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Postpolítica
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El enemigo y el territorio: las claves de la campaña de Castilla y León
Más allá de las polémicas sobre la carne y sobre el Gobierno conjunto de PP y Vox, la campaña electoral se moverá sobre dos grandes ejes
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Las elecciones de Castilla y León se moverán entre dos ejes. El primero es muy evidente, en la medida en que ha venido repitiéndose en las últimas elecciones autonómicas, la tensión entre el Gobierno local y el central. En todas las comunidades menos en una, los gobiernos locales salieron reforzados de los comicios y el partido que gobernaba España, el socialista, tuvo malos resultados. La partida narrativa consistió en lo siguiente: el Gobierno autonómico lo está haciendo bien, y atenúa los efectos negativos que ha causado la acción de Sánchez y sus socios, ya sea por actuar de manera irresponsable, poco coordinada, con criterios cambiantes o con ausencia de ellos. Ese discurso les funcionó a todos los gobiernos autonómicos menos a uno, el catalán, donde ocurrió algo muy parecido, pero al revés. El Govern había reaccionado mal a la pandemia y el de España lo había hecho mejor, de modo que salió reforzado el PSC, el partido que representaba en el territorio al Gobierno nacional.
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Más allá de los resultados finales, el eje principal de la campaña estuvo anclado en la diferencia entre el manejo de la pandemia que había realizado el Gobierno local frente al de Madrid. En Castilla y León, esta variable estará muy presente, aunque ahora con el telón de fondo del manejo de la pospandemia, con los fondos europeos y la recuperación como temas esenciales.
Quizás el PP caiga en la tentación de la vía Ayuso y sustituya los bares por la carne, pero su idea central es defender CyL de Sánchez
En esa tarea de oposición al Gobierno nacional, el elemento cultural (los ganaderos, la carne, los comunistas, etc.) tendrá un papel, pero siempre supeditado al marco general de oposición al Gobierno nacional. Por más que el PP caiga en tentaciones de seguir la vía de Ayuso, y de sustituir los bares por las explotaciones ganaderas, la idea central continuará siendo la de la defensa de CyL de los perjuicios que han causado Sánchez y sus socios a la región, y de las decisiones injustas que harán que los fondos lleguen en menor medida a ella. Dado que Castilla y León vota tradicionalmente a las derechas, es previsible que esa idea fuerza le salga bien al PP. Vox utilizará, como es natural, ese camino, aumentando la intensidad del discurso, y añadiéndole algunos elementos novedosos que ya se han subrayado.
El territorio, decisivo
La segunda clave está ligada con la primera, pero tiene mayor recorrido, en la medida en que entronca con tendencias internacionales. El voto cada vez más tiene un componente de defensa del territorio, ya sea regional, nacionalista periférico o nacionalista español. Así ha ocurrido repetidamente en los últimos años fuera de nuestro país: hay que defender Reino Unido de Europa, y hay que salir de la UE; hay que defender EEUU, y, por tanto, hay que desglobalizar; hay que defender Francia, y, por tanto, hay que apostar por la ‘grandeur’ nacional en lugar de por más Europa y por la globalización.
En España crecen en intención de voto los partidos nacionalistas: Vox por la derecha; Bildu, ERC y En Marea por la izquierda
En España está ocurriendo también así, pero de modos diferentes. Dado que en nuestro país el sentimiento territorial está muy fragmentado, hay diversas fuerzas que se reparten ese voto. Las formaciones que están creciendo según las encuestas son todas nacionalistas. En España, por la derecha el partido que aumenta su porcentaje de voto es Vox, claramente vinculado con la bandera; por la izquierda, Bildu, ERC y BNG, partidos cuya esencia es el nacionalismo, que es lo que distingue nítidamente sus propuestas de otras de la izquierda española. La clave de su voto, más que en condición de progresistas, estriba en ser vascos, catalanes o gallegos. El nacionalismo como determinante del voto está en auge.
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Todos estos partidos crecen no solo por un sentimiento nacional, sino por su anclaje en la existencia de un enemigo: Bildu, ERC y En Marea defienden sus territorios del nacionalismo irredento español y de sus derechas; Vox defiende España de un pernicioso globalismo. Eso marca las posiciones de estos partidos: no solo están a favor de su territorio, sino en contra de los perjuicios que un rival dañino está causando.
Los partidos sin ideología
En Castilla y León, ese juego también funciona, y lo hace en tres planos. Por arriba, Mañueco defiende CyL de un Gobierno nacional, el de Sánchez y Podemos, al que señala como disfuncional y perjudicial. Por abajo, Vox crece porque puede representar ese mismo papel pero con más fortaleza ideológica. Y en un tercer nivel, aparecen la defensa del territorio desde los partidos provinciales, los de la España Vaciada, que se anclan en una nueva bandera, la puramente local, para defenderse del desarraigo y del olvido. Lo peculiar de estos partidos es que no se defienden de un enemigo político en sí, sino de los políticos generalmente considerados. Se trata de formaciones que apuestan por el pragmatismo, que no quieren caer en componentes ideológicos, y que tienen como finalidad conseguir que las promesas que se les han formulado se cumplan.
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En ese entorno, el mensaje probable del PSOE consistirá no solo en poner encima de la mesa la gestión que ha realizado desde el Gobierno central, sino en subrayar que el futuro va a ser mejor, que la recuperación es fuerte, que el año próximo será muy positivo y que un buen reparto de los fondos, como el que hará el Gobierno, servirá a los castellanos para mejorar su situación. Si el argumento cultural de las derechas en el arranque de campaña ha sido la lucha contra unos progres que desprecian la carne, la del PSOE y UP pondrá el acento en el peligro de un PP que gobierne con Vox. Pero los socialistas saben que ese tipo de argumentos funcionan escasamente en estos momentos, por lo que tratarán de hacer valer una posición de partido de Estado.
Las elecciones de Castilla y León se moverán entre dos ejes. El primero es muy evidente, en la medida en que ha venido repitiéndose en las últimas elecciones autonómicas, la tensión entre el Gobierno local y el central. En todas las comunidades menos en una, los gobiernos locales salieron reforzados de los comicios y el partido que gobernaba España, el socialista, tuvo malos resultados. La partida narrativa consistió en lo siguiente: el Gobierno autonómico lo está haciendo bien, y atenúa los efectos negativos que ha causado la acción de Sánchez y sus socios, ya sea por actuar de manera irresponsable, poco coordinada, con criterios cambiantes o con ausencia de ellos. Ese discurso les funcionó a todos los gobiernos autonómicos menos a uno, el catalán, donde ocurrió algo muy parecido, pero al revés. El Govern había reaccionado mal a la pandemia y el de España lo había hecho mejor, de modo que salió reforzado el PSC, el partido que representaba en el territorio al Gobierno nacional.