Es noticia
Sacar a Feijóo de la ecuación: por qué Óscar Puente hizo lo que hizo
  1. España
  2. Postpolítica
Esteban Hernández

Postpolítica

Por

Sacar a Feijóo de la ecuación: por qué Óscar Puente hizo lo que hizo

La intervención del diputado socialista en sus réplicas al líder del Partido Popular prefigura una tensión mayor, pero también está señalando los próximos pasos socialistas

Foto: Pedro Sánchez y Óscar Puente, hoy en el Congreso. (Sergio Pérez/EFE)
Pedro Sánchez y Óscar Puente, hoy en el Congreso. (Sergio Pérez/EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Alberto Núñez Feijóo llegó al Congreso rodeado de sus diputados y senadores. La imagen que quería transmitir era expresa: estas son mis fuerzas y están conmigo. Con ese mensaje asentado, desgranó un discurso en el que repitió algunas de las constantes narrativas que utilizó antes y durante la investidura, acerca de los principios que le alientan y del respaldo social que tiene, ya que fue el partido ganador de las elecciones. En su breve intervención, los 10 minutos marcados, eligió confrontar duramente con Sánchez: Gobierno de la mentira, tránsfuga de sus votantes y de sus principios, cinismo, degradación moral y política, falsedad y engaño fueron algunos de los calificativos que pronunció. Interpeló directamente al líder socialista, como no podía ser de otra manera, en el punto central que recorre el debate político: “Amnistía y referéndum, ¿sí o no, señor Sánchez?”.

La contestación de Óscar Puente tuvo lugar desde el mismo marco, aunque en la posición opuesta. Señaló la investidura como una farsa que Feijóo había diseñado, utilizando a la máxima institución del Estado y al Parlamento, para convertirse en azote del sanchismo y líder de los suyos, para cumplir un objetivo personal. “Un hombre de Estado no pisotea los símbolos del Estado”, afirmó Puente; la próxima vez, para este propósito, “convoque un congreso de su partido o unas primarias”. Y quiso rematar con un “Se acabó lo que se daba, se terminó el verano azul”.

La personalización

Para entender esta personalización de la confrontación parlamentaria, conviene regresar a los errores cometidos por el PP en la campaña electoral. Uno de los más importantes consistió en centrarse en la figura de Sánchez. La convicción que animó los dos meses que fueron desde el 28-M hasta el 23-J fue que el desgaste sufrido por el presidente, las disensiones internas en el PSOE, su falta de credibilidad y la animadversión que generaba entre los votantes bastarían para otorgar un resultado electoral nítido al PP. Otra de sus equivocaciones fue creer que Cataluña no era necesaria: si el PP conseguía la victoria en Andalucía y Comunidad Valenciana, y dado su apoyo en muchas partes de España, los números darían para llegar a la Moncloa. En la investidura se ha notado especialmente el precio de esos dos errores.

Foto: El líder del PP y candidato a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, durante la segunda votación. (Reuters/Susana Vera)

En su discurso del martes, Feijóo insistió parcialmente en el marco que hace más feliz a la línea dura de su partido. El principal problema de España no es el PSOE, ya que hay un PSOE bueno, sino este partido socialista fagocitado por Sánchez, el usurpador, una persona que es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder: incluso impugnar la respuesta institucional al 1-O hasta sus últimas consecuencias. Una vez que dejó eso sentado, se dedicó extensamente a desgranar un programa presidencial, que fue donde mejor estuvo. Hoy, dado que la intervención debía ser breve, tuvo que elegir entre los dos caminos y optó por el obvio: golpear a Sánchez de nuevo.

La aparición de Puente rompió ambas direcciones, y no porque borrara de la discusión el punto central en el que el PP esperaba confrontar, la amnistía, sino porque volvió contra los populares sus mismas armas; puso constantemente a Feijóo en tela de juicio, incluso como líder de su partido. El hecho de que fuera un diputado raso quien diera contestación a Feijóo en un procedimiento de investidura era ya suficientemente simbólico. Lo que vino a decir Puente el martes y repitió esta mañana es que el PP estaba utilizando instrumentalmente las instituciones, que su líder era cuestionado dentro de su partido y que ambas cosas, junto con su alianza con la extrema derecha, le invalidaban como un interlocutor válido. Esta ruptura de puentes añadía un elemento más: las especulaciones acerca de una posible abstención de los populares en la investidura de Sánchez a cambio de que renunciase a la amnistía se esfumarían. Después de la intervención de Puente, el precio de ese gesto es muchísimo mayor.

Hablar al pueblo

Este desplazamiento de los problemas generales hacia las figuras particulares, este foco recíproco sobre Sánchez y Feijóo, tiene más peso que el de una simple táctica parlamentaria. Una vez fracasado el intento de investidura, y si todo sigue su curso normal y el Rey propone a Sánchez, el plan socialista es que el presidente en funciones inicie una gira por los medios de comunicación (también por los hostiles) para explicar directamente al electorado cuáles serán sus decisiones y cuáles son sus razones. Justo lo que hizo en campaña electoral.

Sánchez se dirigirá al pueblo, que diría Óscar Puente, a través de los medios. Si hace falta una tarea pedagógica, no tendrá lugar en el terreno de confrontación cara a cara con Feijóo, a quien ya ha señalado como rehén de la ultraderecha y, por lo tanto, merecedor de un cordón sanitario. Esta se producirá cuando Sánchez acuda a la investidura y tenga ya los votos asegurados.

De modo que, en lugar de pelear con Feijóo, el PSOE optará por sacarle de la ecuación y diluir la tensión política a través de la explicación directa a los ciudadanos de cuáles serán los siguientes pasos y de los motivos que los animan. Sánchez dibujaría así al PP como derrotado, se señalaría como la única alternativa viable para formar Gobierno y fijaría posiciones tanto para ser investido o, si no fuera posible, para concurrir a la repetición electoral en la mejor posición posible. En lugar de centrarse en Feijóo, interpelará directamente a los votantes. Justo lo contrario de lo que el PP hizo en las elecciones generales.

El contenido de esas intervenciones lo ha explicado hoy Puente: concordia, paz, libertad, progreso y lucha contra el cambio climático serán los conceptos clave. Frente a ese programa, un PP que “nunca sale en la foto de los avances sociales”.

Alberto Núñez Feijóo llegó al Congreso rodeado de sus diputados y senadores. La imagen que quería transmitir era expresa: estas son mis fuerzas y están conmigo. Con ese mensaje asentado, desgranó un discurso en el que repitió algunas de las constantes narrativas que utilizó antes y durante la investidura, acerca de los principios que le alientan y del respaldo social que tiene, ya que fue el partido ganador de las elecciones. En su breve intervención, los 10 minutos marcados, eligió confrontar duramente con Sánchez: Gobierno de la mentira, tránsfuga de sus votantes y de sus principios, cinismo, degradación moral y política, falsedad y engaño fueron algunos de los calificativos que pronunció. Interpeló directamente al líder socialista, como no podía ser de otra manera, en el punto central que recorre el debate político: “Amnistía y referéndum, ¿sí o no, señor Sánchez?”.

Alberto Núñez Feijóo Óscar Puente Pedro Sánchez Vox