar un capital personal y una experiencia de la que la formación carece. No han integrado un grupo de expertos de conocimientos sectorial en su estructura, sino que han realizado acuerdos puntuales con personas concretas, como Julio Rodríguez, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, o el catedrático Javier Pérez Royo, que añaden valor a la marca.

El rechazo de las nuevas empresas (en particular las tecnológicas, pero no sólo) de la gente de más de cuarenta años es una constante

Pero además de su política comunicativa, de su forma estructural y de sus estrategias de crecimiento, hay otro elemento llamativo que les emparentan con las start-ups: su rechazo de lo viejo. En el reportaje de 'La Sexta noche' del pasado sábado, en el que acompañaban a Pablo Iglesias durante una jornada laboral, hubo una escena significativa. Iñaki López, el presentador, hizo una pregunta al equipo de campaña de Podemos para saber cuántas personas tenían más de cuarenta años. Eran muy pocas. Y cuando indagó en el motivo, Iglesias le contestó algo significativo, señalando que tenían un compromiso con la gente mayor, que ellos eran los herederos de sus luchas, y que seguirían adelante defendiéndoles. En otras palabras, que el tiempo de los mayores había pasado y que era la hora de los jóvenes, es decir, de ellos.

El becariado

El rechazo de las nuevas empresas (en particular las tecnológicas, pero no sólo) de la gente de más de cuarenta años es una constante en nuestro tejido laboral. Son personas obsoletas, que poseen escasa capacidad de adaptación y de reinvención, que plantean más problemas que soluciones y que están ancladas en modos de hacer anticuados. Esa es también la visión que mantienen Iglesias y Errejón respecto de, por así decir, sus hermanos mayores de la izquierda. Sienten que hemos llegado a un tiempo nuevo en el que los protagonistas han de ser ellos y la gente fiel, joven y llena de ilusión que tienen a su alrededor. Para ser más explícitos, sienten que los mayores han fracasado, y que deben entender que su cometido ahora es el dejar paso a lo que viene. Pero ese es exactamente el discurso de las empresas, donde la variable generacional es esencial, y donde la gente que tiene más de 40 debe mostrar continuos signos externos de que no ha envejecido (llevar el último iPhone, mantenerse en forma, hacer deporte, tener un estilo juvenil) para simplemente no ser despedidos. Este 'ageism' también lo ha hecho suyo Podemos.

Las innovaciones de Podemos existen, y tienen que ver con copiar los modos de acción de las empresas contemporáneas

Pero todo esto incluye una paradoja, porque no pueden prescindir finalmente de ellos. Sus últimos fichajes han sido personas de esa edad, que son las que tienen el capital personal en sus profesiones que a ellos les falta. Llegados a este punto, uno recuerda a Robert de Niro como meritorio septuagenario en una punto com, el papel que interpreta en 'El becario', su última película (por lo demás, prescindible), donde da vida a un exdirectivo curtido que es contratado por una firma de reciente creación como efecto de imagen y que acaba dando lecciones vitales a los jóvenes que les rodean.

De momento, el papel que los seniors ocupan en Podemos es decorativo. Mientras Rivera optó por montar un equipo de economistas alrededor de Garicano para que diera solidez a las propuestas de la formación y para que las defendiera públicamente; Iglesias y Errejón han optado por contratar talento para poder hacerse con ellos la foto. No les han integrado en el partido con tiempo suficiente, ni les han hecho meses antes las caras públicas de la formación, sino que les han traído a escena con un mes de antelación a las elecciones.

En definitiva, que las innovaciones de Podemos existen, y tienen que ver con copiar los modos de acción, las posiciones estructurales y las de difusión de las empresas contemporáneas.

Pocos partidos han insistido tanto en la diferencia entre lo viejo y lo nuevo como el de Pablo Iglesias, y sin embargo, en su creación y en su desarrollo, muy pocos han imbricado de un modo tan evidente elementos de una parte y de otra, especialmente en sus formas estructurales y operativas.

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