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Cataluña, los fondos y la estupidez ideológica: lo que hace falta es un plan para España
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Esteban Hernández

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Cataluña, los fondos y la estupidez ideológica: lo que hace falta es un plan para España

Las discusiones políticas sobre el reparto de los fondos en el plano territorial no son más que estrategias electorales que evitan el principal problema: la ausencia de un plan de país

Foto: La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez. (EFE)
La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez. (EFE)
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Todo va camino de que, a nivel territorial, se repitan los problemas en el reparto de fondos que se manifestaron en el plano económico: los mismos juegos tácticos y la misma falta de sentido que hemos observado a la hora de fijar el destino de las cantidades del plan de recuperación aparecen de nuevo. La pobreza de análisis en la España de los últimos tiempos queda ratificada una vez más, dejando al descubierto muchas costuras en la fortaleza de nuestro Estado.

La comisión bilateral entre el Gobierno y los representantes catalanes ha servido también para que, desde la derecha, lluevan las críticas: sospechan que, bajo de la retórica, late únicamente el deseo de Sánchez de premiar a comunidades que agitan banderas políticas. Ese sería el caso catalán y para asegurarse su respaldo en el Congreso y la paz social, Sánchez tiene la intención de repartir recompensas económicas injustas.

Foto: La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez. (EFE)

Pero la comisión bilateral es algo más: es la resolución por el camino adecuado de un problema enquistado. No se trata únicamente de los propósitos del Gobierno, sino de los mismos deseos de una parte sustancial de Cataluña, empezando por su siempre mentada burguesía, de salir fuera del pozo a través de las cosas de comer, que no suele ser mala vía. Mientras que las reivindicaciones políticas tendrán que ir desinflándose, dada su imposibilidad de realización, lo lógico es que tejan lazos a través de la economía. Esa vía de doble dirección, tensión retórica en una mesa, pragmatismo vinculante en la otra, es la hoja de ruta prevista para que el camino a ninguna parte que fue el 'procés' tenga una resolución adecuada.

Un proyecto de país

Sería absurdo reducir el problema territorial al asunto catalán y a la tensión independentista, porque lo que está en juego es mucho más grande: se trata de la España que nos espera en el futuro. Nuestro gran déficit es la ausencia de un proyecto para España, de un proyecto integral de país, y por eso los fondos no son más que una serie de parches, en lo sectorial o en lo territorial, en lugar de convertirse en un motor para el crecimiento a medio plazo. Es necesaria mucha mayor visión estratégica, y justo cuando más la necesitamos, menos aparece.

Pensar que la pandemia ha supuesto un paréntesis que se cerrará pronto no soluciona los problemas, los vuelve bastante peores

En este sentido, las críticas que cada uno de los partidos mayoritarios formula al otro son correctas: es probable que en lo territorial, el reparto de los fondos se ajuste a las necesidades electorales del Gobierno, con la intención de que esas inversiones generen ventajas en el voto en algunos lugares concretos. Pero tampoco el partido principal de la oposición parece muy atinado en su táctica, ya que se limita a elevar la voz ante cualquier acción de Sánchez, a ejercer una crítica permanentemente hostil, por los mismos motivos, ya que cree que le va a generar réditos a la hora de acudir a las urnas.

Un tiempo diferente

Ambas cosas son irrelevantes para las necesidades de nuestro país, ya que muestran la misma falta de un proyecto económico sólido. Nuestros partidos políticos continúan anclados en sus inercias y perciben esta época como una mera prolongación de la anterior: la pandemia ha supuesto un paréntesis que se cerrará pronto, en el que por suerte ha habido mayor margen de reacción, gracias a la acción europea. Pensar de esta manera no soluciona los problemas, los empeora sustancialmente.

La mejor definición del problema probablemente sea la que ofrece el partido más pequeño, la de Tomás Guitarte, de Teruel Existe

Ha llegado un tiempo diferente, y este plan de recuperación europeo debería ser empleado para tomar otro rumbo. Las grandes diferencias respecto del momento anterior tienen que ver con los cambios en países anglosajones como EEUU y Reino Unido, que están adoptando políticas diferentes, con gobiernos más enérgicos, y con la pujanza china. En ese nuevo entorno geopolítico, con nuevas exigencias competitivas, nada va a funcionar correctamente, y menos en el ámbito europeo y en el español, si no comenzamos a enfocarnos en los problemas reales, que tienen en la economía su principal expresión, y en las fórmulas que podrían hacer una España más fuerte en ese terreno.

Vías de solución

En este orden, la mejor definición del problema probablemente sea la que ofrece el partido más pequeño. Lo que señalaba Tomás Guitarte respecto de Teruel, tiene gran validez respecto de España. La objeción de Guitarte consistía en señalar que la solicitud de proyectos que optasen a los fondos contenía, en el fondo, una renuncia. Su territorio podía presentar iniciativas, pero nunca del tamaño que se precisaban para impulsar la actividad económica de manera decidida. Si en lugar de que el Gobierno se limitase a recibir pasivamente propuestas, se preocupara por articular nuevas iniciativas, los fondos serían mucho más útiles. De donde no hay no se puede sacar, es preciso crear algo primero. Y este razonamiento sirve para gran parte de España: ese papel activo del Gobierno, ese planteamiento estratégico que analice posibilidades, perciba opciones y las impulse a través de las conexiones regionales resulta indispensable. Pero ese no ha sido el destino principal de los fondos.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)

Veamos otro ejemplo, en esta ocasión desde una posición muy diferente, la del presidente del país más importante del mundo. Biden ha asegurado que el Estado va a tomar las riendas y va a invertir con un propósito muy claro, en el que la orientación productiva y la creación de empleos van a estar en el centro, y todo ello con la perspectiva de que EEUU pueda competir internacionalmente gracias al asentamiento del nivel de vida de sus ciudadanos. Más allá de lo que finalmente lleve a efecto, la reflexión es correcta: con un país dividido, en lo ideológico y sobre todo en lo económico, ninguna potencia va muy lejos.

Hace falta un plan para España que nadie ha empezado a dibujar. Seguimos en el fango de las peleas territoriales e ideológicas

Y este es el problema de fondo, que admite diferentes formas de ser resuelto, pero que no puede ser evitado. Mazzucato señalaba el pasado domingo una dirección, que puede ser o no compartida, pero cuyo diagnóstico está bien dibujado. Se trata de ver cuál será el papel del Estado a la hora de impulsar las capacidades de cada país, su inteligencia a la hora de crear nuevas áreas de desarrollo o de reforzar las ya existentes, y de aprovechar para beneficio común las grandes cantidades de capital que se están introduciendo en la economía, ya sea desde el 'quantitative easing' o desde el fondo de recuperación. Seguir alimentando una esfera parasitaria no es una buena opción, ni siquiera, a medio plazo, para quienes viven de ella, porque van a ser derrotados por competidores más fuertes. Hacen falta otras fórmulas económicas que aprovechen a toda la sociedad, que ofrezcan músculo interno a la economía y que permitan elevar el nivel de vida de un país y de sus ciudadanos. Y para eso hace falta un plan, que nadie en España ha empezado a dibujar. Mientras tanto, seguimos en el fango absurdo de las peleas territoriales e ideológicas con fines electorales.

Todo va camino de que, a nivel territorial, se repitan los problemas en el reparto de fondos que se manifestaron en el plano económico: los mismos juegos tácticos y la misma falta de sentido que hemos observado a la hora de fijar el destino de las cantidades del plan de recuperación aparecen de nuevo. La pobreza de análisis en la España de los últimos tiempos queda ratificada una vez más, dejando al descubierto muchas costuras en la fortaleza de nuestro Estado.

Nacionalismo Catalán Pedro Sánchez
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