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Esteban Hernández

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El papel que está jugando Pablo Iglesias en todo esto

El exvicepresidente no ha dejado la política, simplemente ha decidido desempeñar una nueva función en la que puede ser mucho más útil para su partido. La ideología es la clave

Foto: Pablo Iglesias, durante un acto del partido. (EFE/Mariscal)
Pablo Iglesias, durante un acto del partido. (EFE/Mariscal)
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La nueva etapa de Pablo Iglesias tras su salida de la política, y su apuesta por la presencia en medios, son parte de un movimiento táctico cuyo propósito es lograr visibilidad e influencia, también para su partido. Iglesias está haciendo política por otras vías, aquellas que entiende que son hoy decisivas.

El director de La base ha señalado el papel que está jugando en diversas ocasiones. Una de ellas tuvo lugar esta misma semana, con la respuesta que dio al aviso en forma de encuesta que le enviaron desde su bloque político. Según El País, la izquierda a la izquierda del PSOE conseguiría muchos más escaños yendo conjuntamente que por separado; esa unidad, además, posibilitaría la victoria electoral del Gobierno de coalición.

Foto: Montero e Iglesias en la Universidad de Otoño de Podemos. (EFE/Mariscal)

La encuesta contenía una advertencia doble: la primera era para Podemos, ya que subrayaba implícitamente el peligro de forzar demasiado la negociación con Sumar. La segunda era para Yolanda Díaz, puesto que la condición de posibilidad de esa unión es la entrada de Irene Montero en las listas del nuevo partido en un puesto bien visible, algo a lo que parecen negarse en Sumar.

Los que blanquean a Feijóo

La forma de encajar los resultados fue diferente en ambos espacios políticos. Desde el equipo de Díaz insistieron en que esos resultados "reforzaban la hipótesis Sumar, que es un claro punto de inflexión respecto a UP", ya que "es la garantía de una nueva coalición progresista que será capaz de atraer a gente muy diferente". Para eso debe "articular al resto de fuerzas políticas, sociales e independientes", pero siempre teniendo en cuenta que "la gente valora el carácter ciudadanista de la propuesta", por lo que, "aún no ha llegado el momento de hablar de listas, ni de cerrarlas en despachos". Es decir, sus posiciones no parecen haberse modificado con las nuevas noticias.

Cuanto más choque ideológico hay, "más se reduce la transferencia de votos del PSOE hacia los populares"

Iglesias eligió otra vertiente. Insistió en que Podemos y Sumar debían ir juntos, y debían hacerlo ya en municipales y autonómicas, lo que suena extraño, dado que Díaz ha afirmado repetidamente que su nueva formación no concurrirá a esas elecciones. Pero, sobre todo, desplazó el foco que le habían colocado encima: el problema estaba en otro lugar. El PSOE había caído en la tentación de intentar pactar con el PP, con el CGPJ y el TC de fondo, y el efecto fue que Feijóo se disparó en las encuestas. Para Iglesias, "cuando los medios progresistas dejaron de blanquear a Feijóo", el PP cayó en intención de voto. Cuanto más choque hay, "más se reduce la transferencia de votos del PSOE hacia los populares". Esta es la esencia del juego, la confrontación ideológica.

El PSOE, por tanto, debería haber aprendido la lección, y tendría que "poner en valor a sus socios de la coalición". Así lograría movilizar "a un electorado imprescindible", y leyes como la de las familias, la de vivienda y la trans servirían para ese propósito. Parece que Sánchez ha tomado nota, a juzgar por las reformas que está impulsando.

La ingenuidad de la izquierda

Una semana antes, Iglesias había afirmado algo muy parecido. Había dicho a Díaz, y al mismo PSOE, que estaban cayendo en una trampa, que eran muy ingenuos si creían que hablando de las cosas del comer les iría bien. No funciona así, según Iglesias: "Aplicar políticas públicas que mejoren la vida de la gente no sirve de nada" si no se acompaña de un revestimiento ideológico, si no hay una pelea cultural fuerte. Esto lo había comprendido la derecha desde hace mucho tiempo, ("han entendido mejor a Gramsci"), por lo que estaban disputando el relato todo el tiempo. La izquierda era mucho más candorosa y no se atrevía a dar esa pelea, ya que pensaba de manera ilusa que operando sobre la economía cotidiana les iría mejor. El papel de Iglesias, por tanto, a través de los medios, es pelear en el campo de batalla que los suyos rehúyen.

Tratar a los votantes como adultos era mala idea porque implicaba mucha más lentitud, menos eficacia y menos recorrido

Lo curioso, o quizá no tanto, es su coincidencia con las posturas de Aznar, alguien que tiene claro que la pelea se produce en el terreno ideológico. Por motivos distintos, ya que el expresidente piensa que los ciudadanos occidentales han sido adocenados por un Estado de bienestar que los ha acostumbrado a la paguita, llegan a la misma conclusión. De hecho, en el segundo gobierno de Aznar, cuando giró hacia los neocon, es cuando se inició la deriva tensa en los medios y en la política.

Sí es sorprendente, sin embargo, que los nuevos partidos que llegaron tras la crisis, que venían a relevar a los anquilosados dinosaurios de la política, eligieran ese mismo camino político. Ciudadanos tuvo una época en la que quiso representar un espacio de consenso y acuerdo, pero pronto se convirtió en una formación hostil: sus críticas a Sánchez eran más ardorosas y punzantes que las del mismo PP y rivalizaban a menudo con Vox.

Podemos asumió desde el principio que la política era fundamentalmente comunicación: que había que difundir mensajes contundentes, breves y polarizados, que eran mucho más rentables que las razones y los argumentos. Tratar a los votantes como adultos era mala idea, porque implicaba mucha más lentitud, menos eficacia y menos recorrido. Había que poner la ideología por delante y ser poco transigentes con ella.

Construyendo al enemigo

Lo que la palabra ideología significaba era muy parecido a lo que los neocon aznaristas habían puesto en marcha: la construcción del enemigo era la tarea principal. Podemos comprendió esto desde el inicio: primero pelearon contra la casta, después contra el régimen del 78, más tarde fijaron el objetivo en sacar al PP del Gobierno, posteriormente giraron contra Vox, más tarde contra el fascismo. Actuar así, además, tenía una ventaja añadida: no debían exhibir un programa positivo, una serie de propuestas para España. Bastaba con señalar al enemigo y combatirlo, ya fuera el fascismo, el machismo, el racismo o cualquier otro ismo. Ahora es el turno del deep state y de los medios como parte de él.

La ideología, por tanto, tiene un componente definitivamente táctico, a menudo ligado a contenidos variables

Ese modo de operar le servía en términos internos: el enemigo funcionaba tanto hacia fuera como hacia dentro. Primero se combatió a la vieja IU, a la izquierda atrasada que no quería ganar, después a los trotskistas, a los errejonistas, a los disidentes; más tarde, a quien no coincidiese con sus planteamientos; y ahora a Yolanda Díaz.

La ideología, por tanto, tiene un componente definitivamente táctico, a menudo ligado a contenidos variables. Y esa es la posición que Iglesias ha elegido: jugar la carta ideológica combatiendo sin cesar a los enemigos desde los medios.

Lo negativo de todo esto no es hasta qué punto le va a funcionar a Iglesias, sino que es la dinámica permanente de la política española. La crisis de 2008, el 15-M y lo que vino después han traído una continua construcción del enemigo a un lado y a otro: nadie expone un proyecto para el país, sino que se limita a subrayar los grandes peligros que contienen las posiciones ideológicas de los rivales. Lo hacen todos los partidos del espectro nacional, incluidos PSOE y PP, por lo que señalar con el dedo únicamente a Iglesias tiene mucho de hipócrita. En este escenario, que un actor concreto introduzca más o menos tensión es poco relevante respecto de un conjunto que ha apostado por dejar la política de lado, justo en el momento en que más necesaria resulta, para dedicarse al enfrentamiento.

La nueva etapa de Pablo Iglesias tras su salida de la política, y su apuesta por la presencia en medios, son parte de un movimiento táctico cuyo propósito es lograr visibilidad e influencia, también para su partido. Iglesias está haciendo política por otras vías, aquellas que entiende que son hoy decisivas.

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