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¿Sánchez contra el mundo? Lo que no nos han explicado de la misión en el mar Rojo
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Esteban Hernández

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¿Sánchez contra el mundo? Lo que no nos han explicado de la misión en el mar Rojo

En la operación Guardián de la Prosperidad hay varios aspectos que aún no han sido explicados. Quizá los más significativos sean los que apuntan hacia una tensión interna en el bloque occidental

Foto: Protesta de los hutíes contra la operación Prosperity Guardian. (EFE/Osamah Yahya)
Protesta de los hutíes contra la operación Prosperity Guardian. (EFE/Osamah Yahya)
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En la operación en el mar Rojo, llamada Guardián de la Prosperidad, hay varios aspectos que aún no han sido explicados. Y algunos de ellos se refieren a asuntos muy significativos, en la medida en que aluden a brechas dentro del bloque occidental.

El primero de ellos es el fracaso de EEUU y Reino Unido a la hora de vincular a un número sustancial de países a la operación. El tránsito por el mar Rojo, o lo que es lo mismo, la capacidad de asegurar la navegación de buques comerciales para evitar que la economía global sufra un nuevo tirón en forma de inflación, es un objetivo ampliamente compartido. Ningún país occidental está interesado en que existan más tensiones económicas, de manera que habría sido previsible que las intenciones estadounidenses se vieran fuertemente respaldadas. No ha sido así: EEUU afirmó que habría una coalición de 20 países, anunció más tarde una reducida a 10, y finalmente el bloque anglosajón se ha quedado solo junto a Grecia; Francia e Italia estarán presentes, pero sin formar parte de un mando común. Australia, uno de los indiscutidos socios estadounidenses, ha asegurado que no trasladará buques a la zona y Arabia Saudí se ha negado a formar parte de la misión.

España y Europa

Desde que el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, anunció que la operación se ponía en marcha, los cambios han sido significativos. En el centro de las tensiones parecía situarse España, ya que el miércoles pasado, el Comité Político y de Seguridad (COPS) de la UE aprobó por unanimidad la intervención europea mediante una ampliación de la operación Atalanta. Al día siguiente, España cambió de posición y vetó la resolución adoptada en el seno del Grupo de Trabajo de Consejeros de Relaciones Exteriores (Grupo Relex).

Sin embargo, en la mañana del martes 19, un portavoz del Estado Mayor francés había afirmado que la fragata gala Languedoc formaría parte de la misión para asegurar la navegación, pero que permanecería “bajo mando nacional” para “garantizar la libertad de acción”. El miércoles, el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd J. Austin, conversó con el ministro de las Fuerzas Armadas francés, Sébastian Lecornu, acerca de la operación y Francia se mantuvo en su posición, al igual que Italia, que desplazaba la fragata Virginio Fassan, pero no bajo el mando de EEUU.

Foto: Combatientes hutíes en Saná. (EFE/Osamah Yahya)

En esas circunstancias, la ampliación de la operación Atalanta, como se había acordado, situaría a España en una posición muy complicada. Supondría encabezar, al lado de EEUU, una operación puesta en marcha por el Pentágono, cuando ya los franceses y los italianos habían señalado que no estarían a las órdenes de EEUU. La negativa española era más bien una negativa de la mayoría de los países europeos.

Las diferencias entre los distintos socios podrían residir en el carácter de la operación. Una misión de defensa de la navegación por el Estrecho de las Lágrimas es muy distinta de otra que pueda incitar a un aumento de las tensiones en la zona. Como cuenta Ignacio Cembrero, hay un riesgo de que EEUU acabe no solo enfrentándose a los hutíes en el aire, parando sus misiles y sus drones, sino que trate de golpear sus bases en Yemen. Se pasaría de proteger la navegación a entrar en guerra, y la milicia yemení tiene su más firme soporte en Irán. Constituiría una toma de posición a favor de Netanyahu y en contra de Irán, con todas las consecuencias que conllevaría en las relaciones con terceros países.

Londres quiere "enviar una advertencia muy clara a los hutíes y a Irán". Este propósito no es compatible con los de algunos países europeos

Quizá el más sincero, en este sentido, haya sido David Cameron, ministro de Exteriores británico, al señalar que era importante que Irán recibiese “un mensaje muy claro: esta escalada no será tolerada”, en referencia a los ataques de los hutíes contra el transporte marítimo comercial en el Mar Rojo. La intención de Londres era “enviar una advertencia muy clara a los hutíes y a sus partidarios iraníes”. Estos propósitos no son del todo compatibles con los de muchos países europeos.

La separación entre EEUU y Europa

Los intereses de EEUU y los de los países europeos comienzan a tomar caminos distintos. Las diferencias entre Washington y la UE, que se fueron diluyendo con la guerra de Ucrania, tienden a manifestarse de nuevo, Por más que el liderazgo estadounidense nunca haya sido puesto en cuestión, y menos aún dentro de la OTAN, es evidente que los puntos de divergencia, que siempre han estado presentes, parecen estar reviviendo. Ucrania es uno de esos asuntos sobre los que hay puntos de vista distintos: la contraofensiva fracasó, el frente bélico está enquistado y los diferentes enfoques sobre cómo solucionar la guerra ya están manifestándose. Incluso dentro de Ucrania el liderazgo de Zelenski está siendo cuestionado. Todo ello con unas elecciones europeas muy relevantes a las puertas y con las estadounidenses para finales de año.

Las diferencias en el bloque occidental también se dejan sentir en el plano económico, con un EEUU proteccionista, con las tensiones comerciales de fondo y las divergencias respecto del alejamiento de China. Europa, además, no es un bloque monolítico, sino un conjunto de países que comienzan a tener visiones distintas respecto de cómo afrontar el futuro de la Unión.

No estamos ante un choque entre el gobierno español y EEUU, sino ante un indicio evidente de futuras quiebras en el seno del bloque occidental

Sin embargo, el asunto más urgente, y que puede resultar más divisivo, es el de Gaza. Si los propósitos continuamente anunciados por Netanyahu de seguir adelante con la guerra hasta ocupar todo el territorio gazatí se llevan a efecto, las costuras en Occidente comenzarán a abrirse. Israel parece contar con el apoyo incondicional de Alemania y los países de Visegrado, además de EEUU (incluso si la ocupación de Gaza se llevara a efecto), pero otros Estados europeos lo ven de manera distinta: estar al lado de Israel es algo incuestionado, los planes de Netanyahu son menos aceptables. Esas divergencias parecen estar de fondo en las dificultades para conformar la operación Guardián de la Prosperidad. No estamos, por tanto, ante un choque entre el Gobierno español y EEUU, sino ante un indicio de futuras quiebras en el seno del bloque occidental. La unión entre EEUU y Europa que tuvo lugar tras el 11-S se diluyó dos años después, con la guerra de Irak. Hoy nos encontramos en algún momento del trayecto entre 2001 y 2003.

Ayer, funcionarios israelíes anunciaron que Ron Dermer, ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, se reunirá con miembros del Gobierno estadounidense en Washington (entre ellos, Jake Sullivan y Antony Blinken) para informar sobre el alcance y calendario de la guerra y sobre los planes de futuro. El presidente Biden ha propuesto que Gaza se una con la Cisjordania ocupada por Israel bajo una Autoridad Palestina renovada, lo que constituiría un paso previo hacia un Estado palestino. Hasta ahora, Netanyahu ha insistido en que continuará adelante con el plan previsto y se niega a aceptar la propuesta de Biden. De cómo se resuelva este asunto se derivarán consecuencias muy relevantes.

En la operación en el mar Rojo, llamada Guardián de la Prosperidad, hay varios aspectos que aún no han sido explicados. Y algunos de ellos se refieren a asuntos muy significativos, en la medida en que aluden a brechas dentro del bloque occidental.

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