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ZP, entre un abucheo lamentable y un silencio que le perjudica
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Melchor Miralles

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ZP, entre un abucheo lamentable y un silencio que le perjudica

Pues qué quieren que les diga. A mí me parecieron lamentables los abucheos al presidente del Gobierno en el desfile del Día de la Fiesta Nacional.

Pues qué quieren que les diga. A mí me parecieron lamentables los abucheos al presidente del Gobierno en el desfile del Día de la Fiesta Nacional. No niego el derecho a la libertad de expresión de nadie, pero ejercer ese derecho es compatible con el respeto esencial a las formas y con la buena educación. Me parecieron mal por varios motivos. Ahí van.

 

No es nada aseado acudir invitado a una tribuna a la que no puede acceder cualquiera y desde ahí expresarse de ese modo, como no lo es acudir a cenar a casa de un amigo y cuando este te recibe darle una colleja y faltarle, aunque sea un poquito. Con no acudir podía ser suficiente. Además me parece de muy mal gusto no respetar a los muertos, y los gritos contra el presidente arreciaron en el homenaje a los caídos. Y sí, seré un antiguo, pero me parece esencial en democracia respetar las formas, y en un acto de esas características considero inadecuado expresarse de ese modo, menos aún con el presidente del Gobierno de todos. Hay otros foros para manifestar la discrepancia o el disgusto con el máximo responsable del Ejecutivo. Y me sorprende, y me disgusta, la algarabía que generan esos abucheos entre sus adversarios populares.

Sus votantes recelan y le cuestionan

Dicho esto, es evidente que a José Luis Rodríguez Zapatero le crecen los enanos cada día. Le abuchean por las calles pese a que su aparato trata de alejarle al máximo de los riesgos e intenta adecuar los escenarios sin éxito. En el seno de su partido hay cruz de navajas por un liderazgo. Los organismos internacionales no levantan la lupa de su cogote. Sus socios empiezan a renegar de él. Sus votantes recelan y le cuestionan. Los países amigos le vacilan como Venezuela el martes en el desfile. Sus adversarios le discuten en público y ante el público. Y él insiste en no dar un paso adelante y tomar la iniciativa.

Zapatero no aclara si se presentará o no porque no lo ha decidido. Se inclina por el sí, pero necesita más tiempo

Una persona de su entorno más próximo me decía ayer algo sintomático e interesante: “No aclara si se presentará o no porque no lo ha decidido. Se inclina por el sí, pero necesita más tiempo. Sabe que el silencio acrecienta la sensación de que podría renunciar a ser el candidato, pero cree de verdad que no es el momento. Está herido por algunos comportamientos de personas que le son cercanas en el partido, pero se siente responsable y está seguro de que España ahora necesita liderazgo para salir de la crisis”.

Su silencio le genera problemas

 

Este es el discurso oficial, el que se vende a los medios. La realidad es que parece cierto que no se ha decidido. Mi impresión tras hablar con quienes le tratan día a día es que él es consciente de que lo mejor para él y para su partido sería renunciar a presentarse a un tercer mandato. Por regeneración democrática y porque abriría un tiempo nuevo en el PSOE que creo impulsaría de nuevo a un partido hoy atribulado.

Incluso me da que si se atreviera a provocar de verdad una elección democrática entre los bases del partido generaría un problema en el seno de su adversario y le abriría al Partido Popular un escenario para que el quizá, excesivamente fiados a las encuestas, no están del todo preparados.

Pero, a la vez, Rodríguez Zapatero es presa de ese síndrome monclovita que, además de alejar a quien ocupa el Palacio de la realidad de la calle, le hace sentirse imprescindible.

Creo que su silencio respecto a su futuro le genera más problemas que beneficios; porque hace legítimo pensar que no quiere anunciar ahora su retirada para evitar que la batalla sucesoria genera más sangre que la ya derramada, y porque parece sensato creer que si su decisión fuera la de seguir, lo anunciaría para zanjar de una vez por todas una polémica que sólo le genera problemas internos y le resta capacidad de maniobra.

Sólo él, y quizá ni él mismo, sabe lo que va a hacer. Lo malo de esta duda hamletiana es que mientras el presidente deshoja la margarita el clima político sigue enquistándose y la sensación es que no saldremos de esta crisis que nos agobia antes del 2012.

PS 1.-  Para tantos que me preguntan. Yo no he afirmado nada respecto a UPyD y las cábalas que se hacen respecto a sus resultados electorales y posibles pactos. Ni tengo interés personal alguno en el asunto. Me limito a contar lo que planean los partidos. Si, política ficción. Pues esta es la última.  Definitivamente, si cabe algo definitivo en la política, el PP descarta pacto alguno con el partido de Rosa Díez. Temían que presentara en Madrid al sindicalista Fidalgo, cosa que parece no va a suceder. Con Luis de Velasco a la Comunidad y David Ortega al Ayuntamiento no le auguran éxito. Y están convencidos de que, al final, se abstendrían o le darían su voto al PSOE. En el PSOE en privado siguen diciendo que no quieren saber nada de ellos. Y ellos, por ahora, calladitos, que en boca cerrada no entran moscas. Saben que un mal resultado en Madrid puede tener consecuencias nefastas para esa pequeña organización tan dependiente de su lideresa.

PS 2.- El CNI estudia reforzar su antena en Venezuela. Los agentes siguen indignados por la tibieza de la respuesta del Gobierno ante los desplantes del Gorila Rojo. Y siguen informando detallada y puntualmente al Gobierno de la actividad etarra en suelo venezolano. Incesante. Política y “militar”.

PS 3.- Una cadena de televisión tiene preparado ya el armazón jurídico de lo que será una severa impugnación de la previsible autorización de Competencia a la fusión de Telecinco con Cuatro. Presidencia del Gobierno trata de evitarlo. Y, mientras algunas cadenas ven seriamente amenazadas sus cuentas de resultados como consecuencia de lo que va a suceder, parece que seguro, con las limitaciones a la gestión por otros de las carteras publicitarias. Y las audiencias cada vez más difíciles. Parole, parole, parole.

Pues qué quieren que les diga. A mí me parecieron lamentables los abucheos al presidente del Gobierno en el desfile del Día de la Fiesta Nacional. No niego el derecho a la libertad de expresión de nadie, pero ejercer ese derecho es compatible con el respeto esencial a las formas y con la buena educación. Me parecieron mal por varios motivos. Ahí van.