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Un mensaje para el próximo Gobierno: lo que EEUU ya no quiere, la UE se lo queda
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Esteban Hernández

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Un mensaje para el próximo Gobierno: lo que EEUU ya no quiere, la UE se lo queda

El debate europeo de la semana manda señales preocupantes acerca del futuro de la UE y de la visión de sus dirigentes. Y buena parte de la capacidad de acción de España dependerá de las decisiones europeas

Foto: Vestager y Von der Leyen. (Olivier Hoslet/EFE)
Vestager y Von der Leyen. (Olivier Hoslet/EFE)
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La decisión era absurda desde cualquier perspectiva posible. Margrethe Vestager, Comisaria europea de Competencia, decidió nombrar economista jefe de su dirección general a una estadounidense, Fiona Scott Morton, que había trabajado para la administración Obama, y a la que empresas como Apple, Amazon, Microsoft, Sanofi y Pfizer emplearon una vez que su desempeño institucional terminó. El Parlamento Europeo se rebeló de manera contundente contra la decisión de Vestager, y Francia puso el grito en el cielo. Finalmente, se dio marcha atrás y Scott Morton renunció al cargo.

Hubo dos argumentos que centraron el debate, la nacionalidad de la nombrada y su idoneidad para el cargo, dado que tendría que investigar a empresas para las que había trabajado. La primera fue objeto de muchas críticas, incluso se llegó a acusar a los reticentes de xenófobos, ya que lo que debería valorarse era la capacidad de Scott Morton, y no su lugar de nacimiento. También hubo quienes señalaron la ausencia de reciprocidad como argumento: EEUU nunca habría puesto al frente de su división antitrust a una europea. El fondo de este asunto era evidente: en una época donde la geopolítica es cada vez más relevante, situar a una estadounidense, que principalmente tendría que dedicarse a regular la acción de empresas estadounidenses en Europa, sonaba muy extraño. Claramente inadecuado, desde luego, pero también cargado de preocupante simbolismo.

Foto: Sala de reuniones del Consejo Europeo. (Reuters/John Thys)

El segundo asunto tenía que ver con sus lazos personales con esas compañías, lo que añadía todavía más carga negativa. Las empresas más importantes, con más poder, y a las que Europa está intentando poner coto, son las tecnológicas, y Scott Morton había trabajado para varias de ellas. E igualmente ocurría con las farmacéuticas. No parecía buena idea, desde ningún punto de vista, que una persona con ese historial, y especialmente con las perspectivas que había manejado sobre Competencia, ingresara en un organismo con poderes reguladores que tendrán un peso evidente para los europeos en los próximos años. Las sombras de sospecha estarían permanentemente presentes.

La otra perspectiva

Pero quizá sea todavía más preocupante la tercera arista, la más significativa y sobre la que apenas se ha puesto énfasis, que arroja muchas dudas acerca de si se están encarando los tiempos con la visión que requieren. Scott Morton trabajó con Obama en una administración claramente ineficiente en lo que se refiere al antitrust. Fueron años en los que se profundizó en los males que aquejaban a la economía estadounidense, y al reparto de poder dentro de ella, y en los que se permitió que muchas firmas, empezando por las tecnológicas, acumularan un poder y una influencia excesivos, en la economía y en la política. La paradoja fue, para los demócratas, que aquello que crearon se les volvió en contra: las acusaciones acerca de interferencias rusas en sus elecciones, la difusión de noticias falsas y el papel ideológico que jugaron en la llegada al Capitolio de Trump y la polarización creciente fueron consecuencia de este nuevo poder que permitieron y alentaron.

La prueba de que los estadounidenses sabían que se equivocaron fue el cambio de enfoque drástico de la administración Biden

El enfoque erróneo de Scott Morton fue nefasto en muchos sentidos: sectores más concentrados, salarios más bajos y precios más altos y mayores riesgos sistémicos. La constatación de este cúmulo de despropósitos reside en que, cuando Biden llegó al poder, cambió por completo el enfoque y situó a Lina Khan al frente de la Federal Trade Commision estadounidense, el antitrust, una mujer con una perspectiva mucho más adecuada y mucho más aguerrida a la hora de defender un mercado más limpio y menos concentrado. Las tensiones en esa área son notables en EEUU, porque Biden está decidido a revertir muchos de los errores de la administración de Obama.

Y, en esa tesitura, lo que hace Europa es intentar traerse a Competencia a la persona con el enfoque erróneo. Suena a esos coches en malas condiciones que se enviaban a las colonias porque en las metrópolis ya no había quien los comprase. Suena a querer operar con las mismas fórmulas que en 2010 más de una década después. Suena a promover el declive en lugar de revertirlo.

Lo que ya no quieren, lo cogemos nosotros

Esto es preocupante en muchos sentidos. Más allá de tensiones entre los países y la Comisión, o la situación débil en que deja a Vestager, y a Von der Leyen (con la tensión entre esta y Manfred Weber en el seno del Partido Popular Europeo), da muchas pistas sobre cómo se pretende encarar el futuro económico de la UE.

EEUU ha dejado bien claro que estamos en otra época, China sabe muy bien el lugar que ocupa y los europeos intentamos regresar a 2010

Recordemos que Scott Morton tuvo el apoyo de un buen número de economistas ortodoxos que la percibían como una opción adecuada; entre ellos figuraban varios premios Nobel, y también Luis Garicano, ahora en la fundación del PP. Es decir, buena parte de los causantes de los problemas europeos, de quienes promovieron los enfoques erróneos, de quienes difundieron ideas equivocadas de la globalización feliz que estamos pagando ahora, y cuyas fórmulas han dejado a Europa en el vacío en este tiempo, han sido los valedores de Scott Morton. Los estadounidenses han dejado bien claro que estamos en otra época, y fueron los primeros en proclamarlo, y los chinos saben muy bien el lugar que ocupan, y los europeos queremos regresar a 2010.

En ese contexto, las recetas que vienen, y de las que el nombramiento de Scott Morton formaba parte, suenan a una preocupante falta de perspectiva en la UE, en lo geopolítico, en lo estratégico y en lo económico. Parece que nos toca recibir los coches que ya no funcionan en las metrópolis: las políticas que los estadounidenses van desechando las recogemos nosotros; ocurre así en Competencia, en desarrollo industrial, y en la austeridad estricta; cuando EEUU desecha el neoliberalismo, Europa quiere conservarlo añadiendo inversión en defensa.

Todo esto es muy relevante, porque la acción del Gobierno que salga de las urnas va a estar determinada por lo que ocurra en el centro de Europa. Y, de momento, las señales no son muy positivas.

La decisión era absurda desde cualquier perspectiva posible. Margrethe Vestager, Comisaria europea de Competencia, decidió nombrar economista jefe de su dirección general a una estadounidense, Fiona Scott Morton, que había trabajado para la administración Obama, y a la que empresas como Apple, Amazon, Microsoft, Sanofi y Pfizer emplearon una vez que su desempeño institucional terminó. El Parlamento Europeo se rebeló de manera contundente contra la decisión de Vestager, y Francia puso el grito en el cielo. Finalmente, se dio marcha atrás y Scott Morton renunció al cargo.

Ursula von der Leyen Margrethe Vestager Guerra Fría
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