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Las dos olas: por qué esta campaña sí será importante
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Esteban Hernández

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Las dos olas: por qué esta campaña sí será importante

Los días previos a la celebración de las elecciones suelen ser un terreno de batalla. Lo que está en juego, y en este caso es evidente, es la construcción de la percepción social

Foto: Un acto del PSOE en Viladecans, Barcelona. (EFE)
Un acto del PSOE en Viladecans, Barcelona. (EFE)

Esta campaña puede ser muy relevante a la hora de movilizar voto. Es cierto, y se suele subrayar, que la mayor parte de las personas saben ya qué papeleta introducirán en las urnas, que los mensajes de la última semana, que suelen apelar a lo más inmediato, banal y obvio, no suelen suscitar mayor interés, que la polarización que aparece habitualmente no hace más que reforzar lo decidido y que nuestros líderes, además, tampoco levantan grandes pasiones (salvo en el rechazo). En definitiva, y como se repite con alguna insistencia, que las campañas sirven de poco.

[El decodificador de Varela: los mejores análisis de las elecciones en ECPrevium]

Sin embargo, estas elecciones cuentan con aspectos diferenciales, dadas la saturación que ha causado la reiteración de comicios, las esperanzas frustradas de parte de los electores y la posibilidad de enmendar los malos resultados para la otra parte. Además, las empresas de demoscopia nos dicen que hay muchas personas que no saben con seguridad a qué partido le darán su confianza, que otros no saben siquiera si irán a votar, y que hay quienes van a cambiar de opinión a última hora. Es decir, que es previsible que mucha gente decida esta semana qué papeleta llevará a la urna, y que en esa decisión la campaña tenga mucho peso.

"Son los decididos los que determinan el voto de los indecisos. Estos, por norma general, se apuntan a la corriente que lleva la voz cantante"

La cuestión, como bien asegura Ignacio Varela, es que los indecisos ni son tantos ni son tan decisivos, y que lo común es que repitan las tendencias dominantes. Quien no tiene claro a quién votar tiende a reproducir lo que impera en el ambiente: "Si en un grupo de amigos hay tres de Podemos y dos indecisos, esos dos o se quedan en su casa o votan a Podemos. Son los decididos los que determinan el voto de los indecisos. Estos, normalmente, se apuntan a la corriente. Si en el último tramo de las elecciones hay una corriente clara, los indecisos la suelen intensificar".

Las dos olas

Es precisamente por estos argumentos por los que la campaña será relevante: puede que la característica principal de los indecisos sea sumarse a la ola, pero en estos instantes hay dos contrapuestas. La primera de ellas es la que apunta al triunfo del PSOE, ya que es el partido que viene impulsado por el éxito en las anteriores elecciones, por el liderazgo en las encuestas y por ser el que tiene mejor posición para asegurar la estabilidad. Si los socialistas son percibidos como los vencedores más probables, tenderán a concentrar el voto de un sector de la población que prefiere que esté el PSOE en el poder en lugar de la derecha. En los anteriores comicios, ese marco les dio el triunfo (los socialistas se ofrecieron como el partido que podía frenar a Vox, y les fue bien), y les ha seguido funcionando, al menos hasta los disturbios catalanes.

Un número creciente de expertos ve factible el sorpaso y apunta a que bien podrían producirse algunas sorpresas en el último minuto

La segunda ola es la del crecimiento del PP. Muchos medios insisten en que es posible (o muy posible) que los populares alcancen al PSOE y que, dadas las características de nuestro sistema electoral, puedan lograr más escaños incluso con menos votos que los de Sánchez. Esa idea viene respaldada por un número creciente de empresas de encuestas que ven factible el sorpaso y que auguran sorpresas de última hora.

Aquí se juega la campaña

Esas olas son las que estarán plenamente activas la próxima semana y en las que se jugará la campaña. Los dos partidos principales tratarán de reforzar sus opciones, pero no a través de mensajes, mítines e intervenciones en medios, sino mediante la generación de un clima que refuerce su ola. La mayoría de los votantes toma muy en cuenta el reparto de posiciones, quién cree que va a ganar y si habrá mucha diferencia entre los partidos, y eso tiende a empujar a la gente hacia los colegios electorales o a alejarla. Por ejemplo, si se genera la sensación de que el PP está muy cerca de los socialistas, es posible que votos que podrían ir a parar a Vox o a Cs tiendan a refugiarse en Casado. Si, por el contrario, la ola socialista se impone en la percepción pública, esos mismos indecisos tenderán a alejarse de los populares o a no a ir a votar. Es en este sentido que la campaña será útil, y que tendrá recorrido: en lo tocante a fabricar las percepciones, tanto las de la sociedad ampliamente considerada como las de los entornos próximos.

Las cifras de las encuestas, reflejen o no la realidad con precisión, son utilizadas permanentemente para construir la percepción social

El debate del lunes será un punto clave a la hora de reforzar estas percepciones, al igual que las encuestas que se hagan públicas ese día. En realidad, los sondeos son esenciales a la hora de crear este clima social. No se trata de que exista una intención expresa por parte de las empresas que los realizan o de quienes los encargan, sino de algo más obvio: que las cifras que se ofrecen, reflejen o no la realidad, son utilizadas permanentemente, con más o menos éxito, para construir la percepción social.

Es aquí donde se situará el punto central de la campaña. Según el clima social vaya decantándose hacia una u otra ola, habrá partidos con mayores o menores posibilidades de tener éxito.

Esta campaña puede ser muy relevante a la hora de movilizar voto. Es cierto, y se suele subrayar, que la mayor parte de las personas saben ya qué papeleta introducirán en las urnas, que los mensajes de la última semana, que suelen apelar a lo más inmediato, banal y obvio, no suelen suscitar mayor interés, que la polarización que aparece habitualmente no hace más que reforzar lo decidido y que nuestros líderes, además, tampoco levantan grandes pasiones (salvo en el rechazo). En definitiva, y como se repite con alguna insistencia, que las campañas sirven de poco.

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