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Lo que se está moviendo mientras Feijóo se sienta a leer el 'Marca', como Rajoy
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Esteban Hernández

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Lo que se está moviendo mientras Feijóo se sienta a leer el 'Marca', como Rajoy

Un aire de urgencia, de última oportunidad, recorre el debate a tres que se celebrará esta noche. Lo que suceda en él influirá en un final de campaña con muchas dudas por resolver

Foto: Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se juntarán de nuevo esta noche en el debate. (Europa Press/Alberto Ortega)
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se juntarán de nuevo esta noche en el debate. (Europa Press/Alberto Ortega)
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El momento en que llegan los partidos al debate lo marca profundamente. Siempre ocurre así, porque los momentos son decisivos, pero más en este, que parece haberse planteado como el debate de los perdedores. Las encuestas no ponen en duda que los populares ganarán las elecciones (salvo la del CIS), y los analistas se debaten entre atribuir una victoria sustancial de Feijóo, en torno a unos 150-160, o una más moderada, alrededor de 140. El resto, es decir, los tres grandes partidos nacionales, concurren en situación de urgencia. Menos el ausente, que se mueve mecido por una inercia cuyo destino parece ser la Moncloa, todos los demás necesitan ganar espacio y esta es su última oportunidad.

Es curioso que este sea el minuto y resultado de la campaña, porque Feijóo no ha hecho más que equivocarse en ella, con la excepción crucial, la del debate a dos. Sonó a golpe ganador: los socialistas, en las semanas anteriores, habían comenzado a generar la percepción de que el resultado no estaba decidido, y que había partido. La decepción que sufrieron las izquierdas esa noche frenó en seco esa remontada.

Un nuevo marco

El debate de hoy se mueve en un marco diferente: ya no se trata tanto de animar a sus simpatizantes a partir de la posibilidad de la victoria, sino de movilizarlos ante las consecuencias de la derrota; se trata de mostrar los grandes peligros que acecharían si el PP y Vox gobernasen juntos, que es el mensaje que recorrerá, expresa pero también implícitamente, la retransmisión televisiva. La izquierda intentará trasladar a los suyos el sentido de la urgencia y de la necesidad. La otra parte de la estrategia consiste en hacer creer que, incluso con un número limitado de escaños de izquierda, en torno a 150, sería posible gobernar.

Abascal parte con ventaja en esa soledad, ya que depende de sí mismo: si sabe jugar sus bazas, podrá conseguir un buen puñado de votos del PP

Por el otro lado, la ausencia de un Feijóo que decidió hace mucho tiempo que el mejor movimiento era estarse quieto, ofrece un marco de partida idóneo para Abascal: es el único representante de la derecha contra el sanchismo. Cuenta con una ventaja en esta soledad, ya que depende de sí mismo: si sabe jugar sus bazas podrá conseguir un buen puñado de votos del PP. También se le puede volver en contra: si falla, regalará votantes al PP.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante el cara a cara en Atresmedia. (Reuters/Juan Medina)

Ha de señalarse, a este respecto, la curiosa forma en que Vox llega a la última semana. Las encuestas ofrecen un resultado provisional según el cual Vox está por debajo del nivel de aceptación de las anteriores generales, y en algunas de ellas muy por debajo. Sin embargo, Vox cuenta con alrededor de un 14,5% de voto, que es solo un 0,7% menos que hace cuatro años. Es decir, la ley D'Hondt le penaliza mucho, y si hoy recupera impulso, la traducción de votos en escaños puede ser muy distinta.

Yolanda Díaz necesitará hacer en pocas horas lo que no ha hecho durante toda la campaña, diferenciarse y ganar espacio

El partido que más tocado llega es Sumar. Díaz necesitará hacer en pocas horas lo que no ha hecho durante toda la campaña, diferenciarse y ganar terreno. La formación de Díaz tenía que haber llegado allí donde Sánchez no podía; debía ampliar espacios, en especial por la izquierda. No solo no lo ha conseguido, sino que su espacio se ha ido reduciendo hacia los votantes fieles. Esta noche necesita demostrar que es otra cosa, que tiene un perfil diferenciado y atractivo que complique tanto la tendencia hacia el voto útil. Es una tarea complicada en muchos sentidos, pero más cuando una agresividad excesiva de Díaz para con el PSOE sería percibida como un error.

El cambio de estrategia

Al contrario de lo que puede pensarse, el debate tiene su interés, precisamente por el momento en que llega, el de final de campaña. Sánchez decidió marcharse antes de tiempo de la cumbre de la UE con Celac para acudir a un mitin en Huesca y ayer no estuvo en la declaración final para participar en otro mitin en San Sebastián. Esa campaña palmo a palmo de los socialistas, que quizá debió ser dibujada antes, está apareciendo en el tramo final, y se está concentrando en los territorios en los que algún diputado puede cambiar de signo. El último escaño de una quincena de provincia será clave para el mapa final, y todas las formaciones están concentrándose en ganar ese último milímetro a su lado. Al margen de los temas que aparezcan esta noche, que algún mensaje concreto en ese sentido debería asomarse referido a esos territorios, será la impresión que se cause, el nivel de activación y de ánimo, o de malestar y encrespamiento, los que tendrán un papel en estos días finales.

Foto: Cara a cara entre Sánchez y Feijóo. (Atresmedia)

Habrá que estar especialmente atentos al espacio de las derechas. Todo lo que no sea una victoria del PP sería una notable sorpresa, pero está por decidir cuál será el balance final dentro del espacio, y qué peso tendrá Vox. El debate tiene sus riesgos para el PP: Feijóo puede perder por los dos lados al no estar presente, ya que las izquierdas pueden activar a un porcentaje de votantes indecisos, aquellos preocupados por un gobierno PP-Vox, pero también Abascal puede robarle voto si acierta con su estrategia. Al dar por descontada una victoria de las derechas, el voto a Vox ya no es percibido como inútil; es decir, serviría igual para que Feijóo gobernase, pero acompañado de un contrapeso para evitar posturas de debilidad frente a las izquierdas. Y hay una serie de votantes limítrofes que pueden decantarse esta noche, dependiendo de la imagen que Abascal ofrezca.

Feijóo ha optado por la opción Rajoy, la de ganar por los errores de los contrarios; la de sentarse a leer el 'Marca' mientras espera los fallos ajenos

Del mismo modo, Feijóo puede ganar por ambos lados sin mover un solo dedo. Si el debate no es satisfactorio, si los contendientes no aciertan con sus planteamientos, si se convierte en algo farragoso o demasiado enconado, el líder del PP saldría victorioso sentado frente al televisor porque, efectivamente, se convertiría en el debate de los perdedores. Feijóo ha optado por la opción Rajoy, la de ganar por los errores de los contrarios, la de sentarse a leer el Marca mientras espera los fallos ajenos.

No es poco lo que queda por decidir en estas elecciones. Y más cuando la atmósfera está extraña. La fecha de las elecciones, la ausencia de debate político real y la permanente polarización, y el elevado número de indecisos, en especial intrabloques, hacen pensar que hay mucho por resolver. Es cierto que los números de las encuestas son concluyentes, pero también que los mismos demóscopos tienen dudas, porque no terminan de ver dibujado nítidamente el mapa final. En ese escenario, el aire de última oportunidad impregna el debate.

El momento en que llegan los partidos al debate lo marca profundamente. Siempre ocurre así, porque los momentos son decisivos, pero más en este, que parece haberse planteado como el debate de los perdedores. Las encuestas no ponen en duda que los populares ganarán las elecciones (salvo la del CIS), y los analistas se debaten entre atribuir una victoria sustancial de Feijóo, en torno a unos 150-160, o una más moderada, alrededor de 140. El resto, es decir, los tres grandes partidos nacionales, concurren en situación de urgencia. Menos el ausente, que se mueve mecido por una inercia cuyo destino parece ser la Moncloa, todos los demás necesitan ganar espacio y esta es su última oportunidad.

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