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El rentismo: la razón real por la que los bancos se fusionan
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Esteban Hernández

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El rentismo: la razón real por la que los bancos se fusionan

Las concentraciones se están produciendo en muchos sectores, también en el de la inversión. Y están dando lugar a otro tipo de capitalismo, el rentista

Foto: BBVA y Sabadell negocian su fusión. (EFE)
BBVA y Sabadell negocian su fusión. (EFE)

Hay justificaciones recurrentes cuando se trata de explicar por qué las fusiones bancarias son beneficiosas: las nuevas empresas serán más rentables, podrán competir mejor en un entorno difícil, el tamaño resulta esencial para lograr beneficios. Pero la cuestión esencial va por otro lado, y apunta hacia la configuración de los negocios contemporáneos, los que tienen recorrido, los que resultan atractivos para los inversores, al mismo tiempo que refleja la naturaleza de nuestro capitalismo, sus orientaciones, visiones de futuro y exigencias.

El más que interesante libro del profesor de geografía económica y social en la Universidad de Upsala Brett Christophers, ‘Rentier Capitalism, Who Owns the Economy, and Who Pays for It?’ (Verso), recorre las bases de la economía del Reino Unido como ejemplo de las transformaciones del capitalismo contemporáneo. Y lo que encuentra en las empresas cotizadas más importantes del país es un vínculo directo con diferentes sectores, desde las finanzas hasta la tecnología, pasando por las empresas especializadas en obtener contratos gubernamentales, fuertemente asentados en posiciones monopolísticas u oligopolísticas. Para Christophers, el rentismo consiste en la extracción de “rentas derivadas de la propiedad, la posesión o el control de activos escasos en condiciones de competencia limitada o nula”.

El auge del capitalismo rentista

La cuestión es que el rentismo no es un momento perverso del sistema, sino el centro de su funcionamiento: en el capitalismo occidental, se han sucedido transformaciones diversas que han conducido hacia la consolidación, pero también se han promovido políticas monetarias y económicas orientadas a asentar y aumentar el valor de los activos, así como políticas estatales e internacionales que han hecho posible la maximización de las rentas generadas.

Si la mercancía era la esencia del capital, la clave para comprender los efectos del auge del capitalismo rentista es el monopolio

Según Christophers, si la mercancía era la esencia del capital en los análisis marxistas, su correspondencia actual, la clave para comprender los efectos del auge del capitalismo rentista, sería el monopolio, ya que proporciona las condiciones en que un activo puede generar mayores ingresos.

Espacios seguros

Hay que entender cómo funcionan las cosas en nuestro sistema para percibir la amplitud de este giro decidido hacia las rentas, así como sus consecuencias. Hay un exceso de ahorro que está buscando rentabilidades seguras y frecuentes, y existen muchas empresas que aspiran a ser las elegidas por esa masa de capital inversor. Para ello, tratan de volverse atractivas, y en ese intento, el control del mercado en el que se opera, el tamaño, las barreras de entrada elevadas y la capacidad de influencia son bazas esenciales. Por eso los bancos se fusionan, porque prometen mayor poder, y con él, y dada la escasez en el acceso al dinero, sugieren rentas más sustanciales y regulares.

La industria de la inversión ha vivido un proceso acentuado de concentración: muy pocas personas gestionan grandes cantidades de activos

En definitiva, se trata de diseñar activos que respondan a las necesidades de esos inversores. Hay muchos caminos para conseguir esos objetivos, y Christophers detalla los más importantes, ya sea en sectores concentrados de la energía, de las finanzas, de la tecnología o del sector inmobiliario, pero no me extenderé en ellos, porque lo esencial es comprender el mecanismo: delimitar espacios relativamente seguros a partir de los cuales las rentas puedan fluir.

El capitalismo de los gestores de activos

¿Y quién está al otro lado? ¿Quiénes son esos inversores que aspiran a obtener rentabilidades continuas y seguras? ¿Pequeños ahorradores que tratan de buscar una estabilidad a partir de la inversión? En realidad no, aunque formen parte de ello, del mismo modo que muchos trabajadores pueden pertenecer a una misma empresa, pero carecen de poder de decisión sobre ella. El ‘paper’ de Benjamin Braun "American Asset Manager Capitalism" contiene una brillante descripción de cómo ese proceso de concentración ha llegado también a la inversión, de qué lógicas dominan y de las intenciones de sus gestores. Esa vieja lógica idea, establecida en los tiempos de Adolf Berle y Gardiner Means, según la cual múltiples accionistas, dispersos y minoritarios, serían los propietarios reales de las empresas, hace mucho tiempo que ya no está operativa.

El capitalismo de los administradores de activos está orientado a maximizar el valor agregado de los activos bajo administración

Según explica Braun, la industria de la inversión ha vivido un proceso de concentración que ha derivado en la gestión de grandes cantidades de activos en muy pocas manos. En tales empresas, además, sus dirigentes poseen un gran poder sobre la gestión corporativa. En tercer lugar, los grandes administradores de activos son “propietarios universales” que mantienen carteras completamente diversificadas, y que operan como intermediarios con fines de lucro con un modelo de negocio basado en comisiones. Los administradores de activos, por último, no tienen ningún interés económico directo en las empresas que están en su cartera: “Mientras que el régimen de primacía de los accionistas estaba orientado a maximizar el valor de las acciones de empresas individuales, el capitalismo de los administradores de activos está orientado a maximizar el valor agregado de los activos bajo administración”.

Se conforma así un mercado de la inversión altamente concentrado, que busca empresas en las que invertir, pero no como una apuesta a medio plazo, ni para hacerlas crecer, sino para obtener rentas. Dado el poder y la influencia de estos fondos, las empresas se reorganizan para hacerse atractivas a sus ojos, y la concentración es uno de los elementos más habituales. De modo que veremos más fusiones y adquisiciones en el futuro cercano, porque la economía actual se articula a partir de la interconexión entre estos dos polos.

Hay justificaciones recurrentes cuando se trata de explicar por qué las fusiones bancarias son beneficiosas: las nuevas empresas serán más rentables, podrán competir mejor en un entorno difícil, el tamaño resulta esencial para lograr beneficios. Pero la cuestión esencial va por otro lado, y apunta hacia la configuración de los negocios contemporáneos, los que tienen recorrido, los que resultan atractivos para los inversores, al mismo tiempo que refleja la naturaleza de nuestro capitalismo, sus orientaciones, visiones de futuro y exigencias.

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