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La jugada sucia de Rufián
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Esteban Hernández

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La jugada sucia de Rufián

Este 'procés' interminable, en el que se insiste en algo que los partidos saben que es imposible, se ha convertido en un puro pulso. Pero también entre los partidos catalanes

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Rufián, con su habitual capacidad para molestar en menos de 140 caracteres, lo dejó claro en las redes. Su tuit rezaba: “155 monedas de plata”. Al mediodía de este jueves se había filtrado que Puigdemont iba a convocar elecciones y el lado soberanista lo interpretaba como el gesto de genuflexión definitivo, el olvido final de aquello que tanto había costado construir, la independencia catalana. Diagnóstico: traición. En el otro lado se celebraba el regreso de los independentistas al marco común, unos insistiendo en que nunca debían haberlo abandonado, otros alzando las banderas al viento y otros señalando que esto no arreglaba el problema. Todo quedó en nada después, que es una frase que define muy bien el 'procés'.

Hemos visto numerosas situaciones críticas en estas semanas, en las que cada paso parecía decisivo, en que cada reunión podía abrir escenarios inéditos. Términos como DUI o 155 inundaron el debate público, y multitud de expertos nos describían las posibles consecuencias de unos y otros. Pero nada parecía alterar el rumbo de los acontecimientos. Vivimos agitados, pero todo sigue igual. Y no porque la crispación social no aumente, sino porque está instigada por una ficción, un simulacro, una suerte de 'show de Truman'.

Desde el inicio, saben que Cataluña no puede marcharse. Lo saben todos: ERC, el PP, el PDeCAT, el PSOE, Podemos, todos. Menos la CUP, claro

Desde mucho antes del 1-O, de las urnas traídas de tapadillo y de las portadas en medios extranjeros, las condiciones objetivas señalaban una realidad que nadie parecía tener en cuenta en sus análisis, pero que resulta ineludible para entender algo de este proceso: Cataluña no podía marcharse. Carecía del número necesario de ciudadanos para iniciar una aventura como esta, no poseía el control sobre su territorio, no contaba con los recursos materiales precisos para subsistir tras la DUI y, todavía más importante, no tenía ningún apoyo internacional. Fuera solo iba a encontrar hostilidad. De nuevo: Cataluña no podía marcharse. Y lo sabían todos: ERC, el PP, el PDeCAT, el PSOE, todos. Bueno, menos la CUP, a la que le daba igual.

El paso al frente

Ninguna de estas condiciones ha cambiado. Si acaso, se ha constatado aún más que no hay nadie ahí fuera que vaya a venir a rescatar a los catalanes de la opresión española. Y puesto que Cataluña no va a ser independiente a través del 'procés', ya solo queda saber cómo va a acabar esto y quién va a dar un paso al frente para ponerlo fin.

El Gobierno ha actuado de una manera torpe. Quizás el mayor reproche que se le puede hacer a Rajoy con el 'procés' es su enorme ineficiencia

En realidad, esta independencia virtual es la historia de un pulso extrañamente desligado de la realidad entre los soberanistas y el Gobierno. No había nada en juego, si entendemos esto como la posibilidad real de secesión. El pulso ha sido y es una pugna en plan “a ver quién es más fuerte”, pero sin que al final se obtenga premio alguno.

El ejemplo del 1-O

En esa tarea, el Gobierno ha actuado de una manera torpe. Quizás el mayor reproche que se le puede hacer a Rajoy con el 'procés' es su enorme ineficiencia, el conducirnos a pantanos de los que luego resultaba complicado salir. El 1-O es un buen ejemplo. Por algún motivo poco comprensible, el PP pensó que no iba a haber referéndum. Creyó que incautando papeletas y urnas y cerrando los colegios, las únicas votaciones que se iban a producir era en los parques. Estaban seguros de ello y así lo fueron contando. Cualquiera que echase un vistazo al mapa catalán, fuera consciente de las organizaciones con las que contaban y el compromiso decidido de muchos soberanistas, hubiera debido tener claro que si algo iba a ocurrir el 1-O, es que las votaciones tendrían lugar. El Gobierno creyó que no, que todo estaba controlado y que si algo se salía de lo previsto, estaban la Policía y los Mossos para evitarlo. Con su torpeza, ofreció al soberanismo una legitimidad entre la población catalana y de cara al discurso internacional de la que habrían carecido de otro modo.

Los soberanistas son los primeros responsables de esta tensión, pero las decisiones de Rajoy no han hecho más que reforzarlos

Es el primero de varios errores en ese sentido, que no han hecho más que contribuir a que la tensión siga creciendo. Desde luego, no es culpa solo del Gobierno, porque los primeros responsables son los soberanistas, que llevan tensando una cuerda imposible desde hace mucho, pero las decisiones de Rajoy no han hecho más que reforzarlos. Un ejemplo: cuando el bloque independentista comenzaba a resquebrajarse, porque partes del PDeCAT daban marcha atrás, parte de ERC pensaba que quizás unas elecciones a las que concurrieran solos les irían mejor y la CUP se enrocaba, lo cual hacía más difíciles los acuerdos entre ellos, se metió en la cárcel a 'los Jordis'. Al día siguiente, el soberanismo volvía a estar cohesionado.

Habrá traidores

En esas seguimos, con un bloque reforzando al otro, y el otro pensando en llevarlo todo al extremo. Muy mal escenario. Pero en él, hay un elemento que no se nos debe olvidar. Y el tuit de Rufián viene a recordarlo: aquí habrá traidores, y en las elecciones que se celebren, convocadas por quien sea, pagarán el precio en las urnas. Puigdemont no quiere ser señalado como el principal. ERC está empujando al PDeCAT a que asuma el coste de la marcha atrás, que se dará por las buenas o por las malas, ya que no hay otro horizonte posible. Es ingenuo pensar en la revolución de los ángeles, como si unos seres espirituales bajasen a la tierra y concedieran el don de la independencia mediante el aliento divino: esto es política, el poder que se tiene determina los resultados y los soberanistas tienen muy poco. Y en este contexto, el tuit de Rufián es una jugada bastante sucia.

Alrededor del 'procés' existe una pugna electoral muy fuerte. Si no entendemos esto, comprendemos poco de lo que pasa en Cataluña

De modo que no nos olvidemos. Podemos seguir entretenidos con el 'show de Truman' un tiempo más, pero aquí hay elementos muy fuertes de lucha electoral. Tanto en el 'procés' como en el conjunto de España. La secesión catalana va a tener ganadores y perdedores, y todos están pensando no solo en cómo va a terminar esto, sino en cuál va a ser su lugar de partida cuando las elecciones lleguen, las autonómicas y las generales. Y si no entendemos esto, comprendemos muy poco de lo que está pasando en Cataluña.

Rufián, con su habitual capacidad para molestar en menos de 140 caracteres, lo dejó claro en las redes. Su tuit rezaba: “155 monedas de plata”. Al mediodía de este jueves se había filtrado que Puigdemont iba a convocar elecciones y el lado soberanista lo interpretaba como el gesto de genuflexión definitivo, el olvido final de aquello que tanto había costado construir, la independencia catalana. Diagnóstico: traición. En el otro lado se celebraba el regreso de los independentistas al marco común, unos insistiendo en que nunca debían haberlo abandonado, otros alzando las banderas al viento y otros señalando que esto no arreglaba el problema. Todo quedó en nada después, que es una frase que define muy bien el 'procés'.

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